sábado, 24 de abril de 2010

LOS BANQUEROS NO QUIEREN MÁS REGULACIÓN

Enrique Campos Suárez / El Economista
El eje de la convención es definir qué es lo que tienen que hacer los bancos para contribuir a la recuperación económica.
Si algo le puede caer muy gordo a los bancos, es que vayan las autoridades a su fiesta de Acapulco, a hablarles de los temas que menos les gustan, como la regulación.
No es gratuito que el eje de la convención sea definir qué es lo que tienen que hacer los bancos para contribuir a la recuperación económica. La conclusión es prestar dinero y para ello, insisten, tiene que ser a través de facilitarles el negocio, sin tantas trabas regulatorias. O sea, el problema, el remedio y el trapito.
Es un hecho que el mundo va en camino a una nueva ola regulatoria. Tras el impacto de la debacle financiera de Wall Street a finales del 2008, se insistió en la necesidad de aplicar nuevos controles al sistema financiero.
Sólo que en esa oportunidad se entendió que la prioridad era salir adelante de la crisis, para después entrarle al tema de los candados a las prácticas que habían desa­tado el problema.
Con el tiempo y mucho, muchísimo dinero fiscal se empezó a superar la crisis, pero la urgencia de las nuevas reglas financieras, se fue diluyendo ante los resultados positivos de los participantes de los mercados, que empezaron a cambiar sus fachadas y a presentar mejores resultados de los esperados.
Incluso, iniciativas como las de Barack Obama de cobrar un impuesto especial a los bancos o de limitar el tamaño de las instituciones financieras, fueron duramente criticadas por los defensores del sistema económico estadounidense, y entre los calificativos que se llevó el demócrata le pesó el de pretender llevar a su país hacia el socialismo.
Así, el poner candados aparentes a los bonos de los ejecutivos de las firmas financieras se convirtió en el gran logro regulatorio del sistema financiero, que había provocado la peor crisis financiera global de la historia. Parecía que el tema tendería hacia una reforma light suficiente para cubrir el expediente y ya.
Pero llegó la confirmación de que sin un cambio profundo, la reedición de las crisis es sólo cuestión de tiempo. Primero los países europeos con abultado déficit fiscal. Esto puede parecer un asunto ajeno al sistema financiero, pero Grecia mantuvo su desmedido aumento de sus deudas, gracias al ojo complaciente y cómplice de las firmas calificadoras.
El otro asunto que revivió el debate de las reformas fue la acción unilateral de la SEC de iniciar una investigación por fraude en contra de Goldman Sachs.
Con un impacto lo suficientemente fuerte en la opinión pública, como para que no hubiera demócrata o republicano en sus cinco sentidos que no apoyara la regulación del sistema financiero.
Los más enojados con los fraudes en Wall Street son los países europeos que fueron arrastrados en la ola de la crisis financiera. En especial, los altamente dependientes británicos y los tan especiales y disciplinados alemanes.
Así que Estados Unidos y Europa van a entrar necesariamente en un proceso de reestructura de las reglas financieras, y en esa ola se tienen que subir las economías aliadas y dependientes, como la mexicana.
Así que los banqueros que operan en México defenderán hasta el cansancio que no los regulen más. Pero si las autoridades lo van a hacer, lo que esperan es que no sea en su fiesta, a la mitad del vals, que se los anuncien.

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