lunes, 31 de enero de 2011

EE UU Y LOS BRIC

El auge de los BRIC es una gran oportunidad para esa economía estadounidense en fase de recuperación
Los mercados del mundo emergente serán los motores de la actividad mundial
JIM O'NEILL / EL PAÍS
Ahora que nos acercamos al décimo aniversario del concepto BRIC (Brasil, Rusia, India y China), me preguntan con frecuencia cómo se verá afectado EE UU por el auge de las nuevas potencias económicas. ¿Acaso el creciente poder económico de los BRIC, y en especial de China, marca el fin de la supremacía de EE UU?
Antes de intentar responder a esta pregunta, miremos primero en qué estado se encuentran las economías de EE UU y los países BRIC. Actualmente abundan las concepciones poco fundamentadas sobre EE UU. Algunos apuntan que la mayor economía del mundo ha sufrido daños permanentes como resultado de la crisis financiera y señalan su elevada tasa de desempleo, sus consumidores excesivamente endeudados y su fuerte dependencia del capital foráneo. Indudablemente, la crisis crediticia ha tenido un enorme impacto negativo sobre las personas y las empresas, pero no creo que los atributos fundamentales de la economía estadounidense hayan quedado destruidos para siempre. De hecho, la evolución de la productividad, junto con la dinámica demográfica relativamente buena y la fortaleza de los balances de las empresas, hacen prever que EE UU podría encaminarse hacia un crecimiento cercano al 3%. EE UU también se ha beneficiado de la contundencia de la respuesta de las autoridades y de las medidas de dinamización, que ha permitido a la economía cobrar impulso en su recuperación gradual.
Desde una perspectiva macroeconómica, el mayor problema al que se enfrenta la economía estadounidense es la tasa de ahorro, que en algún momento ha rondado el cero. Sin embargo, la tasa de ahorro ha mejorado de forma constante después de que la crisis tocara fondo y ahora se sitúa en el 5% y 6%. Esto es un progreso real, aunque sigue sin llegar al nivel del 8% y 10% que, en mi opinión, necesita alcanzar EE UU.
En lo que respecta a los BRIC, considero que su situación fundamental sigue siendo tan sólida como siempre, impulsada por su demografía favorable, sus constantes mejoras de la productividad, sus crecientes niveles de renta y el rápido crecimiento de su demanda interna. Este último factor reviste una importancia especial, ya que muchos temieron, cuando parecía confirmarse que lo peor de la crisis había pasado, que el mundo no sería capaz de salir adelante sin la fuerza del consumidor estadounidense.
¿Puede la debilidad del consumo estadounidense compensarse con el auge del consumo interno en los países BRIC y otras economías de crecimiento? Estoy totalmente convencido. De hecho, preveo que el consumidor BRIC podría tener el mismo peso que el consumidor estadounidense antes del final de esta década, tanto en términos reales como nominales. Cara al futuro, el conjunto de los BRIC podría aportar hasta un billón de dólares de consumo real adicional de media cada año hasta 2025*. La espectacular expansión de las clases medias (y altas) será el gran motor de estas cifras.
Así pues, ahora que estamos siendo testigos de la pujanza de los BRIC en los mercados internacionales, ¿qué pasa con EE UU? Creo que el auge de los BRIC representa una oportunidad enorme para esa economía estadounidense en fase de recuperación. Si EE UU se posiciona como un potente exportador estará en una situación excelente para beneficiarse del desarrollo del consumo en los BRIC. Pensemos en lo siguiente: China ya se ha convertido en el mayor mercado automovilístico del mundo por ventas. En 10 años, podría convertirse en el mayor mercado aeronáutico del mundo y, en 15 años, podría ser el mayor mercado de productos de lujo del planeta. Además, la tendencia de crecimiento del consumo no se circunscribe a China: juntos, los consumidores de los países BRIC podrían ser los grandes motores de los mercados mundiales de automoción, lujo y viajes en las décadas futuras*.
Esto crea ingentes oportunidades. Las empresas estadounidenses ya están llevando sus potentes marcas y redes de distribución a los mercados de crecimiento del mundo con el fin de satisfacer el crecimiento de la demanda de diversos productos y servicios. Las oportunidades en el plano de la demanda son variadas: no solo fabricantes de coches y productos de lujo, sino también servicios financieros y empresas de atención sanitaria. A medida que los BRIC sigan creciendo y desarrollándose, los mercados de capitales también se beneficiarán. Las nuevas ofertas de valores, las privatizaciones y las ampliaciones de capital contribuirán a la profundización de los mercados de capitales de estos países.
En paralelo al crecimiento continuo de los BRIC, EE UU podría emerger como un poderoso exportador que tiene en la exposición a los mercados de crecimiento una de sus grandes bazas. Al dejar de depender exclusivamente de la demanda interna, EE UU podría tener ante sí más alternativas de crecimiento. No cabe duda de que esto sonará a gloria a los observadores que solo oyen las voces proteccionistas que salen del Capitolio. Sin embargo, en el mundo real las cosas están cambiando y la confirmación la encontramos en los balances de las principales empresas de EE UU, pues muchas de ellas obtienen una parte cada vez mayor de sus ingresos de los llamados mercados emergentes.
Como ocurre siempre, estos escenarios optimistas también están sujetos a riesgos. Los BRIC no son inmunes a las alteraciones del crecimiento económico ni a las convulsiones geopolíticas. Uno de los riesgos concretos asociados al auge del consumo es el medio ambiente. Más coches, más aviones y más demanda de recursos naturales podrían, sin duda, suscitar más amenazas para el medio ambiente. Por suerte, algunos países BRIC y N-11 (Los next eleven, u once siguientes: Bangladesh, Corea del Sur, Egipto, Filipinas, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Turquía y Vietnam) se están tomando esta amenaza muy en serio. Brasil ya es un líder mundial en tecnologías limpias, y el Gobierno chino ha fijado ambiciosos objetivos de eficiencia energética para los próximos años y está cerca de alcanzar algunos de ellos. Obviamente, los esfuerzos en pos de la eficiencia energética también crearán oportunidades para las empresas estadounidenses innovadoras que puedan exportar conocimiento y servicios a este sector de rápido crecimiento.
Lo que sí me parece claro es que los BRIC y otros mercados de crecimiento del mundo emergente serán los motores de la economía mundial y esto no debería verse como una amenaza para EE UU. Más bien al contrario: EE UU también puede ayudar a que los sueños de los BRIC se hagan realidad. -
*Goldman Sachs: The Rise of the BRIC and N-11 Consumers.
Jim O'Neill es presidente de Goldman Sachs Asset Management (GSAM).

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