El 18% del Producto Interno Bruto (PIB) en México es destinado a un gasto público ineficiente, con despilfarro y manipulable políticamente, por lo que organizaciones civiles “pondrán bajo la lupa” el uso de los recursos gubernamentales para aumentar la eficiencia y la transparencia.
Al lanzar el primer Observatorio Ciudadano del Gasto Público Gastar Mejor, integrado por el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), el Centro de Investigación para el Desarrollo AC (CIDAC), los departamentos macroeconómicos de la UNAM, IPN, CIDE, ITESM, México Evalúa y Transparencia Mexicana, entre otros, se informó que el nivel de transparencia y rendición de cuentas del gobierno mexicano se encuentra por debajo de países de África, Asia Central y Medio Oriente.
De acuerdo con una evaluación de Gastar Mejor a 129 programas sociales del gobierno federal, cuyo presupuesto para este año oscila los 310,000 millones de pesos, 72 de estos programas están reprobados, lo cual arroja que 54% del universo total obtuvo un desempeño pobre.
Además, las secretarías de Estado cumplen menos de 40% de las metas de sus programas sectoriales, factor que es preocupante porque el Presupuesto de Egresos del 2010 es el más grande de la historia, expresó Juan Pardinas, investigador del Imco.
“Desgraciadamente, el gasto público en los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) deja mucho que desear, el gasto público en muchas casos, en muchos programas, en muchos de los presupuestos a niveles de gobierno diferentes, se desperdicia enormemente y llega en muchos casos a quienes menos los requieren y no llega a quienes más lo requieren ni satisface muchas de las carencias que tenemos”, aseveró Luis Foncerrada, director del CEESP.
Ante la falta de información y el mal uso del presupuesto que hacen los gobiernos de los tres niveles, las organizaciones del sector privado, académico y civil trabajarán sobre estas categorías: transparencia y rendición de cuentas; ciclo de presupuesto y gasto; evaluaciones; herramientas y el cifras oficiales, precisó Edna Jaime, representante de México Evalúa.
Pardinas explicó que México cuentan con un gasto público equiparable a países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE); sin embargo, el ejercicio de los recursos es deficiente, despilfarrador, poco transparente, sin rendición de cuentas e inclusive falso en sus reportes.
Despilfarro, ofensivo
Foncerrada y Pardinas coincidieron en que el nivel de despilfarro es ofensivo para el grado de pobreza que persiste en el país. Y es que por cada 100 pesos de gasto, 42 son destinados a la burocracia.
La apuesta del Observatorio Ciudadano Gastar Mejor es que al menos una cuarta o quinta parte del gasto total pueda corregirse sustancialmente y se sepa en dónde se invierte o adónde se destina el dinero de los mexicanos, abundó Luis Foncerrada.
El presupuesto para la educación en México representa 5.5% del PIB, este rubro se ubica en el sitio 115 en competitividad del Foro Económico Mundial (WEF).
Otros programas gubernamentales, como la refinería anunciada y aún no concretada, el subejercicio en los estados y la “famosa” agencia espacial son absurdos.
CREDITO:
Lilia González Velázquez / El Economista
Al lanzar el primer Observatorio Ciudadano del Gasto Público Gastar Mejor, integrado por el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), el Centro de Investigación para el Desarrollo AC (CIDAC), los departamentos macroeconómicos de la UNAM, IPN, CIDE, ITESM, México Evalúa y Transparencia Mexicana, entre otros, se informó que el nivel de transparencia y rendición de cuentas del gobierno mexicano se encuentra por debajo de países de África, Asia Central y Medio Oriente.
De acuerdo con una evaluación de Gastar Mejor a 129 programas sociales del gobierno federal, cuyo presupuesto para este año oscila los 310,000 millones de pesos, 72 de estos programas están reprobados, lo cual arroja que 54% del universo total obtuvo un desempeño pobre.
Además, las secretarías de Estado cumplen menos de 40% de las metas de sus programas sectoriales, factor que es preocupante porque el Presupuesto de Egresos del 2010 es el más grande de la historia, expresó Juan Pardinas, investigador del Imco.
“Desgraciadamente, el gasto público en los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) deja mucho que desear, el gasto público en muchas casos, en muchos programas, en muchos de los presupuestos a niveles de gobierno diferentes, se desperdicia enormemente y llega en muchos casos a quienes menos los requieren y no llega a quienes más lo requieren ni satisface muchas de las carencias que tenemos”, aseveró Luis Foncerrada, director del CEESP.
Ante la falta de información y el mal uso del presupuesto que hacen los gobiernos de los tres niveles, las organizaciones del sector privado, académico y civil trabajarán sobre estas categorías: transparencia y rendición de cuentas; ciclo de presupuesto y gasto; evaluaciones; herramientas y el cifras oficiales, precisó Edna Jaime, representante de México Evalúa.
Pardinas explicó que México cuentan con un gasto público equiparable a países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE); sin embargo, el ejercicio de los recursos es deficiente, despilfarrador, poco transparente, sin rendición de cuentas e inclusive falso en sus reportes.
Despilfarro, ofensivo
Foncerrada y Pardinas coincidieron en que el nivel de despilfarro es ofensivo para el grado de pobreza que persiste en el país. Y es que por cada 100 pesos de gasto, 42 son destinados a la burocracia.
La apuesta del Observatorio Ciudadano Gastar Mejor es que al menos una cuarta o quinta parte del gasto total pueda corregirse sustancialmente y se sepa en dónde se invierte o adónde se destina el dinero de los mexicanos, abundó Luis Foncerrada.
El presupuesto para la educación en México representa 5.5% del PIB, este rubro se ubica en el sitio 115 en competitividad del Foro Económico Mundial (WEF).
Otros programas gubernamentales, como la refinería anunciada y aún no concretada, el subejercicio en los estados y la “famosa” agencia espacial son absurdos.
CREDITO:
Lilia González Velázquez / El Economista
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