jueves, 27 de enero de 2011

OBAMA Y SU POLÍTICA DE EMPLEO

Edmundo Vallejo Venegas / El Universal
Este consejo estará encabezado por Jeffrey R. Immelt, presidente de General Electric (GE) a nivel global. No habían terminado de anunciar este nombramiento cuando ya se discutía en ese país las implicaciones de esta propuesta: ¿Era un mensaje político de cara a las elecciones del 2012? ¿Un esfuerzo real por mejorar su productividad y competitividad industrial? ¿Un cambio de estrategia económica para incrementar su capacidad exportadora, ya que depender sólo del consumidor estadounidense —muchos desempleados y otros con ahorros que distan mucho de ser la tablita de salvación de su economía —no es viable?
Es responsabilidad de ese país discutir, descifrar y seguir de cerca las razones de este anuncio, así como la capacidad de sus agentes para alcanzar resultados positivos en el futuro en esos dos temas. Competitividad y empleo son fundamentales para ayudar a Estados Unidos a regresar a la senda del crecimiento sustentable de su economía y del bienestar de su población. Esta discusión le corresponde a su gobierno, a sus instituciones y a su sociedad en general.
¿Pero qué significa este anuncio para México? ¿Qué implicaciones potenciales tiene para nuestra economía?
Sin lugar a duda, esta decisión representa para México un gran reto en el corto plazo —una mala noticia— pero una enorme oportunidad en el largo plazo —la noticia buena. Y para ambos necesitaremos prepararnos rápida e inteligentemente.
Creación de empleo y competitividad son dos conceptos que caminan en la misma dirección pero no al mismo tiempo. Generar empleo, en el entorno de hoy, obliga a pensar en el corto plazo, y a tomar decisiones que quizá no son las más sólidas desde el punto de vista de negocios pero que están influenciadas por la coyuntura actual.
De acuerdo con un estudio de McKinsey, el nivel de empleo en EU ha caído 5% por debajo del nivel que existía un mes antes de iniciar la recesión en 2007, y esta tendencia se ha mantenido durante 36 meses: no se ha visto nada cercano a estos dramáticos niveles desde los años 60, y seguramente desde la Gran Depresión.
A diferencia de México, EU no cuenta con una economía informal que le de cabida a sus desempleados.
No olvidemos además que hay varias empresas grandes en deuda con el gobierno del presidente Obama, tanto financiera como política y moralmente, a raíz del apoyo que éste les brindó en medio de la última crisis. Obama se apresta a cobrarles esas deudas. Crear empleo genera votos: y cuán necesitado está él de este apoyo.
¿Pero qué opciones tiene EU para generar estos empleos con un mercado interno muy golpeado, tasas de desempleo históricas, niveles de confianza por el piso y un sistema financiero incierto?
La alternativa más viable en el corto plazo es regresar a EU algunos de esos puestos de trabajo, de esas líneas de producción y de esas inversiones que se justificaron en su momento fuera de ese país. Y esto es una mala noticia para varios países, entre ellos México.
Jeff Immelt, la cabeza de GE a nivel global, y ahora asesor del presidente Obama, es un líder pragmático, que entiende bien la importancia y el valor político que representa la creación de un empleo.
GE invirtió en Alemania en el establecimiento de un centro de investigación y desarrollo (I&D) cuando era fundamental enviar un mensaje del compromiso de la empresa con el mercado europeo.
En medio de la crisis en 2008, la empresa anunció la creación de un centro de desarrollo tecnológico en Detroit, y recién anunció la creación de 200 posiciones en I&D en Río de Janeiro. Hoy, su tarea es hacer lo mismo en EU. Es el mandato de su nuevo jefe.
La manera más rápida de generar esos empleos, es crucial y no debe justificarse sólo a través del mercado interno, sino relocalizando operaciones que iniciaron en EU.
Dichas operaciones se movieron después a otros países buscando mejores costos —México se vio ampliamente beneficiado de esa migración vía el TLC.
Hoy, son susceptibles de regresar a donde iniciaron, aún si no tiene sentido económico ni de negocio. Pero con un déficit de un trillón de dólares en EU, la posibilidad de esta migración a la inversa es real. Esta es mala noticia para México.
La buena noticia viene por el lado de la competitividad. Las empresas de EU no pueden llegar a ser competitivas sin ayuda. Entre las razones, sus costos de mano de obra, su ubicación con respecto a otros mercados, y las prerrogativas que los sindicatos han alcanzado en sectores como el automotriz, el eléctrico y el del acero, no les permiten lograr los costos y productividad para competir contra China.
La visita del presidente de China, Hu Jintao, a Estados Unidos se dio cuando las relaciones entre ambos están en un punto bajo debido a las acusaciones en derechos humanos y a las diferencias sobre el papel geopolítico que debe jugar cada país. Pero el desacuerdo se da en materia de acceso al mercado chino para las empresas de EU.
Immelt, conocedor del mercado chino, ha sido muy puntual en sus críticas a ese gobierno por su actitud “selectiva” hacia empresas chinas a costa de la apertura para empresas estadounidenses en ese país. No en balde Obama lo nombró para esta posición: en este y otros temas, ambos se encuentran del mismo lado de la mesa.
Y es aquí donde se presenta una oportunidad para la economía y empresas mexicanas. Las firmas de EU saben que no serán más competitivas, a menos que cuenten con un apoyo enorme en su cadena de suministro que, sin duda, incluye a nuestro país.
Durante la última década le apostaron al mercado chino, para mejorar su productividad y, de pasada acceder a su mercado — ¿o al revés? —, pero el concepto ganar-ganar solo tiene un vencedor: China. Así que, por varias razones, este país también será afectado.
No es sólo la mano de obra mexicana la que se requiere para ayudar a mantener costos competitivos del otro lado del río Bravo. La calidad y la productividad demostradas en las últimas décadas en México en industrias como la automotriz, la de electrodomésticos, y la naciente industria aeronáutica son ejemplos de por qué las empresas estadounidenses requerirán de apoyo regional.
Existen ejemplos que Immelt conoce muy bien: los centros de desarrollo de tecnología e ingeniería que se han establecido en el Bajío de empresas como Mabe, Condumex y la propia GE, con un centro de ingeniería con más de mil 200 ingenieros todos mexicanos, son una muestra del papel que México juega en línea con el esfuerzo de Obama de lograr que la economía de su país sea más competitiva.
El anuncio de la semana pasada debe ser leído y analizado por nuestros líderes empresariales, sindicales y políticos por igual. Tiene implicaciones para nosotros. En el corto plazo habrá que defender aquellas posiciones de trabajo en riesgo de regresar a EU.
Los líderes de empresas estadounidenses establecidas en México jugarán un papel muy importante. Las empresas locales — hoy proveedoras de muchas de estas líneas de producción— deberán responder a través de mejoras productivas.
La Secretaría de Economía, y el gobierno en general, deberán movilizarse para defender posiciones que se vean amenazadas. No debemos olvidar que, al menos en el corto plazo, para EU esto no es solo un tema de negocios y económico, es un tema político.
México debe insertarse nuevamente en esa ecuación de competitividad que Estados Unidos tratará de desarrollar. Y este objetivo, por parte nuestra, no se deberá buscar, para beneficiar solo a EU.
La razón principal es la reacción interna para defender nuestra posición manufacturera, la que hemos alcanzado gracias al esfuerzo de muchos años, así como el incrementar nuestra contribución al cimiento competitivo de aquel país nos ayudará a nosotros a alcanzar lo que es indispensable para el crecimiento y bienestar de nuestro propio país: generar empleos y ser más competitivos.
*Ex presidente de GE Latinoamérica. Actualmente es profesor en el IPADE.




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