lunes, 24 de enero de 2011

LA DÉCADA DE LOS EMERGENTES

Veremos cada vez más multinacionales de estos países proyectar hacia el mundo sus innovaciones
JAVIER SANTISO / EL PAÍS
Se abre un año nuevo y con él entramos todavía más en una década que será sin duda la de los mercados emergentes. Con la anterior, estas economías han surgido como principales catalizadores de crecimiento. Ahora apuntan a ser los principales protagonistas. En 2050, nos dicen desde HSBC, 19 de las 30 mayores economías del mundo serán economías hoy día calificadas de emergentes. En conjunto pesarán más que los actuales países OCDE.
El año 2010 confirmó en todo caso el reequilibrio del mundo: mientras los países OCDE seguían colapsando, los emergentes siguieron sus sendas de crecimiento. Símbolo de la gran transformación que estamos viviendo, China se alzó por delante de Japón como segunda economía mundial, mientras India atraía un récord de 80.000 millones de dólares en inversiones directas, el doble que en 2009. En Brasil, la petrolera Petrobras, una de las mayores del mundo, lograba colocar la mayor emisión de la historia (67.000 millones de dólares). En total, los emergentes acapararon en 2010 el 40% del PIB mundial y el 37% de la inversión extranjera directa.
La expansión de las clases medias en estas economías está atrayendo cada vez más multinacionales OCDE. Para muchas, los mercados emergentes ya representan el grueso de sus ingresos, por delante de Europa o de EE UU. En Asia emergente las clases medias ya representan el 60% de la población (1.900 millones de personas). En 2010 China se ha convertido en el primer mercado en venta de vehículos, un país donde 54 millones de personas ya forman parte de clases con ingresos altos. La mayor fortuna del planeta ya no está en EE UU, sino en México. Las razones de la creciente atracción de las economías emergentes están en estas cifras, apuntando a crecimientos elevados, expansión de clases medias, y todo ello en un entorno de menores endeudamientos, deuda, déficit e inflación bajo control.
Existe otra revolución silenciosa en marcha, una razón más por la cual las empresas de los países OCDE apuestan ahora también por los emergentes: no solo la década 2010-2020 será la de los emergentes porque estos marcarán la pauta de crecimiento, sino también porque veremos surgir cada vez más innovación disruptiva procedente de estos países. Esto también cambiará el perfil de las multinacionales OCDE. Se cruzan así dos movimientos potentes: por un lado estamos asistiendo al auge de las multinacionales emergentes, incluso en sectores punteros, de alto valor añadido y fuerte componentes tecnológicos; por otro, estamos viendo cada vez más innovación reimportada por las multinacionales OCDE desde los países emergentes.
Los mercados emergentes dejaron de ser entornos de baja intensidad tecnológica. En la presente década veremos cada más vez multinacionales de estos países proyectar hacia el mundo sus innovaciones. Existen, según Naciones Unidas, cerca de 21.500 multinacionales ubicadas en los emergentes. Algunas, como la cementera mexicana Cemex o la productora de baterías china BYD, ya son líderes mundiales en sus respectivas áreas. Los sectores tecnológicos ya registran también el empuje. Los principales suministradores de las empresas de telecomunicaciones mundiales se encuentran en China: una multinacional como Huawei ya desbancó la franco-estadounidense Alcatel Lucent y se coloca por detrás de la sueca Ericsson. En 2008 esta empresa china registró más patentes que cualquier otra en el mundo, y en 2009 solo la superó la japonesa Panasonic.
En el sector de las telecomunicaciones ya figuran media docena de multinacionales de los países emergentes dentro de las diez primeras mundiales, como China Mobile, la india Bharti Airtel, la sudafricana NTM o la mexicana América Móvil, por no hablar de los grupos del sureste asiático SingTel o Axiata. La brasileña Embraer revolucionó la industria aeronáutica con un modelo de negocio que otros luego imitaron. El grupo indio Tata está comercializando un coche por 3.000 dólares, precio tres o cuatro veces inferior al de sus competidores europeos, y este vehículo no es exactamente de baja intensidad tecnológica: incorpora nada menos que 90 patentes. La china Mindray desarrolló equipos médicos a un coste del 10% de sus competidores occidentales. Desde África, Safaricom, con su sistema de banca móvil, está revolucionando el mercado, al igual que lo han hecho desde India las multinacionales del outsourcing como TCS, Wipro e Infosys.
El mundo digital tampoco se salva de la oleada. La red social Facebook podría haber sido latina: uno de sus socios fundadores es brasileño. El grupo de Internet chino Tencent Holdings es el tercero a nivel mundial en términos de capitalización bursátil (43.000 millones de dólares en 2010). Su primer accionista financiero es otra multinacional emergente, el gigante de medios sudafricano Naspers. Tencent y Naspers, de hecho, se asociaron para invertir en startups, pero, al contrario de Google, sus apuestas no se centran en empresas californianas, sino en las de países emergentes. En 2010 ambas invirtieron en la compañía rusa Mail.ru cerca de 700 millones de dólares. Estos grupos tienen sus bases en Shenzhen, Ciudad del Cabo y Moscú, respectivamente, y se están internacionalizando rápidamente. Naspers hizo adquisiciones importantes en India y en Brasil (comprando el portal de ventas por Internet Buscapé por 340 millones de dólares en 2009). La rusa Digital Sky Technologies (que posee Mail.ru) está presente en las principales startups de Internet de EE UU como Facebook, Zynga o Groupon. A principios de 2011 acaba de elevar la apuesta en Facebook, donde tiene invertido más de 325 millones de dólares.
Estas multinacionales emergentes producen no solo innovación disruptiva, sino también masivamente frugal, lo cual las convierte en competidores letales: Bharat Biotech, por ejemplo, es una empresa farmacéutica india que vende dosis de vacunas para hepatitis B por un precio de 20 centavos de dólar, muy por debajo de sus competidores occidentales, mientras su compatriota Ranbaxy ha hecho lo mismo con vacunas contra la malaria. La también india Bharti Airtel provee servicios de telecomunicaciones de los más baratos del mundo con un modelo de negocio de externalización masivo y disruptivo. La china BYD ha provocado una revolución en el mercado de baterías a base de litio (que serán claves para los coches eléctricos) bajando los costes a base de innovación e investigación. Estas multinacionales están escalando rápidamente las cadenas de valor: la surcoreana Samsung entró con fuerza en 2010 en la lista de las 10 primeras empresas mundiales en términos de inversión en I+D, según la clasificación de la consultora Booz & Company. Israel, por su parte lanzó al mundo cerca de 4.000 startups, convirtiéndose en el segundo país que más empresas tiene cotizando en el NASDAQ.
A esta tendencia se suma una segunda. Las multinacionales de la OCDE ya no apuntan hacia los emergentes solo como mercados donde expandir sus productos e innovaciones. Estos países ya se perfilan también como fuente de innovación y todo apunta que esta será cada vez más disruptiva. El ejemplo más conocido de reverse innovation, que se ha convertido en un estudio de caso en la Universidad de Harvard, es el de General Electric (GE), que originó una de sus innovaciones más disruptivas (un kit de prevención cardiológico) en India, todo ello por un precio más de dos veces inferior al producto que comercializaba anteriormente. Esta innovación fue luego aumentada a nivel global dentro de la compañía. Lo mismo ha hecho Siemens con un escáner de rayos x de bajo coste puesto en marcha por sus ingenieros indios. Las multinacionales OCDE del Fortune 500 ya tienen cerca de 100 centros de investigación y desarrollo ubicados en los emergentes, principalmente en India y China. El centro de I+D de GE en India ya es el mayor del mundo de la compañía. Cisco desembolsó mil millones de dólares para construir otro en India. El de Microsoft en Pekín ya es el mayor que tiene la multinacional fuera de EE UU. Por su parte, IBM emplea más personal en India que en EE UU, y la alemana Siemens tiene el 12% de sus 30.000 ingenieros de I+D en el Asia emergente.
Como lo apunta el informe de la Unesco 2010 sobre la ciencia, China está a punto de superar a EE UU y la UE en número de investigadores. En 2010, el 40% de los estudiantes universitarios chinos estaban centrados en carreras de ciencia e ingeniería, más del doble que en EE UU. Los mercados emergentes ya concentran cerca de 40% del total de los investigadores en el mundo. Al igual que los equilibrios económicos y financieros, la distribución global del esfuerzo de I+D entre el Norte y el Sur se está desplazando rápidamente: en 1990, más del 95% de la I+D se llevaba acabo en los países desarrollados; una década más tarde, este porcentaje se ha reducido al 76%. La tendencia no se revertirá: China ya gasta más de 100.000 millones de dólares en I+D y planea triplicar este monto de aquí al final de la década, lo cual representaría el 2,5% de su PIB (en EE UU representa hoy el 2,7%).
La década en la cual entramos será la de los mercados emergentes. No solo porque veremos el grueso del crecimiento mundial concentrado en estos países, sino también porque veremos cada vez más innovación disruptiva y frugal procedente de estos países. Sin duda, en esta nueva década, la geografía de la innovación, al igual que la de las riquezas de las naciones, va también a experimentar un reequilibrio masivo.
Javier Santiso es profesor de economía de ESADE Business School y director de ESADE Centre for Global Economy and Geopolitics (ESADEgeo).

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