lunes, 12 de abril de 2010

CRISIS EN PUERTA

Rodolfo Navarrete / El Financiero
En diciembre de 2001, Argentina se declaró en cesación de pagos de su deuda soberana y a los pocos días abandonó el régimen de convertibilidad que había mantenido la paridad fija, uno a uno, entre el peso argentino y el dólar desde 1991, misma que le permitió eliminar la hiperinflación.
La crisis tuvo devastadoras consecuencias económicas y sociales sobre ese país, lo cual hizo que se cuestionara seriamente el papel del Fondo Monetario Internacional (FMI), institución que arropó desde el inicio el programa económico argentino.
A consecuencia, en 2004 el FMI elaboró un documento de evaluación de su actuación y extrajo algunas conclusiones que se supone servirán para actuaciones futuras, entre ellas, hoy en día, probablemente la de Grecia.
Al respecto, la semana pasada se anunció el arribo de dos misiones del FMI a este país con el encargo de supervisar y evaluar sus compromisos de ajuste económico.
Cabe mencionar que la información al cierre de 2009 muestra que el déficit fiscal de Grecia fue equivalente a 12.7 por ciento del PIB, mientras que el déficit en cuenta corriente alcanzó 11.0 por ciento.
Por su parte, la deuda pública como porcentaje del PIB alcanzó 115 por ciento en ese año, por lo que los servicios de esa deuda se han tornado verdaderamente onerosos.
Asimismo, preocupa que en el transcurso de la semana pasada las tasas de interés de los bonos a diez años del gobierno griego hayan alcanzado nuevos récord (7.36 por ciento en el caso del bono a diez años), al igual que los diferenciales respecto a la deuda alemana equivalente.
Esto muestra, en cierta medida, la pérdida de confianza de los inversionistas sobre la solvencia del gobierno griego, pese al fuerte paquete de ajuste fiscal al que se acaba de comprometer.
En función de estos elementos, el FMI tendrá una dura tarea que cumplir en el caso de Grecia, y con mayor razón si se trata de poner en práctica las lecciones que extrajo de su experiencia en el caso de la crisis argentina de 2001.
El primer problema que tendrá que resolver es el relativo al actual régimen del tipo de cambio griego, que en gran medida se parece al argentino de aquella época.
Grecia, al pertenecer al Sistema Monetario Europeo, se encuentra bajo la vigencia del euro como moneda única, por lo que al igual que Argentina ha perdida la posibilidad de realizar una política monetaria y cambiaria independiente.
La pérdida de competitividad griega aconsejaría, bajo cualquier circunstancia, la depreciación de su moneda, que no podrá realizarse porque sencillamente no tiene moneda propia.
La duda más importante, en este sentido, es lo que aconsejará el FMI, toda vez que la crisis argentina le dejó de lección que el tipo de cambio, independiente del régimen que se escoja, tenga que ser consistente con el resto de la política macroeconómica.
En tal sentido, los fuertes déficit fiscal y en cuenta corriente señalan que el tipo de cambio debe depreciarse fuertemente o, en su defecto, ser eliminados de tajo.
El segundo problema es el monto de la deuda pública. De acuerdo con las cifras antes mencionadas, el monto de la deuda griega no es consistente con el nivel del déficit fiscal.
El país no puede generar recursos suficientes como para financiar el déficit y a su vez cumplir con el servicio de la deuda externa. La lección que extrajo el FMI del caso argentino es que el monto de la deuda gobierna el nivel del déficit.
El tercer problema está referido a la capacidad que tendrá el FMI para negar el apoyo a políticas que juzgue inadecuadas para generar los resultados esperados.
Más aún, la enseñanza de la experiencia argentina es que la evaluación de esas políticas tiene que ser lo más rigurosa posible.
El cuarto problema es el comportamiento de las tasas de interés durante los últimos días, que podría estar mostrando lo poco sostenible que podría ser la combinación del nivel actual de la deuda y el tipo de cambio. La salida de flujos de capital de Grecia muestra este fenómeno.
Tal como el FMI lo señala, para que esta combinación sea sostenible se deberá asegurar una reducción del valor presente neto de los pagos de la deuda.
El quinto problema ha aflorado a principios de la semana pasada con la especulación de que el gobierno griego tenía la intención de renegociar las condiciones del apoyo del FMI.
En tal sentido, ¿estará dispuesto el FMI a ser más laxo con la adopción de medidas necesarias para la solución de la crisis, sabiendo que su experiencia en Argentina le enseñó que eso no se debe hacer?
Como puede apreciarse, la situación de Grecia es delicada. A consecuencia de ello, no se pierde nada siendo precavidos.



Economista del sector privado

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