Miguel Ángel Granados Chapa / Diario AZ
Desde que asumió la dirección general del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes Linares utilizó ese cargo como plataforma para llegar al gobierno de Veracruz, ahora por la vía de Acción Nacional y no del PRI en que había militado desde muchacho. Con ese propósito, privilegió la inversión de ese organismo en su estado natal, viajó a él con frecuencia inusitada, publicitó esos viajes, así su objetivo fuese de menor importancia, con fuerte gasto en los medios locales. Siempre figuraba en el centro de la información pagada, salvo cuando aparecía al lado del presidente Calderón, o de la pareja presidencial, pues entonces el móvil era mostrar a los veracruzanos cuán cercano estaba al titular del poder ejecutivo, proximidad de la que derivaría a la postre la candidatura que ahora despliega.
La autopromoción de Yunes era en sí misma una infracción a la norma constitucional que prohíbe la propaganda personalizada. Pero como el artículo 134, reformado en 2007, no ha sido reglamentado, el entonces director del ISSSTE lo pasó por alto, algo que un funcionario probo, movido por la ética de la responsabilidad en el desempeño de su cargo no hubiera hecho, pues el principio está sentado aunque no se determinen las sanciones en que incurren quienes lo infringen.
Era tal la frecuencia con que Yunes aparecía en su tierra natal y lo divulgaba a través de información pagada, que todo el mundo se percató del ánimo político-electoral con que procedía. Pero ahora ha aparecido un libro donde se documenta con puntualidad el trasiego de dinero público practicado por el director general del ISSSTE a medios informativos de Veracruz para hacerse presente en lo que claramente pueden ser interpretados hoy que es candidato como actos anticipados de campaña, que nadie, ni en su partido ni fuera de él, pudo enfrentar debido a su carácter oneroso. Se trata del resultado de una minuciosa investigación realizada por Ramón Méndez López, que tituló a su obra “La campaña del dinero sucio. Cómo utilizó Miguel Ángel Yunes el presupuesto del ISSSTE para su promoción política”.
En poco más de dos años que duraron esos actos anticipados de campaña. Yunes hizo pagar al ISSSTE más de veinte millones de pesos en inserciones publicitarias en diarios veracruzanos, principalmente los que se editan en la capital y en las ciudades más pobladas de la entidad. No sólo derrochaba el dinero para anunciar el inicio de la construcción de un hospital y después para avisar de su inauguración; también empleaba el dinero público para librar su combate personal contra el gobierno estatal.
Por ejemplo, el primero de abril del año pasado pagó 270 mil pesos por dos planas a todo color en el diario cordobés El Mundo. La nota, en apariencia neutra e inocente, estaba encabezada como sigue: “El ISSSTE tiene programada la construcción de un hospital en Córdoba”. Bajo esa apariencia se ocultaba una acusación al gobierno municipal priísta. El texto explicaba: “Veracruz es la única entidad del país donde al ISSSTE le ponen obstáculos para llevar a cabo obras en beneficio de sus derechohabientes, sin reparar en que los afectados son ellos mismos. Lo lamentamos”.
Yunes promovía su imagen al anunciar, asimismo, la inversión que el ISSSTE realizaba en su entidad natal. No lo hacía sólo en diarios veracruzanos. El cinco de julio de 2007, cuando faltaba un semestre para la entrada en vigor de un presupuesto que ni siquiera estaba aprobado, La Jornada de la Ciudad de México tituló a un infomercial de la siguiente manera: “Anuncia Yunes inversión de casi siete mil millones de pesos en Veracruz. Al año siguiente, el primero de febrero, el Diario de Xalapa anunció: “Duplicará el ISSSTE la inversión en Veracruz: Yunes”.
En ese momento ya estaba vigente la restricción constitucional del artículo 134 referida a la propaganda gubernamental. Entre otros puntos, ese texto establece: “La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social que difundan como tales los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personal de cualquier servidor público”.
Contradictorio o mendaz como es, Yunes salió al paso de las observaciones sobre su frecuente presencia veracruzana y el seguimiento propagandístico que era su secuela. Un día justificó sus desplazamientos por sus deberes como funcionario público. Otro alardeó de su precampaña, ya como precandidato. He aquí la primera respuesta, suscitada por una denuncia que presentó en noviembre pasado la diputada priísta Elvia Ruiz -denuncia que padece la misma suerte que las presentadas por cualquier hijo de vecino, no se ha movido desde entonces-:
“Voy a Veracruz al igual que a los demás estados”, dijo a sabiendas que era notoria la desproporción entre los viajes a su estado y los del resto de la república. Pero luego dijo la verdad, parapetado en su condición de ciudadano, no la de director general del ISSSTE, que ha de ser como una vestimenta que se quita el fin de semana, como la corbata. En 60 municipios, dijo, dio conferencias “como parte de mi estrategia para lograr la candidatura del PAN a gobernador del estado”. Y aunque se excusa diciendo que “todo fue pagado por mis propios recursos”, era el ISSSTE quien lo cubría.
Desde que asumió la dirección general del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes Linares utilizó ese cargo como plataforma para llegar al gobierno de Veracruz, ahora por la vía de Acción Nacional y no del PRI en que había militado desde muchacho. Con ese propósito, privilegió la inversión de ese organismo en su estado natal, viajó a él con frecuencia inusitada, publicitó esos viajes, así su objetivo fuese de menor importancia, con fuerte gasto en los medios locales. Siempre figuraba en el centro de la información pagada, salvo cuando aparecía al lado del presidente Calderón, o de la pareja presidencial, pues entonces el móvil era mostrar a los veracruzanos cuán cercano estaba al titular del poder ejecutivo, proximidad de la que derivaría a la postre la candidatura que ahora despliega.
La autopromoción de Yunes era en sí misma una infracción a la norma constitucional que prohíbe la propaganda personalizada. Pero como el artículo 134, reformado en 2007, no ha sido reglamentado, el entonces director del ISSSTE lo pasó por alto, algo que un funcionario probo, movido por la ética de la responsabilidad en el desempeño de su cargo no hubiera hecho, pues el principio está sentado aunque no se determinen las sanciones en que incurren quienes lo infringen.
Era tal la frecuencia con que Yunes aparecía en su tierra natal y lo divulgaba a través de información pagada, que todo el mundo se percató del ánimo político-electoral con que procedía. Pero ahora ha aparecido un libro donde se documenta con puntualidad el trasiego de dinero público practicado por el director general del ISSSTE a medios informativos de Veracruz para hacerse presente en lo que claramente pueden ser interpretados hoy que es candidato como actos anticipados de campaña, que nadie, ni en su partido ni fuera de él, pudo enfrentar debido a su carácter oneroso. Se trata del resultado de una minuciosa investigación realizada por Ramón Méndez López, que tituló a su obra “La campaña del dinero sucio. Cómo utilizó Miguel Ángel Yunes el presupuesto del ISSSTE para su promoción política”.
En poco más de dos años que duraron esos actos anticipados de campaña. Yunes hizo pagar al ISSSTE más de veinte millones de pesos en inserciones publicitarias en diarios veracruzanos, principalmente los que se editan en la capital y en las ciudades más pobladas de la entidad. No sólo derrochaba el dinero para anunciar el inicio de la construcción de un hospital y después para avisar de su inauguración; también empleaba el dinero público para librar su combate personal contra el gobierno estatal.
Por ejemplo, el primero de abril del año pasado pagó 270 mil pesos por dos planas a todo color en el diario cordobés El Mundo. La nota, en apariencia neutra e inocente, estaba encabezada como sigue: “El ISSSTE tiene programada la construcción de un hospital en Córdoba”. Bajo esa apariencia se ocultaba una acusación al gobierno municipal priísta. El texto explicaba: “Veracruz es la única entidad del país donde al ISSSTE le ponen obstáculos para llevar a cabo obras en beneficio de sus derechohabientes, sin reparar en que los afectados son ellos mismos. Lo lamentamos”.
Yunes promovía su imagen al anunciar, asimismo, la inversión que el ISSSTE realizaba en su entidad natal. No lo hacía sólo en diarios veracruzanos. El cinco de julio de 2007, cuando faltaba un semestre para la entrada en vigor de un presupuesto que ni siquiera estaba aprobado, La Jornada de la Ciudad de México tituló a un infomercial de la siguiente manera: “Anuncia Yunes inversión de casi siete mil millones de pesos en Veracruz. Al año siguiente, el primero de febrero, el Diario de Xalapa anunció: “Duplicará el ISSSTE la inversión en Veracruz: Yunes”.
En ese momento ya estaba vigente la restricción constitucional del artículo 134 referida a la propaganda gubernamental. Entre otros puntos, ese texto establece: “La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social que difundan como tales los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personal de cualquier servidor público”.
Contradictorio o mendaz como es, Yunes salió al paso de las observaciones sobre su frecuente presencia veracruzana y el seguimiento propagandístico que era su secuela. Un día justificó sus desplazamientos por sus deberes como funcionario público. Otro alardeó de su precampaña, ya como precandidato. He aquí la primera respuesta, suscitada por una denuncia que presentó en noviembre pasado la diputada priísta Elvia Ruiz -denuncia que padece la misma suerte que las presentadas por cualquier hijo de vecino, no se ha movido desde entonces-:
“Voy a Veracruz al igual que a los demás estados”, dijo a sabiendas que era notoria la desproporción entre los viajes a su estado y los del resto de la república. Pero luego dijo la verdad, parapetado en su condición de ciudadano, no la de director general del ISSSTE, que ha de ser como una vestimenta que se quita el fin de semana, como la corbata. En 60 municipios, dijo, dio conferencias “como parte de mi estrategia para lograr la candidatura del PAN a gobernador del estado”. Y aunque se excusa diciendo que “todo fue pagado por mis propios recursos”, era el ISSSTE quien lo cubría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario