El derrame de crudo en el Golfo “ha sido demasiado traumático” para la industria petrolera
Ya no son prioritarios y hay un cambio de jerarquización, afirma el consejero Ruiz Alarcón
Los contratos y seguros serán más caros y las normas de seguridad más severas: Huerta Durán
Israel Rodríguez / Periódico La Jornada
A dos meses del derrame de crudo de British Petroleum en el Golfo de México, los proyectos en aguas profundas de Petróleos Mexicanos (Pemex) se van a reconfigurar plenamente, aseguraron Fluvio Ruiz y Carlos Huerta, consejero profesional y asesor del consejo de administración de la petrolera, respectivamente.
Ruiz Alarcón afirmó: “Hay un cambio en la jerarquización de los proyectos y se va a trabajar más en las cuencas del sur-sureste en aguas someras para ir ampliando la frontera exploratoria. Si bien el programa de aguas profundas permanece en Pemex, yo diría que ahora ya no es un tema prioritario”.
Carlos Huerta indicó que esto se va a reflejar en el plan de negocios de la petrolera, e incluso dentro del propio organismo público, a través del Comité de Medio Ambiente, se procesa ya la información y se analiza qué se debe hacer.
Aclaró que esto va a llevar mucho tiempo porque “todavía no sabemos cuáles fueron las causas verdaderas y cuáles serán las consecuencias, y hasta que no termine todo este asunto se va a comenzar a diseñar una nueva estrategia y regulación en términos de normatividad ambiental y de seguridad”.
Ambos funcionarios coincidieron en que el derrame petrolero “ha sido demasiado traumático para la industria”, por lo que estimaron que los proyectos se van a cancelar en los próximos 10 años. Esto va a suceder en toda la industria internacional, no solamente en Pemex, sino en todas las empresas petroleras, porque van a tomar medidas muy importantes. Los gobiernos van a ser muy exigentes con las medidas de seguridad. “Estamos por ver cuáles son las consecuencias en términos ambientales y en términos de la restructuración que va a causar este derrame petrolero”, advirtieron.
En entrevista con La Jornada consideraron que para que los proyectos (en aguas profundas) sean rentables “tendríamos que tener precios promedio en los próximos años, de entre 80 y 90 dólares por barril como piso, con el propósito de que incursionar en aguas profundas fuera un proyecto rentable”.
Huerta Durán, maestro en economía por la UNAM con especialidad en economía matemática y economía internacional, y actualmente asesor en economía política de la energía del consejo de administración de Pemex, aseguró: “El accidente va a modificar sustancialmente la industria, porque los contratos se van a encarecer. Obviamente habrá una normatividad mucho más estricta, rigurosa y severa con respecto a la seguridad y el medio ambiente”. Además, el costo de pólizas de seguros y reaseguros aumentará. Todo para que se garantice que no vuelva a suceder un accidente de esta magnitud.
Seguramente, añadió, esto tiene que abrir la posibilidad de que de una vez por todas Pemex también se involucre en las energías alternativas. “Me parece que ése es un pendiente que hemos dejado y que ahora toma mucha relevancia, porque aunque todavía el hidrocarburo sigue siendo la energía más usada en el mundo; también vemos los efectos tan nocivos en la contaminación que causa”.
Fluvio Ruiz Alarcón, doctor en economía del petróleo por la Universidad de La Sorbona de París, actual consejero profesional de Pemex y también presidente del Comité de Desarrollo e Investigación Tecnológica del consejo de administración de ese organismo, señaló que, después del derrame de Luisiana, sin duda todo lo que tiene que ver con aguas profundas se tendrá que pensar a partir de las lecciones de este accidente. “Si algo rescatable puede tener este derrame es que pueden salir líneas, orientaciones técnicas y tecnológicas para hacer trabajos en aguas profundas”.
Hasta el momento Pemex ha perforado 14 pozos en aguas profundas, de los cuales 13 resultaron secos y solamente uno produce gas, pese a que se han destinado 16 mil 798.5 millones de pesos a estudios y perforación.
Aunque no existe una convención internacional para definir las aguas profundas, el gobierno de Estados Unidos –donde comenzó esa rama de la industria petrolera– considera como tales aquellas de más de mil pies de profundidad, alrededor de 300 metros. Algunas publicaciones especializadas de ese país denominan profundas las de más de 500 metros, y ultraprofundas las de más de mil 500 metros de tirante de agua.
Originalmente el programa de perforación en tirantes superiores a 500 metros para 2010 considera la perforación de tres pozos, de los cuales el Labay-1 fue terminado en marzo de 2010. Para 2011 se planea un programa de perforación de seis pozos, uno de los cuales está en el área de Perdido.
Ya no son prioritarios y hay un cambio de jerarquización, afirma el consejero Ruiz Alarcón
Los contratos y seguros serán más caros y las normas de seguridad más severas: Huerta Durán
Israel Rodríguez / Periódico La Jornada
A dos meses del derrame de crudo de British Petroleum en el Golfo de México, los proyectos en aguas profundas de Petróleos Mexicanos (Pemex) se van a reconfigurar plenamente, aseguraron Fluvio Ruiz y Carlos Huerta, consejero profesional y asesor del consejo de administración de la petrolera, respectivamente.
Ruiz Alarcón afirmó: “Hay un cambio en la jerarquización de los proyectos y se va a trabajar más en las cuencas del sur-sureste en aguas someras para ir ampliando la frontera exploratoria. Si bien el programa de aguas profundas permanece en Pemex, yo diría que ahora ya no es un tema prioritario”.
Carlos Huerta indicó que esto se va a reflejar en el plan de negocios de la petrolera, e incluso dentro del propio organismo público, a través del Comité de Medio Ambiente, se procesa ya la información y se analiza qué se debe hacer.
Aclaró que esto va a llevar mucho tiempo porque “todavía no sabemos cuáles fueron las causas verdaderas y cuáles serán las consecuencias, y hasta que no termine todo este asunto se va a comenzar a diseñar una nueva estrategia y regulación en términos de normatividad ambiental y de seguridad”.
Ambos funcionarios coincidieron en que el derrame petrolero “ha sido demasiado traumático para la industria”, por lo que estimaron que los proyectos se van a cancelar en los próximos 10 años. Esto va a suceder en toda la industria internacional, no solamente en Pemex, sino en todas las empresas petroleras, porque van a tomar medidas muy importantes. Los gobiernos van a ser muy exigentes con las medidas de seguridad. “Estamos por ver cuáles son las consecuencias en términos ambientales y en términos de la restructuración que va a causar este derrame petrolero”, advirtieron.
En entrevista con La Jornada consideraron que para que los proyectos (en aguas profundas) sean rentables “tendríamos que tener precios promedio en los próximos años, de entre 80 y 90 dólares por barril como piso, con el propósito de que incursionar en aguas profundas fuera un proyecto rentable”.
Huerta Durán, maestro en economía por la UNAM con especialidad en economía matemática y economía internacional, y actualmente asesor en economía política de la energía del consejo de administración de Pemex, aseguró: “El accidente va a modificar sustancialmente la industria, porque los contratos se van a encarecer. Obviamente habrá una normatividad mucho más estricta, rigurosa y severa con respecto a la seguridad y el medio ambiente”. Además, el costo de pólizas de seguros y reaseguros aumentará. Todo para que se garantice que no vuelva a suceder un accidente de esta magnitud.
Seguramente, añadió, esto tiene que abrir la posibilidad de que de una vez por todas Pemex también se involucre en las energías alternativas. “Me parece que ése es un pendiente que hemos dejado y que ahora toma mucha relevancia, porque aunque todavía el hidrocarburo sigue siendo la energía más usada en el mundo; también vemos los efectos tan nocivos en la contaminación que causa”.
Fluvio Ruiz Alarcón, doctor en economía del petróleo por la Universidad de La Sorbona de París, actual consejero profesional de Pemex y también presidente del Comité de Desarrollo e Investigación Tecnológica del consejo de administración de ese organismo, señaló que, después del derrame de Luisiana, sin duda todo lo que tiene que ver con aguas profundas se tendrá que pensar a partir de las lecciones de este accidente. “Si algo rescatable puede tener este derrame es que pueden salir líneas, orientaciones técnicas y tecnológicas para hacer trabajos en aguas profundas”.
Hasta el momento Pemex ha perforado 14 pozos en aguas profundas, de los cuales 13 resultaron secos y solamente uno produce gas, pese a que se han destinado 16 mil 798.5 millones de pesos a estudios y perforación.
Aunque no existe una convención internacional para definir las aguas profundas, el gobierno de Estados Unidos –donde comenzó esa rama de la industria petrolera– considera como tales aquellas de más de mil pies de profundidad, alrededor de 300 metros. Algunas publicaciones especializadas de ese país denominan profundas las de más de 500 metros, y ultraprofundas las de más de mil 500 metros de tirante de agua.
Originalmente el programa de perforación en tirantes superiores a 500 metros para 2010 considera la perforación de tres pozos, de los cuales el Labay-1 fue terminado en marzo de 2010. Para 2011 se planea un programa de perforación de seis pozos, uno de los cuales está en el área de Perdido.
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