Jorge A. Chávez Presa / El Universal
El estado de Guerrero se encuentra en condiciones deplorables, y mañana, domingo, celebrará elecciones para gobernador. Es difícil pensar que quien gane logre algún cambio importante para sacar a la gran mayoría de su población del atraso en que se encuentra.
Desde cualquier indicador que se vea, la cruda e insultante realidad de Guerrero queda al descubierto. Con una población de casi 3.4 millones de habitantes (Censo de Población 2010), cerca de un millón vive en pobreza extrema, es decir, no tienen el ingreso para comer las suficientes calorías y proteínas para conducir una vida normal. Es la entidad federativa que tiene al municipio más pobre del país: Metlatónoc. Para 2008, el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) publicó que casi 900 mil personas muestran un rezago educativo; 1.8 millones no tiene acceso a los servicios de salud, y 2.5 millones no lo tiene a la seguridad social. Al 31 de diciembre de 2010, el IMSS registraba solamente a 145 mil trabajadores asegurados, mientras que su población económicamente activa (PEA) asciende a 1.3 millones de personas. En cuanto a acceso a la vivienda y a servicios básicos en la vivienda, 1.4 millones no lo tienen.
En términos del Indicador de Desarrollo Humano que publica Naciones Unidas, que mide educación, salud e ingreso ocupa el trigésimo lugar. Esa misma publicación muestra que Guerrero tiene la esperanza de vida al nacer más baja en toda la República Mexicana. Sólo Chiapas y Oaxaca tienen un producto interno bruto (PIB) por habitante más bajo que Guerrero; representa poco más de la mitad del PIB per cápita nacional. Su tasa de crecimiento económico promedio anual (2004-2009) fue de 1.2% menor a la tasa nacional que para ese mismo lapso registró 1.9%.
En materia de justicia y violencia el panorama es desolador. La gente denuncia poco, casi la mitad de lo que es la media nacional. En contraste, el número de homicidios por cada 100 mil habitantes triplica al dato nacional: 45.3 vs. 15.7, sólo superado por Durango (45.86) y Chihuahua (91.54) de acuerdo con el INEGI. Este dato de violencia se duplicó del periodo 2006-2007 al 2008-2009. El Instituto Mexicano para la Competitividad lo ha clasificado como una entidad con mucha corrupción y una pésima calidad institucional de la justicia, en ambos casos muy por debajo del promedio nacional. La impunidad en los municipios de Guerrero es la norma; como ejemplo está el Varuna en Ixtapa, Zihuatanejo, antro que los lugareños atribuyen haberse establecido en terrenos del ex alcalde de ahí. El respeto al derecho ajeno no existe, pero ese antro, por carecer de paredes, contamina con ruido hasta las siete de la mañana a expensas del descanso y tranquilidad de los turistas.
Quien gane este domingo requiere formar un gobierno de unidad, ya no como lema de campaña, sino como una plataforma real para acercar a la mayoría de la población de Guerrero al promedio nacional. Lo podrá hacer sólo si los guerrerenses exigen tener instituciones modernas. Podrían empezar con la autonomía del Poder Judicial. Con los indicadores citados, se puede dar un puntual seguimiento a lo que se haga y deje de hacer en cada una de las áreas. Este monitoreo no sólo le corresponde a los guerrerenses, aunque ellos sean los que voten este domingo, sino también a todos los mexicanos. El gobierno estatal y el de los municipales de Guerrero, reciben proporcionalmente más del ISR, IVA y IEPS del que se genera en esa entidad. Es más, recibe una participación de los ingresos por la extracción de petróleo y gas, en adición a las transferencias etiquetadas que recibe para la educación, salud e infraestructura municipal.
A juzgar por la propaganda que se desplegó, es difícil pensar que habrá un avance importante en Guerrero. Mientras que uno ofrece la misma política social que en el DF, desde luego, sin contar con los recursos fiscales que ahí hay y ahí se generan; el otro promete uniformes y útiles escolares gratis, medicina para todos, agua para todos, fertilizantes gratis, y eliminará el impuesto a la tenencia de vehículos que beneficia más a las personas con ingresos más altos.
La política requiere seriedad y más en un estado como Guerrero con la grave situación económica y social que presenta. Este domingo está en juego algo muy superior a la lucha abierta por aglutinar más clientelas: son 1.5 millones de habitantes entre tres y 24 años, más los que se acumulen, a cuyas vidas se les pueda dar un mejor futuro.
Lo que suceda en Guerrero incidirá en la imagen de México en la aldea global. Acapulco es una de las ventanas más visibles en el exterior. Cada muerte violenta nos lastima, su desorden urbano le resta competitividad y belleza, y la situación que guarden sus playas puede atraer o repeler a turistas nacionales o internacionales. El electorado de Guerrero tiene en sus manos la decisión para que el que llegue haga algo para transformar su injusta realidad, y en las manos de la sociedad organizada de nuestro país estará exigírselo.
Economista
El estado de Guerrero se encuentra en condiciones deplorables, y mañana, domingo, celebrará elecciones para gobernador. Es difícil pensar que quien gane logre algún cambio importante para sacar a la gran mayoría de su población del atraso en que se encuentra.
Desde cualquier indicador que se vea, la cruda e insultante realidad de Guerrero queda al descubierto. Con una población de casi 3.4 millones de habitantes (Censo de Población 2010), cerca de un millón vive en pobreza extrema, es decir, no tienen el ingreso para comer las suficientes calorías y proteínas para conducir una vida normal. Es la entidad federativa que tiene al municipio más pobre del país: Metlatónoc. Para 2008, el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) publicó que casi 900 mil personas muestran un rezago educativo; 1.8 millones no tiene acceso a los servicios de salud, y 2.5 millones no lo tiene a la seguridad social. Al 31 de diciembre de 2010, el IMSS registraba solamente a 145 mil trabajadores asegurados, mientras que su población económicamente activa (PEA) asciende a 1.3 millones de personas. En cuanto a acceso a la vivienda y a servicios básicos en la vivienda, 1.4 millones no lo tienen.
En términos del Indicador de Desarrollo Humano que publica Naciones Unidas, que mide educación, salud e ingreso ocupa el trigésimo lugar. Esa misma publicación muestra que Guerrero tiene la esperanza de vida al nacer más baja en toda la República Mexicana. Sólo Chiapas y Oaxaca tienen un producto interno bruto (PIB) por habitante más bajo que Guerrero; representa poco más de la mitad del PIB per cápita nacional. Su tasa de crecimiento económico promedio anual (2004-2009) fue de 1.2% menor a la tasa nacional que para ese mismo lapso registró 1.9%.
En materia de justicia y violencia el panorama es desolador. La gente denuncia poco, casi la mitad de lo que es la media nacional. En contraste, el número de homicidios por cada 100 mil habitantes triplica al dato nacional: 45.3 vs. 15.7, sólo superado por Durango (45.86) y Chihuahua (91.54) de acuerdo con el INEGI. Este dato de violencia se duplicó del periodo 2006-2007 al 2008-2009. El Instituto Mexicano para la Competitividad lo ha clasificado como una entidad con mucha corrupción y una pésima calidad institucional de la justicia, en ambos casos muy por debajo del promedio nacional. La impunidad en los municipios de Guerrero es la norma; como ejemplo está el Varuna en Ixtapa, Zihuatanejo, antro que los lugareños atribuyen haberse establecido en terrenos del ex alcalde de ahí. El respeto al derecho ajeno no existe, pero ese antro, por carecer de paredes, contamina con ruido hasta las siete de la mañana a expensas del descanso y tranquilidad de los turistas.
Quien gane este domingo requiere formar un gobierno de unidad, ya no como lema de campaña, sino como una plataforma real para acercar a la mayoría de la población de Guerrero al promedio nacional. Lo podrá hacer sólo si los guerrerenses exigen tener instituciones modernas. Podrían empezar con la autonomía del Poder Judicial. Con los indicadores citados, se puede dar un puntual seguimiento a lo que se haga y deje de hacer en cada una de las áreas. Este monitoreo no sólo le corresponde a los guerrerenses, aunque ellos sean los que voten este domingo, sino también a todos los mexicanos. El gobierno estatal y el de los municipales de Guerrero, reciben proporcionalmente más del ISR, IVA y IEPS del que se genera en esa entidad. Es más, recibe una participación de los ingresos por la extracción de petróleo y gas, en adición a las transferencias etiquetadas que recibe para la educación, salud e infraestructura municipal.
A juzgar por la propaganda que se desplegó, es difícil pensar que habrá un avance importante en Guerrero. Mientras que uno ofrece la misma política social que en el DF, desde luego, sin contar con los recursos fiscales que ahí hay y ahí se generan; el otro promete uniformes y útiles escolares gratis, medicina para todos, agua para todos, fertilizantes gratis, y eliminará el impuesto a la tenencia de vehículos que beneficia más a las personas con ingresos más altos.
La política requiere seriedad y más en un estado como Guerrero con la grave situación económica y social que presenta. Este domingo está en juego algo muy superior a la lucha abierta por aglutinar más clientelas: son 1.5 millones de habitantes entre tres y 24 años, más los que se acumulen, a cuyas vidas se les pueda dar un mejor futuro.
Lo que suceda en Guerrero incidirá en la imagen de México en la aldea global. Acapulco es una de las ventanas más visibles en el exterior. Cada muerte violenta nos lastima, su desorden urbano le resta competitividad y belleza, y la situación que guarden sus playas puede atraer o repeler a turistas nacionales o internacionales. El electorado de Guerrero tiene en sus manos la decisión para que el que llegue haga algo para transformar su injusta realidad, y en las manos de la sociedad organizada de nuestro país estará exigírselo.
Economista
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