viernes, 19 de agosto de 2011

LA AMENAZA DE RECESIÓN Y EL FANTASMA DE LEHMAN TUMBAN OTRA VEZ LAS BOLSAS

Los índices bursátiles de París y Fráncfort viven la peor jornada desde 2008 - La banca europea sufre fuertes caídas por el miedo a la falta de liquidez
MANUEL V. GÓMEZ – EL PAÍS
En la crisis actual hay un antes y un después de la caída de Lehman Brothers. Aquel 15 de septiembre de 2008 mostró la verdadera magnitud -inmensa, como se comprobó después- del huracán financiero que había comenzado un año antes. La quiebra amenazó a buena parte del sistema financiero, solo salvado por el dinero público. El crédito, la savia del sistema capitalista, se congeló. Y la recesión se agudizó hasta amenazar con gangrenarse y convertirse en depresión, otra Gran Depresión, incluso. Tres años después de aquel hito, el fantasma de Lehman todavía se pasea por los mercados. Y cuando, como ayer, se conjuga con la amenaza de otra recesión, el dinero se vuelve a los cuarteles de invierno y tumba las Bolsas, que cerraron con trompazos propios de ese otoño de 2008 que muchos pensaban olvidados.
El Dax alemán fue uno de los que salió más magullados. Perdió 5,9%, su peor jornada desde octubre de 2008. También salió mal parado el CAC 40 francés, que se dejó un 5,7%, El Ibex perdió un 4,7%, la segunda mayor caída del año. El peor día lo tuvo el FTSE MIB de Milán, que retrocedió un 6,1%. Al otro lado del Atlántico, los paneles también se tiñeron de intenso color rojo.
Los indicadores que se ven estos días en los mercados se mueven en los mismos niveles que en las dos primeras semanas de septiembre de 2008. La volatilidad está disparada. Los inversores acuden a refugios tradicionales. Ayer el oro prosiguió su escalada y rebasó por primera vez los 1.800 dólares por onza. La rentabilidad de los bonos de Estados Unidos y Alemania cae a mínimos históricos. Y divisas como el franco suizo sacan músculo cada día, pese al intento constante del Banco de Suiza por desinflarlo.
A esto hay que sumar noticias como la del pasado miércoles, cuando la agencia Reuters informaba de que un banco europeo, no aclaró cual, había tenido problemas para financiarse con dólares. Entre tanto, cada día hay más evidencias de que el frenazo económico en la segunda mitad de 2011 es mucho mayor de lo esperado. Morgan Stanley publicó ayer un informe en el que anunciaba un recorte de sus previsiones de crecimiento para la Eurozona y Estados Unidos, y los situaba "peligrosamente" al borde de la recesión. Los datos que surgían de la primera economía del mundo (prestaciones por desempleo, índice adelantado de Filadelfia, ventas de viviendas usadas...) ahondaban el pesimismo.
"Esto se parece más y más a aquello", explica el economista Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra. Pero que suceda algo igual a lo que desencadenó la caída de Lehman no es nada fácil. Precisa un detonante. ¿Cuál? Wyplosz apunta a un posible impago de Italia. "La crisis de deuda de la zona euro avanza en círculos cada vez más amplios. Con Italia, España y posiblemente Francia como las próximas víctimas, casi todos los principales bancos del mundo están expuestos al riesgo de incumplimiento grave. Por lo tanto, al igual que en el año 2007 [cuando comenzó la crisis], dejan de prestarse unos a otros".
"En el mercado interbancario hay señales de estrés", responde Daniel Suárez, de Analistas Financieros Internacionales, y apunta como prueba de ello a las medidas que adoptó el Banco Central Europeo (BCE) hace dos semanas extendiendo la llamada barra libre de liquidez. Abunda en esto que durante los últimos meses han sido muy pocas las entidades que se han arriesgado a salir al mercado, emitir bonos y captar financiación.
"Pero es muy difícil que se llegue a una situación como la de Lehman", tranquiliza Suárez, argumentando que ahora los bancos centrales están preparados y tienen herramientas dispuestas para responder.
En este escenario, el foco se centra en la banca. Cualquier noticia o rumor en torno a ella dispara los nervios. Ayer fueron unas palabras del economista jefe del Banco de Suecia, Lars Frisell, que advertía a las entidades de su país: "No es mucho lo que haría falta para que se colapse el mercado interbancario. La situación no es tan grave en este momento, pero sí existe la sensación de que no sería difícil llegar a tal extremo." .
Estas palabras se sumaron a una noticia publicada por el diario The Wall Street Journal en la que se afirmaba que la Reserva Federal estaba vigilando las filiales norteamericanas de los bancos europeos para asegurarse de que están preparadas por si se presentaran problemas de liquidez. A partir de ahí arrancó el castigo a la banca. La entidad francesa Société Générale, en el ojo de huracán desde hace semanas, perdió un 12,3%, pese a estar protegida por la prohibición de las ventas en corto de la autoridad bursátil gala. No lo está el banco británico Barclays, que se dejó el 11,4%. Menor castigo recibieron los grandes bancos españoles: el BBVA cayó un 5,76% y el Santander, un 4,08%. Ahora, estas entidades sí que gozan de la protección de la CNMV.
Pero la posibilidad de una recesión no se centra únicamente en la banca. "Ahora no hay un solo foco de atención, sino 40", comenta Suárez, que para reforzar su afirmación esgrime las caídas en Bolsa de todo tipo de valores, no solo los financieros. Por ejemplo, en el Ibex 35 solo Mapfre escapó a los números rojos; en el paneuropeo EuroStoxx 50, también solo un valor; exactamente igual sucedió con las 100 compañías que cotizan en el FTSE 100 londinense.
La intensidad del huracán que arreció ayer fue tal que hasta la deuda de Italia y España sufrió pese al escudo comprador del BCE. Volvió a subir, la prima de riesgo - la diferencia entre los intereses que paga Alemania y el país de referencia por endeudarse a diez años- de los países periféricos del euro. La española aumentó hasta los 290 puntos básicos, 15 más que el día anterior, la mayor subida desde que el BCE ha intervenido en los mercados de deuda. La italiana saltó hasta los 286,14.
"Las medidas han llegado tarde. La situación se nos ha ido de la mano. Como en medicina, en economía hay que prevenir", analiza José Carlos Díez, habitualmente crítico con las actuaciones del BCE y de las autoridades europeas bien sea por su timidez (tardanza en comprar deuda de España e Italia, no rebajar tipos de interés) bien por su dirección (recortes fiscales). "Ahora lo que van a tener que hacer es sorprender a los mercados y, aun así, van a tardar en reaccionar".

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