lunes, 8 de agosto de 2011

AL MERCADO INTERNO, YA

Manuel Camacho Solís / El Universal
El abandono del mercado interno ha sido un grave error de la política económica de las últimas décadas. Dependemos al extremo de las exportaciones a Estados Unidos. Pese a la experiencia de 2008, no ha habido siquiera un inicio de corrección. Ahora, cuando de nuevo se vislumbra que la economía norteamericana perderá impulso y eso puede durar, sería conveniente tomar medidas internas antes de que su debilitamiento se ensañe contra los empleos y las empresas mexicanas. Habría que hacerlo ya. Para 2013 los costos se habrán escalado y se habría agregado un problema adicional al ya de por sí complejo año político próximo.
El problema para la economía mexicana no es que Standard & Poor’s baje la calificación crediticia de la economía norteamericana, ni que las turbulencias financieras internacionales pongan en riesgo inmediato a nuestra economía. Como probablemente se verá esta semana, Estados Unidos, aun con los golpes a la credibilidad que ha recibido por la calificadora y por exponer a los ojos del mundo su incompetencia política para el manejo de su deuda, seguirá siendo un sitio seguro para las inversiones. La situación financiera de la economía mexicana tampoco representa un riesgo inmediato.
Nuestro problema es que, al no estar creciendo con solidez el empleo y el consumo en Estados Unidos, su recuperación se aplane, con su consecuente efecto negativo en las exportaciones mexicanas, las remesas y el precio de algunas materias primas. Su recuperación se puede convertir en un estancamiento prolongado; algo parecido al de Japón. Se estima que los niveles de empleo de 2007 en EU no se alcanzarán sino hasta 2017.
Aunque en los últimos días ha aumentado el nivel de riesgo de la economía mexicana, nuestra posición financiera es razonablemente buena. El spread crediticio de los bonos de México a 10 años es de 160, que aunque es significativamente más alto que el de Chile (60), es muy semejante al de Brasil y Colombia (155); son ciertamente mejores que el 371 de Italia y el 393 que registra España.
Nuestro problema no es financiero. El riesgo mayor es que se frene la incipiente recuperación actual. Si ya es un hecho que la recuperación norteamericana, en el mejor de los casos, será lenta y errática por un largo tiempo, no existe razón alguna para que no se anticipen las consecuencias de ello sobre México y se actúe en consecuencia.
Entre más nos tardemos en reaccionar las consecuencias serán peores. Sin necesidad de rupturas que difícilmente ocurrirán, éste es el momento para empezar a redireccionar el crecimiento y enfocarnos al interior. Si el motor externo será menos potente, lo único razonable es meter más potencia al motor interno. La solución, en estos momentos, radica en impulsar el mercado interno.
Algunos, anclados en la inercia y la comodidad, dirán que eso no es posible. O que no hay que hacer nada diferente, pues precisamente la continuidad y ortodoxia de la política económica ha conseguido nuestra fortaleza financiera.
Eso no es así. Es posible impulsar el crecimiento del mercado interno sin poner en riesgo la estabilidad financiera. Brasil lo está haciendo. Se está invirtiendo más, consumiendo más, impulsando el crédito de la banca comercial y de la banca de desarrollo. La velocidad es incluso alta, al grado de que ya hay quienes consideran que ese dinamismo no será duradero. Con independencia de ese debate, no cabe duda de que hay dos maneras de crecer y pagar: una es apretarse el cinturón hasta llegar a la inanición, la otra es expandir el negocio para tener más ingresos.
Lo que hay que discutir hoy no es la solidez financiera, sino sobre cómo no dejar ningún proyecto sin ejecutar y empezar a tomar medidas francas de expansión del mercado interno. Lo menos es que: lo que está en marcha no se detenga. Lo mínimo que se necesita —aun antes de las correcciones mayores que se requerirán— es un paquete de estímulos que actúe antes de que se frene de nuevo la economía mexicana. Muchas empresas y empleos que apenas han sobrevivido están en riesgo.






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