miércoles, 26 de enero de 2011

MÉXICO PEOR QUE SUS CRÍTICOS

Dolia Estévez / El Semanario
Una de dos: o Francisco Blake miente o no hace bien su tarea. No es cierto, como aseguró un día después de que Gran Bretaña, Italia, Alemania y Canadá alertaron a sus ciudadanos contra el peligro de viajar a México, que los países que nos critican estén peor en términos de violencia y homicidios (El Universal, 16 de enero, 2011). De acuerdo con el ranking mundial de homicidios, elaborado con datos gubernamentales, no gubernamentales y de organismos multilaterales, con 15 homicidios por cada 100 mil habitantes, México ocupó el décimo tercer lugar entre los 123 países analizados en 2009. En la lista, México es precedido por once latinoamericanos: El Salvador, Honduras, Jamaica, Guatemala, Venezuela, Trinidad y Tobago, Colombia, Belice, Brasil, República Dominicana y Ecuador; además de Sudáfrica.
Colombia, país al que pretenden imponernos como modelo de reducción de violencia, bajó su promedio de asesinatos entre 2000 y 2009 de 63 a 35 por cada 100 mil habitantes. Aún así, los homicidios en Colombia rebasan significativamente el promedio mexicano. En contraste, Gran Bretaña, Italia, Alemania y Canadá, destacan entre los más seguros pues registran 1.2, 1.06, 0.86 y 1.8 homicidios por cada 100 mil personas, respectivamente. Hasta EU, el país con el mayor arsenal de armas de fuego en manos de civiles, está muy por debajo de México, con 5 homicidios por cada 100 mil habitantes.
El titular de Gobernación fue igualmente irresponsable cuando afirmó que “hay países, incluso muchos de los que nos reclaman, que sus niveles de criminalidad son superiores, con más de 30 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes. Sólo nueve países tienen el promedio de homicidios mencionado por Blake (El Salvador, Honduras, Jamaica, Guatemala, Venezuela, Trinidad y Tobago, Colombia, Sudáfrica y Belice) y, hasta donde se sabe, ninguno está entre los muchos que reclaman a México. Blake no se atrevió a poner nombre a los países que inspiraron sus punzantes palabras.
En su afán por responder a las críticas del extranjero, las que culpa de distorsionar la imagen de México, Felipe Calderón sigue empeñado en engañar a la opinión pública. La semana pasada mintió cuando aseguró que jamás ha usado el término guerra para referirse a la embestida contra el crimen organizado. Calderón y Blake creen que faltando a la verdad o tergiversando estadísticas van a poder maquillar una realidad descarnada que hace tiempo los rebasó.
CAPO PERDIDO, CASO PERDIDO
Han transcurrido diez años desde que Joaquín El Chapo Guzmán se "fugó" de la cárcel de Puente Grande. Una década perdida en la que el Estado no ha podido o querido dar con el paradero del líder del cártel de Sinaloa, refuerza la hipótesis de que la estrategia de Calderón está sesgada a favor de unos grupos criminales y en contra de otros. Calderón, sobra recordarlo, lo niega tajantemente.
Sin embargo, un cable "secreto" enviado en octubre de 2009 por el embajador Carlos Pascual a Washington revela una conversación confidencial entre el general Galván Galván y Dennis Blair, a la sazón director nacional de Inteligencia de Barack Obama, en la que el titular de la Sedena, luego de confesar su desconfianza en la autoridad policiaca, reconoce la impotencia e incompetencia del Estado para atrapar al capo más buscado de las Américas.
En el comunicado filtrado por WikiLeaks, Galván describe un plan secreto de tres etapas para capturarlo. La primera, que considera concretada, consiste en establecer una fuerza física en el área de sus operaciones para recabar inteligencia. El militar observa que han encontrado entre 10 y 15 lugares en los que se desplaza, pero se queja del amplio respaldo del que goza, con redes de informantes y grupos de seguridad hasta de 300 hombres que dificultan su captura; la segunda etapa contempla el despliegue de tropas en el área de sus movimientos, lo que hace 15 meses, Galván esperaba completar en breve (¿lo logró?); la tercera, que obviamente sigue pendiente, consiste en atraparlo.
El Chapo, donde quiera que esté, seguramente celebrará el décimo aniversario de su escapatoria brindando satisfecho por haberse convertido en la referencia emblemática de lo que no ha podido hacer la guerra de Calderón.

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