jueves, 22 de abril de 2010

LA CUESTIÓN FISCAL EN MÉXICO

Jesús silva Herzog F. / El Universal
A lo largo de la historia, el gobierno mexicano se ha enfrentado al gran problema de insuficiencia de ingresos públicos. El coeficiente tributario en México, es decir, la relación entre impuestos y el Producto Interno Bruto ha fluctuado en alrededor de 10 y 14% del PIB en los últimos años, uno de los más bajos del mundo. Los ingresos procedentes del petróleo han sido una fuente adicional de recursos y nos permitieron dejar de hacer lo que era, desde siempre, necesario hacer. Además, esta fuente adicional se está debilitando, a pesar del fortalecimiento en sus precios en los últimos meses.
lAhora bien, ¿cuáles son las características fundamentales de nuestro sistema tributario? Baja recaudación de ingresos; reducido número de contribuyentes. Un gran número no paga impuestos, por lo que el sistema descansa en los contribuyentes cautivos. Hay, adicionalmente, elevada dependencia de los ingresos petroleros. Alto nivel de evasión y elusión fiscal. El ISR y el IVA constituyen las principales fuentes impositivas, pero su recaudación es baja en cualquier comparación internacional.
lSe debe también tomar en cuenta que nuestro sistema se encuentra altamente centralizado. La potestad tributaria de estados y municipios es muy limitada. Los gravámenes a producción y servicios —tabaco, alcohol, cerveza, etcétera— son relativamente altos.
lSe tiene un uso recaudatorio de la política de precios y tarifas de bienes y servicios del sector público. El sistema es complejo y no resulta fácil cumplir con las obligaciones tributarias para un gran número de contribuyentes. Incluye una serie de tratos especiales a ciertos grupos de la población —los llamados gastos fiscales— que reducen, de manera significativa los ingresos posibles. A eso agreguemos que no existe en la sociedad una conciencia tributaria, aun cuando se sabe que a nadie le gusta pagar impuestos. Por eso el problema del sistema tributario no es de tasas de impuestos, sino de cumplimiento de lo que marca la ley.
Los grandes contribuyentes disponen de una ingeniería fiscal que les permite aprovechar agujeros de la ley y pagar un impuesto menor. La recaudación es costosa y su eficiencia es deficiente y limitada.
lEste breve y apretado diagnóstico pone en evidencia lo mucho que hay que hacer. Hace mucho tiempo que se habla de la necesidad de una reforma hacendaria integral y poco es lo que se ha logrado. A mi modo de entender, el tiempo se acabó y lo que antes era necesario, ahora es indispensable. El objetivo debe ser una verdadera reforma que cubra el ingreso, el gasto, la deuda y la relación con los estados y municipios. Esta reforma es la madre de todas las reformas y poco podrá lograrse si no queda claro el destino de los ingresos adicionales, con transparencia y rendición de cuentas.
El primer paso para esa reforma hacendaria es actuar del lado del gasto, incluyendo el que realizan las entidades federativas sin la claridad necesaria. Un segundo paso es avanzar, en serio, en la simplificación administrativa. Cualquier reforma fiscal seria debe empezar por generalizar el IVA a todo el consumo, incluyendo alimentos y medicinas. Por razones de equidad, tal vez, podría pensarse en una tasa menor y dejar fuera a una canasta básica y limitada. Por su parte, ampliar, en un cierto grado, la potestad tributaria de los gobiernos estatales sería un proceso recomendable para los próximos años.
En el caso del ISR, podría considerarse en reducir la tasa a personas físicas con ingreso medio y gravar más a los causantes con ingresos más altos. El problema aquí es el cumplimiento de la ley, el número reducido de causantes —ampliar la base de contribuyentes es un imperativo—, los altos niveles de evasión y elusión fiscal. Una palabra casi final. Las cifras del déficit público son engañosas y con frecuencia se manejan con criterio político. Es necesario hacer más clara la verdadera situación de esta variable fundamental.
Reconozco las enormes dificultades para lograr avances reales hacia una verdadera reforma hacendaria. El 2010 es un año muy activo en materia electoral. El tema, sin embargo, es muy trascendente para usarlo como moneda de cambio en arreglos partidistas y electorales. Estoy convencido de que el avance futuro de nuestro país va a depender, en mucho, de lo que seamos capaces de hacer en esta materia.
Economista, académico y político

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