El Fondo cree que las trabas a la fluctuación del tipo de cambio "atascarían el reequilibro global" EE UU y Japón deberán hacer un ajuste fiscal mayor
La moneda china está entre un 15 y un 40% debajo de su valor real
ALEJANDRO BOLAÑOS / EL PAÍS
El Gobierno chino sabía lo que se hacía cuando decidió, a principios de la semana pasada, permitir una ligera y gradual apreciación del yuan respecto al dólar. La cumbre del G-20 en Toronto iba a ser la primera parada de la nueva estrategia para reequilibrar la economía mundial. Antes de la crisis, la habitual polarización entre países que exportan y ahorran (China y, en menor medida, Alemania) y países que importan y se endeudan (EE UU y parte de la zona euro) había llegado a extremos insostenibles. El G-20 encomendó al Fondo Monetario Internacional (FMI) que desarrollara recetas para reconducir la situación. Y el Fondo las presentó el pasado domingo, pero con una salvedad: servirán de poco si China no cambia su política. "Los impedimentos a la fluctuación de los tipos de cambio atascarían el reequilibrio global", sentencia en el informe, distribuido tras el fin de la cumbre.
La acción preventiva de Pekín permitió aliviar la presión política, pero las dudas entre los países avanzados persisten. A fin de cuentas el Gobierno chino solo ha anunciado que dejará fluctuar el yuan hasta un 0,5% sobre el valor de la sesión anterior y su arsenal de reservas le permite, de hecho, decidir cada día cuánto se aprecia. Hasta ahora (ayer la divisa china tocó otro máximo respecto al dólar) deja que recupere valor, pero no hay ninguna garantía de que lo siga haciendo. Y los mercados de futuros adelantan que la apreciación este año no superará el 3% cuando los expertos sostienen que el yuan está entre un 15% y un 40% por debajo de su valor real.
Aun tras el movimiento táctico chino, la presión se dejó notar en la cumbre. "No vamos a permitir que nadie pavimente el camino de su prosperidad con las exportaciones a Estados Unidos", recalcó el presidente de EE UU, Barack Obama. "Mantener la moneda infravalorada no es consistente con un crecimiento mundial más equilibrado" concluyó. La decisión de Pekín fue elogiada por el resto del G-20, pero el Gobierno de Hu Jintao no dejó que ese entusiasmo fuera muy lejos. "Nuestros amigos chinos no han querido que se les mencionara en el comunicado", indicó el presidente francés, Nicolas Sarkozy. "La vuelta a un crecimiento sostenible es una tarea compleja, no se hace de la noche a la mañana", advirtió Hu Jintao.
El informe del FMI concluye que las recetas recomendadas permitirían acortar en un 25% las diferencias en los saldos comerciales y aumentar en un 2,5% el crecimiento de la economía mundial en los próximos cinco años. Pero matiza que eso exigiría un reajuste de los tipos de cambio, imposible si China no deja flotar el yuan sin restricciones.
El Fondo plantea tres tipos de recetas: un intenso ajuste fiscal para las economías avanzadas; políticas que fortalezcan las redes de seguridad social y la inversión en infraestructuras en los emergentes; y reformas estructurales contundentes en los países industrializados con problemas de productividad.
Como modelo para un ajuste presupuestario más intenso, compatible con el crecimiento, el FMI aconseja que EE UU modifique su estructura de ingresos (elevando el impuesto sobre el consumo y recortando impuestos directos sobre la renta y el capital), encoja el sector público y reduzca las transferencias al sector privado. Así, plantea que EE UU intensifique hasta en tres puntos porcentuales del PIB la senda de ajuste prevista, recomendación que extiende a Japón. En ambos casos supondría un recorte más intenso que el asumido por el G-20 (reducir el déficit a la mitad en 2013). En el caso de los países de la zona euro, sus programas de estabilidad ya contemplan un ajuste mayor.
ALEJANDRO BOLAÑOS / EL PAÍS
El Gobierno chino sabía lo que se hacía cuando decidió, a principios de la semana pasada, permitir una ligera y gradual apreciación del yuan respecto al dólar. La cumbre del G-20 en Toronto iba a ser la primera parada de la nueva estrategia para reequilibrar la economía mundial. Antes de la crisis, la habitual polarización entre países que exportan y ahorran (China y, en menor medida, Alemania) y países que importan y se endeudan (EE UU y parte de la zona euro) había llegado a extremos insostenibles. El G-20 encomendó al Fondo Monetario Internacional (FMI) que desarrollara recetas para reconducir la situación. Y el Fondo las presentó el pasado domingo, pero con una salvedad: servirán de poco si China no cambia su política. "Los impedimentos a la fluctuación de los tipos de cambio atascarían el reequilibrio global", sentencia en el informe, distribuido tras el fin de la cumbre.
La acción preventiva de Pekín permitió aliviar la presión política, pero las dudas entre los países avanzados persisten. A fin de cuentas el Gobierno chino solo ha anunciado que dejará fluctuar el yuan hasta un 0,5% sobre el valor de la sesión anterior y su arsenal de reservas le permite, de hecho, decidir cada día cuánto se aprecia. Hasta ahora (ayer la divisa china tocó otro máximo respecto al dólar) deja que recupere valor, pero no hay ninguna garantía de que lo siga haciendo. Y los mercados de futuros adelantan que la apreciación este año no superará el 3% cuando los expertos sostienen que el yuan está entre un 15% y un 40% por debajo de su valor real.
Aun tras el movimiento táctico chino, la presión se dejó notar en la cumbre. "No vamos a permitir que nadie pavimente el camino de su prosperidad con las exportaciones a Estados Unidos", recalcó el presidente de EE UU, Barack Obama. "Mantener la moneda infravalorada no es consistente con un crecimiento mundial más equilibrado" concluyó. La decisión de Pekín fue elogiada por el resto del G-20, pero el Gobierno de Hu Jintao no dejó que ese entusiasmo fuera muy lejos. "Nuestros amigos chinos no han querido que se les mencionara en el comunicado", indicó el presidente francés, Nicolas Sarkozy. "La vuelta a un crecimiento sostenible es una tarea compleja, no se hace de la noche a la mañana", advirtió Hu Jintao.
El informe del FMI concluye que las recetas recomendadas permitirían acortar en un 25% las diferencias en los saldos comerciales y aumentar en un 2,5% el crecimiento de la economía mundial en los próximos cinco años. Pero matiza que eso exigiría un reajuste de los tipos de cambio, imposible si China no deja flotar el yuan sin restricciones.
El Fondo plantea tres tipos de recetas: un intenso ajuste fiscal para las economías avanzadas; políticas que fortalezcan las redes de seguridad social y la inversión en infraestructuras en los emergentes; y reformas estructurales contundentes en los países industrializados con problemas de productividad.
Como modelo para un ajuste presupuestario más intenso, compatible con el crecimiento, el FMI aconseja que EE UU modifique su estructura de ingresos (elevando el impuesto sobre el consumo y recortando impuestos directos sobre la renta y el capital), encoja el sector público y reduzca las transferencias al sector privado. Así, plantea que EE UU intensifique hasta en tres puntos porcentuales del PIB la senda de ajuste prevista, recomendación que extiende a Japón. En ambos casos supondría un recorte más intenso que el asumido por el G-20 (reducir el déficit a la mitad en 2013). En el caso de los países de la zona euro, sus programas de estabilidad ya contemplan un ajuste mayor.
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