viernes, 11 de junio de 2010

EN ECONOMÍA, EL ERROR COMO VIRTUD

Arturo Herrera /El Universal
A lo largo de la semana pasada y durante su programa de televisión La Hora de Opinar, Leo Zuckermann planteó a sus invitados la siguiente pregunta: ¿Cuál es el principal logro del Presidente a la fecha? Una pregunta difícil de contestar, porque en un entorno como el que vive México actualmente, con un grave problema de inseguridad y en medio de la crisis económica más seria en casi 80 años, es más fácil hablar de lo que ha salido mal que de lo que ha salido bien.
Aún así me sorprendió mucho una de las respuestas más recurrentes: el mayor logro de la administración de Felipe Calderón fue “el mantener la estabilidad económica”; en esa respuesta coincidieron la destacada politóloga Denisse Dresser, el diputado federal por el PAN Luis Enrique Mercado y el propio Leo Zuckermann; un analista más, Guillermo García, señaló como logro el haber evitado que la crisis económica fuera más grave. Esta estabilidad, argumentaron, se debía a un manejo macroeconómico prudente.
Me resulta difícil entender qué hay de correcto en una política que obtiene como resultado una caída del producto interno bruto (PIB) de 6.5% y duplica la tasa de desempleo en tan sólo 16 meses. Me parece que su respuesta se debe a una comprensión inexacta de la naturaleza de la crisis actual, permítaseme explicarme.
De manera muy general, y a riesgo de parecer esquemático, podríamos clasificar las crisis en dos tipos; las crisis de demanda (donde suele existir capacidad ociosa) y las de oferta (donde coloquialmente se dice que la economía está sobrecalentada). Típicamente en una crisis de demanda la actividad económica disminuye y los precios se mantienen estables o incluso llegan a bajar. Por el contrario, en una crisis de oferta la disminución en la actividad económica va acompañada de aumentos en los precios.
Así por ejemplo, durante la Gran Depresión (ejemplo por antonomasia de una crisis de demanda) el PIB de Estado Unidos cayo 30% y los precios disminuyeron en ¡31%! uno de los casos más notorios de deflación.
Por el contrario durante los 70, en la crisis ocasionada por el choque petrolero (el ejemplo clásico de una crisis de oferta), la actividad económica estadounidense cayo en 0.6 y 0.2% en 1974 y 1975 y los precios aumentaron en 12.3 y 8.9% en esos años. Este fenómeno se conoce como estanflación, estancamiento con inflación.
El problema es que en México (como en gran medida en América Latina) en el último cuarto del siglo XX vivimos (y sufrimos) diversas crisis de oferta, por ejemplo en la crisis de 1995 la caída del PIB fue de 6.2 y la inflación de 52%.
Así, en el imaginario colectivo hemos puesto en el mismo nivel (o tratado incluso como sinónimos) a conceptos como crisis, inflación, devaluación e inestabilidad económica; bajo esta óptica una crisis sin inflación, así sea tan seria como la del 2009, no parece tan grave, parece que algo se hizo bien.
Esta confusión ha sido alentada por el propio gobierno federal. Ya en 2001, en medio de una pequeña recesión, el entonces secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, presumía la estabilidad de la economía. Este argumento ha sido repetido nuevamente en esta crisis y es el tipo de logro al que apuntan los analistas mencionados.
Pero lo que se los olvidó es que tanto en el 2001 como en el 2009 la crisis no es de oferta sino de demanda y por lo tanto los precios no aumentan sino que caen o permanecen estables; por ejemplo en el 2009, en plena crisis, en EU la inflación fue de -.4% (deflación de hecho) y en México de 3.6 una de las más bajas en épocas recientes para ambas economías.
Más aún, algunos analistas han sugerido que la falta de un estímulo fiscal en el 2009 (lo que ha sido considerado un serio error macroeconómico, que contribuyó a la caída de 6.5% en el PIB) es en realidad un acierto que impidió que México esté hoy en la situación de Grecia.
La analogía está fuera de proporción. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda de Grecia está hoy en un nivel del 115% del PIB y llegará en el 2013 al 150%. Por el contrario, según el propio FMI (para usar la misma metodología), la deuda neta en México está en el 38.8% del PIB, ¡tres veces menos que la griega!
Por lo demás esta situación no deja de ser curiosa, el presidente Calderón se queja de que en la lucha contra el narcotráfico sus políticas tienen un problema de percepción; avanzan, dice, pero no son reconocidas. Puede estar tranquilo, parece estar emparejando el marcador en la parte económica, los errores en este terreno empiezan ahora a ser presentados como virtudes.
Economista, ex secretario de Finanzas del GDF


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