martes, 23 de agosto de 2011

AMÉRICA LATINA, HACIA EL EQUILIBRIO

Economist Intelligence Unit
Desarrollo
En los dos años pasados muchos líderes políticos latinoamericanos han podido contemplar el mundo con cierta petulancia. Mientras Europa y EU han estado entrampados en un estancamiento económico, América Latina ha disfrutado una fuerte recuperación, y en su mayor parte ha sorteado la recesión sin daño perdurable. Impulsada por flujos de capital, precios récord de los productos primarios, políticas sólidas y una importante expansión del crédito doméstico, la región tuvo un crecimiento económico de 6% el año pasado y está en curso de lograr otro 5% este año.
El principio de este mes trajo una sacudida a esta complacencia. Mientras el miedo paralizaba mercados financieros en el mundo, los mercados de valores y las divisas tuvieron un bajón el 8 de agosto. El índice Bovespa de Brasil se desplomó 8.1%, el real cayó a su punto más bajo frente al dólar en tres meses y el peso mexicano cayó a su menor valor en seis meses. Luego los mercados tuvieron un curso irregular.
Entonces, ¿la recuperación de América Latina está bajo amenaza? "Es la segunda vez que la crisis afecta al mundo, y por segunda vez Brasil no está temblando", declaró la presidenta Dilma Rousseff. "Estamos en una posición mucho más fuerte para enfrentar esta crisis que la que teníamos a principios de 2009 y finales de 2008."
En algunas formas es cierto. Las reservas en divisas extranjeras de la región han tenido un aumento sustancial desde octubre de 2008 (en el caso de Brasil, de 200 mil a 350 mil millones). Enfrentados a un sobrecalentamiento y divisas que se han vuelto incómodamente fuertes, en perjuicio de la industria, a los encargados de las políticas en Brasil y otros países latinoamericanos les vendría bien una caída modesta en sus tipos de cambio.
Una preocupación es que la información ha subido en Sudamérica (en Brasil está en 6.9%, arriba de la meta del banco central). Pero Augusto de la Torre, economista en jefe del Banco Mundial para la región, señala que la devaluación tiene hoy menos impacto en las expectativas inflacionarias que en la década de 1990. Eso es un tributo a la credibilidad alcanzada por los políticos latinoamericanos.
Las economías mejor manejadas de América Latina tienen también más instrumentos disponibles que la mayoría de los países ricos. Como pasaron los nueve meses anteriores elevando las tasas de interés para enfriar la demanda, los bancos centrales podrían volver a recortarlas si lo necesitan (aunque las preocupaciones por la inflación significan que probablemente no se apresurarán a hacerlo). Los déficit fiscales son relativamente modestos. También lo es la carga de la deuda pública: excluyendo al Caribe, fuertemente endeudado, promedió sólo 32% en 2010, según la Cepal.
La principal razón por la que muchos latinoamericanos se conservan optimistas es que la amenaza del mundo exterior es diferente de la de 2008. Entonces la caída de Lehman Brothers produjo una parada súbita en los flujos de capitales hacia la región. Ahora, a menos que el pánico se extienda más allá de los bancos de la zona euro, el temor es a un prolongado estancamiento en el mundo desarrollado.
Dos cosas compensan esta probabilidad en América Latina: primero, el motor principal del crecimiento para Sudamérica en particular ha sido la demanda china de sus minerales, alimentos y otros productos primarios. Esa tendencia parece destinada a continuar. Segundo, el crecimiento procede cada vez más del consumo de los propios latinoamericanos, mientras decenas de millones salen poco a poco de la pobreza y se benefician con nuevos créditos disponibles. Así, México, que sufrió más en 2009 y es vulnerable a una desaceleración del crecimiento en Estados Unidos, tiene más campo que otros en la región para expandir el crédito doméstico.
Pero aun antes de la más reciente perturbación del mercado, se espera que el ritmo del crecimiento en América Latina se reduzca más o menos a 4% anual. La región "llega al límite de velocidad luego de una recuperación muy vigorosa", señala De la Torre. "Las economías latinoamericanas no tienen un motor BMW, tienen un motor Lada, y se sobrecalientan con rapidez".
Eso es porque la mayoría de los países no ahorran ni invierten lo suficiente. Y no usan sus recursos con eficiencia. La firma consultora McKinsey calcula que entre 1991 y 2009 la productividad laboral en América Latina creció a una tasa anual de apenas 1.4%, en comparación con 3.9 en Corea del Sur y 8.4 en China. Entre las razones de este deficiente desempeño están una gran economía informal y leyes laborales rígidas, falta de innovación en las empresas e insuficiente inversión pública en educación e infraestructura de transporte.
Los gobiernos podrían hacer más por cambiar todo esto. Por principio de cuentas, han recurrido demasiado a la política monetaria para evitar el sobrecalentamiento, lo cual ha elevado el costo del crédito. John Welch, de Macquarie Capital, parte de un banco de inversión australiano, apunta que Brasil sólo invierte 18.5% del PIB (la cifra equivalente en China es 49%) porque los bajos ahorros, las altas tasas de interés y los aranceles a los insumos vuelven la inversión más costosa de lo normal.
Dada la fortaleza de la recuperación, los gobiernos pudieron haber endurecido su política fiscal con mayor rapidez. Chile ha ido más lejos. Gracias en parte a aumentos de impuestos, reducirá su déficit fiscal a 1.8% del PIB este año, pese a los gastos extras por el gran terremoto del año pasado, comenta su ministro de Finanzas, Felipe Larraín. Brasil reduce su déficit para este año, pero planea grandes aumentos para las pensiones y los salarios de los servidores públicos el año próximo. En tanto, el sector público necesita invertir más, en especial para eliminar cuellos de botella en el transporte.
Sin embargo, hay un obstáculo político. "Predicar el ajuste fiscal entre la abundancia es muy difícil, dadas las demandas sociales" en América Latina, reconoce Nicolás Eyzaguirre, el funcionario de mayor rango del FMI en la región, quien ha tratado de hacer eso los dos años pasados.
Mientras más tiempo pospongan las reformas estructurales, los países sudamericanos, sobre todo, se harán rehenes del mundo exterior. Su déficit en cuenta corriente se eleva aun cuando sus términos de comercio (la proporción entre precios de exportaciones y de importaciones) se han elevado 25% de 2005 a la fecha. Muchos países gastan los ingresos adicionales procedentes del aumento de precios de los básicos en importaciones y en un auge del consumo, en vez de invertirlos, sostiene Neil Shearing, de la consultora Capital Economics, la cual vaticina que el crecimiento de la región caerá a 3.5% el año próximo y a 3% en 2013.
Pese a todas las fortalezas de la región, su crecimiento ha sido impulsado por lo que el FMI llama los fuertes "vientos de cola" del dinero barato del mundo rico y los altos precios de los productos básicos. El primero puede continuar un tiempo, pero los segundos tal vez no. Si las sacudidas del mercado inyectan un sentido de urgencia, no habrán ocurrido en vano.
Fuente: La Jornada
Traducción de texto: Jorge Anaya

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