domingo, 2 de enero de 2011

LA COLISÍON DE EU Y CHINA EN 2011, SEGÚN LOS ARRUINADOS GLOBALIZADORES UNIPOLARES

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme / La Jornada
Evolución en la Ciudad Prohibida, de Pekín, previa a la celebración del Ejército Popular de Liberación de China, el primero de agosto pasadoFoto Reuters
Los desprestigiados cuan vilipendiados oráculos del caduco orden globalizador unipolar, hoy en decadencia irreversible e insolvencia plena, vaticinan un turbulento 2011” y “más allá”, como refiere George Soros, megaespeculador con travestismo de “filántropo” y presunto operador de los banqueros “esclavistas” Rothschild.
Al no haber podido persuadir a China sobre las supuestas bondades de un G-2, los arruinados globalizadores unipolares apuestan a la escalada militar en todo el planeta, la última carta que le queda a Estados Unidos, como deja entrever cruda y cruelmente George Soros: “En poderío militar, China no es equiparable con Estados Unidos por algún (sic) tiempo” (The Star Online, Project Syndicate, 24/12/10), lo cual refrenda la tesis bélica de Ambrose Evans-Pritchard, portavoz oficioso de la City, sobre el óptimo momento propicio para asestarle el golpe militar de gracia a China, antes de que sea demasiado tarde.
Desde Irán hasta China, el discurso publicitario de los arruinados globalizadores unipolares, es decir, de los limosneros globales con garrote, se ha vuelto excesivamente análogo.
En paralelo, el muy polémico Grupo Internacional de Crisis (ICG, por sus siglas en inglés), financiado públicamente por el mismo George Soros –y del que forman parte nada sorprendentemente los mexicanos Castañeda Gutman y Zedillo–, avisa en la revista ultraconservadora Foreign Policy, que publica el controvertido Índice de los Países Fallidos, “las 16 guerras” de 2011, las cuales, por cierto, implican a cuatro países de Latinoamérica: México, Guatemala, Colombia (¡súper sic!) y Venezuela.
Baste por ahora destacar que el editor en jefe de Foreign Policy, anterior propiedad de Carnegie Endowment for International Peace, adquirida por el grupo de The Washington Post, es nada menos que el israelí-venezolano Moisés Naím, connotado fanático neoliberal y anterior ministro de Turismo de Venezuela en su época aciaga. Se me pasaba: Moisés Naím es miembro del consejo de ICG.
A la sinergia del caos global militarizado propalado por el conglomerado propagandístico George Soros/ICG/Foreign Policy, nada asombrosamente imbricados entre sí, no podía faltar el muy tóxico neoliberal israelí-británico Gideon Rachman, “jefe de los comentaristas de asuntos internacionales” de The Financial Times, rotativo portavoz del neoliberalismo global).
Después de una extraña visita privada a Calderón (¿para agilizar la privatización petrolera?), Gideon Rachman vaticinó el “cambio de régimen” en Irán a finales de 2010, lo cual, a propósito, resultó grotescamente equivocado
La revista británica The Economist (22/11/10), presunta propiedad de los banqueros esclavistas Rothschild, le consagra una revisión al libro reciente de Gideon Rachman El mundo suma-cero, ilustrado con la imagen de un precario equilibrio entre Estados Unidos y China, es decir, del idílico G-2 que no pudo ser.
Gideon Rachman, íntimo del espionaje británico (de su propia confesión), sentencia que la “atmósfera” global será tensa por lo que más vale la pena acostumbrarse a ello.
Como si fuera novedad, Rachman asienta que “durante el curso de 2011 será más claro que la crisis económica global habrá amargado también la política internacional”.
Mucho antes, LEAP/GEAB, centro geoeconómico francés, ya había adelantado la “dislocación geopolítica” en todo el mundo como consecuencia del desplome neoliberal anglosajón.
Para Gideon Rachman, quien sufre nostalgia del “momento unipolar” posterior a la guerra fría cuando Estados Unidos, la Unión Europea (UE), China e India “crearon (sic) un mundo ganar-ganar”. No vale la pena discutir tamaño simplismo al que no llegó siquiera la novela pícara del siglo XVII Simplicius simplicissimus, del alemán Hans Jakob Christoffel von Grimmelshausen.
Hoy, una generación más tarde a la supuesta época dorada de Gideon Rachman, “los estadunidenses, como nación e individuos, han empezado a preguntarse si el nuevo orden mundial que ha emergido todavía favorece a Estados Unidos”.
Rachman amarra sus muy afiladas navajas israelí-británicas: “el ascenso de China está cada vez mas asociado con la pérdida de empleos para los estadunidenses ordinarios (¡súper sic!) y como desafío (sic) al poder de Estados Unidos”. La UE tampoco se salva y sufre de una “atmósfera defensiva con un sentimiento proteccionista y antimigratorio”, en medio de la crisis de la eurozona.
Hilarantemente sicologista, Gideon Rachman aduce que “la era de los buenos (¡súper sic!) sentimientos con el apogeo de la globalización se ha ido para siempre” cuando el “mundo ganar-ganar” ha cedido su lugar al “mundo suma-cero” (nota: donde uno gana y el otro pierde).
A su juicio, durante 2011 prevalecerá el desorden en las relaciones internacionales y sus “tres síntomas (sic) más importantes serán el empeoramiento (¡súper sic!) de las relaciones entre Estados Unidos y China, las querellas en el seno de la UE y el fracaso acrimonioso (sic) para realizar progresos en cualquiera de los grandes temas de la agenda diplomática global; en particular, el cambio climático y la no proliferación”.
¿Por qué, entonces, publicita insensatamente su “asesorado” Calderón que la cumbre del cambio climático en Cancún, despreciada por los grandes actores globales, fue todo un “éxito”?
El cambio climático fue enterrado en Copenhague como lo había sido anteriormente la Ronda Doha en Cancún, y no es nada genial vaticinar su fracaso, que ya pasó, como el que aventura sobre la no proliferación (léase: selectivamente contra Irán y Corea del Norte, pero no contra Israel) que, por cierto, ha tenido milagrosos avances recientes: desde el “tratado de reducción de armas estratégicas” (START, por sus siglas en inglés), en su segunda versión, entre Estados Unidos y Rusia, pasando por la desactivación de la tensión en la península coreana (gracias a la mediación del mexicano-estadunidense Bill Richardson y China), hasta las negociaciones del contencioso nuclear iraní que proseguirán en Turquía (una señal alentadora).
Al igual que el conglomerado propagandístico George Soros /ICG/Foreign Policy, Gideon Rachman confunde la agenda nihilista de la banca israelí-anglosajona con la de Estados Unidos en su conjunto.
Gideon Rachman sostiene que la devaluación artificial del yuan, la divisa china, es “fuente del elevado desempleo de Estados Unidos” y que Obama, si desea relegirse, será orillado a firmar la legislación proteccionista del Congreso, que “envenenará la amplia relación estratégica entre China y Estados Unidos” y cuyo “síntoma (sic) principal será la abierta rivalidad en el Pacífico”, lo cual coincide con la tesis hipermilitarista de su correligionario George Soros.
Simplonamente sesgado, Gideon Rachman fustiga el reforzamiento militar de China que obligará a que “los estrategas de Estados Unidos reaccionen (sic) en 2011” cuando “intensificarán los ejercicios militares con sus aliados regionales como Japón, India y Corea del Sur”. ¿No se precipita con la incrustación forzada de India?
Amén de que China tiene un gasto militar que equivale a la sexta parte del de Estados Unidos (en realidad es la doceava parte, debido a los ocultamientos contables con máscara “civil” en investigación y desarrollo del Pentágono), falta ver las repercusiones que tendrá en la filosofía bélica de la Secretaría de Defensa la salida de Bob Gates y su probable remplazo con el general Colin Powell, como adelanta De Defensa, centro de pensamiento europeo.
Pero más que nada falta ver el resultado de la próxima visita a Washington del presidente chino Hu Jintao a su homólogo Obama en la tercera semana de enero, donde se puede profundizar el “G-0” de caos global militarizado, pero también se puede alcanzar la estabilización de un equilibrio entre ambas superpotencias globales en la óptica multipolar del G-20, sin tener que pasar necesariamente por el esquema inoperante del G-2.

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