FERNANDO MANUEL MANZANO / EL PAÍS
Resulta paradójico que las grandes fortunas de algunos países estén pidiendo que les suban los impuestos mientras nuestros timoratos gobernantes siguen con sus dudas a la hora de subírselos. Ahora que vienen las elecciones, no estaría de más que los candidatos de todos los partidos nos dijeran qué rumbo van a seguir en política fiscal. Hay margen para subir los impuestos a las rentas más altas, pero habrá que ir más allá para aumentar los ingresos del Estado siendo a la vez justos socialmente.
Por ejemplo, se podría eliminar la desgravación por aportaciones a planes de pensiones, restablecer el impuesto sobre el patrimonio y el de sucesiones y donaciones, eliminar la exención de tributación de los primeros 1.500 euros obtenidos mediante el cobro de dividendos y eliminar la compensación de plusvalías y minusvalías obtenidas en la venta de acciones; aumentar la tributación de las SICAV (actualmente, el 1%), reducir el IRPF de las rentas más bajas y aumentar el de las rentas más altas; aumentar el mínimo exigible para tributar, introducir la proporcionalidad en la desgravación por aportaciones a fundaciones y ONG en función de la renta del que aporta a estas instituciones, gravar fuertemente las plusvalías obtenidas con operaciones a corto plazo y se podría reducir la tributación de las inversiones de carácter permanente. Son medidas concretas, socialmente justas y fiscalmente no confiscatorias para las grandes fortunas, que aumentarían la recaudación y repartirían las cargas de la crisis entre todas las clases sociales dependiendo de sus ingresos.
Resulta paradójico que las grandes fortunas de algunos países estén pidiendo que les suban los impuestos mientras nuestros timoratos gobernantes siguen con sus dudas a la hora de subírselos. Ahora que vienen las elecciones, no estaría de más que los candidatos de todos los partidos nos dijeran qué rumbo van a seguir en política fiscal. Hay margen para subir los impuestos a las rentas más altas, pero habrá que ir más allá para aumentar los ingresos del Estado siendo a la vez justos socialmente.
Por ejemplo, se podría eliminar la desgravación por aportaciones a planes de pensiones, restablecer el impuesto sobre el patrimonio y el de sucesiones y donaciones, eliminar la exención de tributación de los primeros 1.500 euros obtenidos mediante el cobro de dividendos y eliminar la compensación de plusvalías y minusvalías obtenidas en la venta de acciones; aumentar la tributación de las SICAV (actualmente, el 1%), reducir el IRPF de las rentas más bajas y aumentar el de las rentas más altas; aumentar el mínimo exigible para tributar, introducir la proporcionalidad en la desgravación por aportaciones a fundaciones y ONG en función de la renta del que aporta a estas instituciones, gravar fuertemente las plusvalías obtenidas con operaciones a corto plazo y se podría reducir la tributación de las inversiones de carácter permanente. Son medidas concretas, socialmente justas y fiscalmente no confiscatorias para las grandes fortunas, que aumentarían la recaudación y repartirían las cargas de la crisis entre todas las clases sociales dependiendo de sus ingresos.
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