viernes, 30 de abril de 2010

OTRA Y OTRA VEZ

Enrique del Val Blanco / El Universal
Muchos nos preguntamos por qué hay tantos banqueros corruptos en el mundo y tal vez la respuesta más sencilla es que, generalmente cuando cometen sus tropelías, no les pasa nada. Cuando mucho pagan con el dinero sobrante de lo que defraudan y si es el caso, que ocurre pocas veces, permanecen uno o dos años en la cárcel con todas las comodidades. Y lo peor es que regresan a las andadas.
La última hazaña de este sector de la economía tan poderoso ha sido a cargo del gigante financiero norteamericano Goldman Sachs, quien simple y sencillamente engañó a sus clientes con hipotecas basura y apostó junto con un fondo para asegurarse ante la quiebra de las personas que compraron dichas hipotecas. Una operación genial.
El organismo regulador estadounidense lo ha denunciado y ha demostrado cómo se maquinó el fraude en la empresa antes citada, que provocó que cientos de personas perdieran más de mil millones de dólares. La empresa ganó, por supuesto, dinero.
También, los medios de comunicación han publicado que parte del desastre por el que está pasando Grecia es debido a la asesoría de Goldman Sachs, que recomendó a su gobierno hacer operaciones ficticias en papel para mejorar la información pública de un manejo erróneo de la economía, lo cual al final se descubrió y está pasando lo que todos ya hemos visto, además de estar provocando una convulsión en Europa, en países como Portugal y España.
Para colmo de lo que es este sector, la empresa defraudadora anunció cuantiosas ganancias en el primer trimestre de este año, mismas que duplican las del año pasado. Es decir, a pesar de todo sigue haciendo negocios como si nada pasara.
Probablemente ése sea al final el resultado de la investigación gubernamental, ya que en Estados Unidos se permite y es costumbre que los arreglos sobre fraudes y sobornos se hagan por fuera de los juzgados y al gobierno se le pague una multa determinada, sin que nadie pise la cárcel. Los banqueros, gracias al gran poder político y económico que tienen, son de las pocas personas en este mundo que pueden defraudar y no ir a prisión.
El mejor ejemplo lo hemos visto con dos decisiones que podrían haber marcado un alto a los abusos que cometen los bancos. La primera de ellas es que, a pesar de la recomendación de ese templo del capitalismo que es el Fondo Monetario Internacional al G-20, en el cual participa México, para la creación de un impuesto a las operaciones bancarias con el fin de que los ciudadanos no sean quienes al final terminen pagando los famosos rescates como hasta ahora ha ocurrido, la semana pasada los ministros de finanzas rechazaron la creación de esta propuesta de impuesto global, bajo el peregrino argumento de que éste podría someter a fuertes presiones a los bancos y restringirse el crédito, tan necesario hoy.
La otra decisión que tampoco ha podido pasar es la propuesta del presidente Obama para incrementar la regulación gubernamental a los operadores bancarios en Estados Unidos y evitar lo que está sucediendo, al no avanzar la aprobación ante la negativa de los conservadores y de algunos demócratas en el Congreso norteamericano. Seguramente es debido al poderoso cabildeo que tienen los bancos constituidos en ese país.
El resultado final va a ser, una vez más, que los banqueros sigan haciendo negocios sucios gracias a su poder y su dinero mal habido, que les permiten franquear cualquier obstáculo. En nuestro país históricamente, con alguna excepción, no hemos visto a ninguno en la cárcel, a pesar de los fraudes que han cometido. Bien lo decía Quevedo: “Poderoso caballero es Don Dinero”.



Analista político y economista



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