Rogelio Ramírez de la O / El Universal
El peso se aprecia contra el dólar, como lo hacen otras monedas de economías emergentes, porque hay salida de fondos en dólares para invertirse en otras monedas. Esta es porque la percepción de riesgo global se ha reducido. Y lo ha hecho porque la economía estadounidense se ha fortalecido y repuntan las exportaciones de los emergentes.
Todo lo anterior sigue una secuencia lógica. Pero hay que distinguir dos cosas. Una, que esos capitales son inversiones de portafolio, no para invertirse en plantas, sino en bonos. Se liquidarán cuando se logren las ganancias esperadas o cuando cambien las condiciones que permiten flujos tan grandes.
La otra es que los flujos son muy grandes porque, de manera extraordinaria, hay liquidez excesiva. Esta fue creada por el apoyo masivo de la Reserva Federal y otros bancos centrales y sobre todo una tasa de interés cerca de cero en Estados Unidos.
Como son capitales volátiles, los inversionistas buscan anticipar situaciones, entrar y salir antes que la manada. Lo que anticipan se puede materializar o no, pero generalmente cuando las cosas van bien, buscan contagiar su excesivo optimismo a los demás para que hagan lo mismo que ellos.
En el caso de México suponen que el mercado interno se va a reactivar por el impulso de la exportación a Estados Unidos. Y como además la inflación hoy rebasa la meta de 3% del Banco de México, esperan un aumento de tasas de interés y con ello una apreciación aun mayor del peso.
Y es aquí en donde el gobierno es imprudente al señalar que el peso debe apreciarse más, comparando su paridad de hoy con el de 10 por dólar de julio de 2008, antes de la recesión.
No se da cuenta que entre 2008 y 2010 el mundo cambió definitivamente. Aunque la recesión haya terminado, casi todos los países tienen demasiada deuda pública y van a ir entrando en problemas. Tan sólo dos ejemplos: Grecia está a un paso de desatar una crisis, la cual daría pie a un gran ataque especulativo contra España. Vista la situación fundamental de estos países, no podrán superar su crisis sin una fuerte devaluación y un rescate sólo les hará endeudarse más, pero no crecer y reducir su déficit.
Con pocos riesgos que se lleguen a materializar, el mundo regresaría a un nuevo capítulo de aversión al riesgo y refugio de capitales en el dólar. Por eso el fortalecimiento del peso es problemático. Además, un peso demasiado fuerte para una economía que exporta 30% de su producto, de lo cual depende que en 2010 haya crecimiento o no, pone el problema en una perspectiva muy distinta.
El peso ya es demasiado fuerte porque, en comparación con 2008, los fundamentos de la economía se han deteriorado. Esto, porque se ha reducido su producción petrolera. Hay pérdida de empleos y poca posibilidad de recuperar remesas de trabajadores, lo que resta fuerza a la demanda interna. No se invirtió en infraestructura y así no hay un salto de productividad. Y para colmo, la inseguridad ya envuelve a la mitad del país y comienza a afectar el turismo.
Se comprueba que el gobierno no aprende las lecciones. Mientras más se fortalezca el peso y más tiempo se mantenga así, será más riesgoso y más costoso para todos. Gran contraste que el Presidente de la Fed hable de frenos (“restraints”) en la recuperación de Estados Unidos, sobre la cual está construida la expectativa de nuestra recuperación. Uno de esos frenos es el alto desempleo. Y en cambio en México se dice que el peso debe apreciarse y que ya se recuperaron todos los empleos perdidos en la recesión.
El peso se aprecia contra el dólar, como lo hacen otras monedas de economías emergentes, porque hay salida de fondos en dólares para invertirse en otras monedas. Esta es porque la percepción de riesgo global se ha reducido. Y lo ha hecho porque la economía estadounidense se ha fortalecido y repuntan las exportaciones de los emergentes.
Todo lo anterior sigue una secuencia lógica. Pero hay que distinguir dos cosas. Una, que esos capitales son inversiones de portafolio, no para invertirse en plantas, sino en bonos. Se liquidarán cuando se logren las ganancias esperadas o cuando cambien las condiciones que permiten flujos tan grandes.
La otra es que los flujos son muy grandes porque, de manera extraordinaria, hay liquidez excesiva. Esta fue creada por el apoyo masivo de la Reserva Federal y otros bancos centrales y sobre todo una tasa de interés cerca de cero en Estados Unidos.
Como son capitales volátiles, los inversionistas buscan anticipar situaciones, entrar y salir antes que la manada. Lo que anticipan se puede materializar o no, pero generalmente cuando las cosas van bien, buscan contagiar su excesivo optimismo a los demás para que hagan lo mismo que ellos.
En el caso de México suponen que el mercado interno se va a reactivar por el impulso de la exportación a Estados Unidos. Y como además la inflación hoy rebasa la meta de 3% del Banco de México, esperan un aumento de tasas de interés y con ello una apreciación aun mayor del peso.
Y es aquí en donde el gobierno es imprudente al señalar que el peso debe apreciarse más, comparando su paridad de hoy con el de 10 por dólar de julio de 2008, antes de la recesión.
No se da cuenta que entre 2008 y 2010 el mundo cambió definitivamente. Aunque la recesión haya terminado, casi todos los países tienen demasiada deuda pública y van a ir entrando en problemas. Tan sólo dos ejemplos: Grecia está a un paso de desatar una crisis, la cual daría pie a un gran ataque especulativo contra España. Vista la situación fundamental de estos países, no podrán superar su crisis sin una fuerte devaluación y un rescate sólo les hará endeudarse más, pero no crecer y reducir su déficit.
Con pocos riesgos que se lleguen a materializar, el mundo regresaría a un nuevo capítulo de aversión al riesgo y refugio de capitales en el dólar. Por eso el fortalecimiento del peso es problemático. Además, un peso demasiado fuerte para una economía que exporta 30% de su producto, de lo cual depende que en 2010 haya crecimiento o no, pone el problema en una perspectiva muy distinta.
El peso ya es demasiado fuerte porque, en comparación con 2008, los fundamentos de la economía se han deteriorado. Esto, porque se ha reducido su producción petrolera. Hay pérdida de empleos y poca posibilidad de recuperar remesas de trabajadores, lo que resta fuerza a la demanda interna. No se invirtió en infraestructura y así no hay un salto de productividad. Y para colmo, la inseguridad ya envuelve a la mitad del país y comienza a afectar el turismo.
Se comprueba que el gobierno no aprende las lecciones. Mientras más se fortalezca el peso y más tiempo se mantenga así, será más riesgoso y más costoso para todos. Gran contraste que el Presidente de la Fed hable de frenos (“restraints”) en la recuperación de Estados Unidos, sobre la cual está construida la expectativa de nuestra recuperación. Uno de esos frenos es el alto desempleo. Y en cambio en México se dice que el peso debe apreciarse y que ya se recuperaron todos los empleos perdidos en la recesión.
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