viernes, 13 de agosto de 2010

LUCHA A MUERTE

Esteban Moctezuma Barragán / El Universal
Una mala noticia. México se debe enfrentar a la más grande, violenta y corrupta transnacional del planeta: las drogas. Para hacerlo, debemos tener los pies bien firmes en la tierra y conocer a fondo el monstruo. Para empezar, su tamaño en el mercado global se estima en 400 mil millones de dólares.
¿Qué significa esto? Un valor mayor que el PIB de 165 países del mundo. ¡Casi del 90% de las naciones!
El valor de las ventas al mayoreo de las drogas en el mundo es mayor que el de toda la producción de tabaco, vino, trigo, chocolate, cerveza, café y té ¡juntos!
Por ello, el llamado a un diálogo sobre la inseguridad en general, y sobre la guerra contra el narcotráfico, en particular, es una solicitud de auxilio implícita del presidente Calderón, al darse cuenta de lo complicado de este enfrentamiento. Una pésima noticia es que, no obstante el tamaño del enemigo, es una lucha que debe darse por razones de subsistencia del Estado mexicano.
Nadie debe tomar a la ligera ese diálogo, mucho menos el propio Presidente, quien podría pensar que ya cumplió con invitar a la mesa a los actores principales y que deberá esperar respuesta de ellos. ¡No! El diálogo debe ser una obsesión de Calderón, ya que si se cae esta oportunidad, se derrumba con ella la columna vertebral de su política sexenal, seguida con las posibilidades de avanzar en la cura de lo que él mismo llamó “cáncer con metástasis”.
¿Qué hace una persona cuando sabe que tiene cáncer con metástasis?, ¿Lo ignora y se resigna a morir?, ¿Lo niega como avestruz escondiendo la cabeza?, ¿Lo combate?, ¿Se autorreceta con medicinas de su botiquín?
¿O todo lo contrario? Investiga, solicita opiniones de expertos, comenta con quienes ya pasaron por este calvario, busca lo más avanzado en su lucha a muerte, estudia la mejor tecnología, y, finalmente, sigue las indicaciones del equipo médico seleccionado.
Así se debe entender el diálogo propuesto. Ningún mexicano es ajeno a éste. Debe verse con toda seriedad ya que afectará el futuro de todos. Ese diálogo debe ser el inicio de la construcción de una política de Estado para los próximos 20 años.
¿Por qué? Porque para luchar contra el narcotráfico, debemos conocer a fondo un fenómeno que tiene muchas aristas y actuar en todas ellas.
Es pésima noticia conocer el tamaño del problema, pero es buena noticia saber que somos muchos más los aliados de la libertad y la paz y que en varios países hay avances importantes.
Empezar a resolver el problema demanda actuar en nueve fases: producción, tráfico, comercio, guerra contra las drogas, lavado de dinero, despenalización, que no es lo mismo que la legalización, regulación, control de las drogas y una política de comunicación ad hoc.
Pero como este problema es global, con un claro centro en el mercado de Estados Unidos, el diálogo debe abrir una décima fase: la participación de los países de la región. Solos no podremos. Es una tarea del conjunto de las naciones. México no podrá avanzar significativamente, solo.
Es uno de los principales problemas a nivel nacional y mundial, a la par del cambio climático y de la migración. No atajarlo es dejar crecer el cáncer, con sus metástasis que debilitan todo el tejido social.
El Estado moderno surgió precisamente al ofrecer seguridad y exigir impuestos y lealtad. Sin ley, no hay seguridad, ni lealtad, sólo un Estado cobrador de impuestos.
Quienes ven el llamado presidencial sólo a través de sus lentes partidistas nos muestran una vez más su recurrente miopía.

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