miércoles, 9 de junio de 2010

GASTO PÚBLICO RESPONSABLE

Luis Foncerrada Pascal / El Universal
Un presupuesto es el mecanismo para asignar de manera inteligente los recursos limitados y escasos que tiene una familia, una empresa o un país. En el caso de un país, el presupuesto es la forma de llevar a cabo el gasto público; a todos los niveles de gobierno y en los tres poderes, es el instrumento más importante de las políticas públicas porque define la cantidad de recursos que se asignan a la administración, a programas, a proyectos de infraestructura; manifiesta, por lo tanto, la preocupación, la intención y la estrategia para satisfacer, de la manera más eficiente, las necesidades sociales, económicas y políticas que se deben atender. Cuando los recursos son limitados frente a las carencias es fundamental crear una jerarquía de prioridades y pensar con responsabilidad y con lucidez el uso de tan importantes recursos. El presupuesto es la forma en que se definen y se llevan a cabo las políticas públicas.
Es el indicador del entendimiento y, sin duda, del compromiso de las autoridades para mejorar la calidad del país, de un estado, de una región, de un municipio o de una ciudad. Para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. En los presupuestos de la federación, en los de las entidades federales, en los de los municipios y en los de cada uno de los poderes se debe leer, con total claridad, el orden asignado a las prioridades. Un presupuesto manifiesta la conciencia de los que lo elaboran, el entendimiento de las carencias y de los problemas del sector, de la región o de la comunidad.
En la secuencia de año con año, deberíamos poder conocer, a través de las modificaciones en el presupuesto, los logros, los avances y los retos urgentes. En los renglones de gasto, comparado con el de los periodos anteriores podríamos saber así las prioridades asignadas y, sin duda, la evaluación del avance y logros. Los nuevos montos en los diversos renglones de gasto serían el indicador perfecto del proceso de mejoría y de la prioridad asignada a cierto tema de la vida de la República. Sabríamos cómo se van resolviendo las diversas carencias en materia de infraestructura, de educación, de salud, de todos y cada uno de los retos y el avance, bien evaluado.
Con información completa y a tiempo, un presupuesto para el año presenta lo logrado, lo por hacer y lo prioritario. Evalúa con precisión lo hecho, lo gastado; mide los efectos y corrige. Mejora el uso y la eficiencia del gasto. Revisa y ordena las prioridades.
Esto es gobernar de manera responsable. En cada nivel de gobierno y, por supuesto, en cada poder.
¿Cuál de nuestros poderes cumple con esta responsabilidad mínima?, ¿en qué presupuesto se lee claramente y se explican los motivos del gasto, el porqué de esas prioridades?, ¿quién presenta o discute la evaluación de los resultados, del gasto, del uso de nuestros escasísimos recursos? ¿En el presupuesto de la federación?, ¿en el de alguno de los estados, en el de algún municipio? ¿El presupuesto del Poder Judicial?, ¿el del Legislativo?
Hay una serie de planteamientos correctos, ya en las leyes, pero no se han instrumentado. Desgraciadamente, al día de hoy no hay gasto con responsabilidad. No hay exposiciones reales de motivos, los motivos no pueden presentarse sin evaluación de lo hecho, de lo no hecho y de lo prioritario.
Los presupuestos son para definir prioridades y para resolver carencias. Para dar cuentas. Sin evaluación de los resultados no hay presupuesto válido, legítimo.
Se deben instrumentar las siguientes medidas:
1. Indicadores y metas de desempeño para cada una de las dependencias y entidades de la República, incluyendo a los tres Poderes de la Unión y, por supuesto, los tres órdenes de gobierno. Es preciso que existan referencias cuantitativas, no subjetivas, para poder calificar la actuación de los funcionarios públicos y para que los mexicanos sepamos qué resultados se obtendrán a cambio del dinero que aportamos a través de los impuestos.
2. Un mecanismo eficiente para vigilar, en tiempo real, los procesos de asignación de contratos y de pagos realizados por cualquier entidad gubernamental.
3. Un proceso de reingeniería de todo el aparato público de México, en los tres órdenes de gobierno, tendiente a simplificar y modernizar la administración pública de este país.
4. Un verdadero sistema de premios y castigos. No más impunidad en la actuación de nuestros funcionarios gubernamentales.
5. Verdadera transparencia y rendición de cuentas en todos los ámbitos de los tres Poderes de la Unión y los tres órdenes de gobierno, federal, estatal y municipal.
Sólo así tendremos un sector público eficiente, en el que los ciudadanos puedan confiar y tener la convicción de que los programas gubernamentales son inteligentes y objetivos, los más adecuados; sólo así sabremos que nuestros recursos son aprovechados de la mejor manera y que no son derrochados ni utilizados de manera corrupta.
Director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado


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