Rogelio Ramírez de la O / El Universal
La crisis global iniciada en 2008 entró en una nueva etapa, quizás la más dolorosa para producción y empleo: el “desendeudamiento” de los gobiernos.
Éstos se endeudaron para gastar, tratando de evitar una gran depresión en 2008 y 2009. Algunos países abandonaron el intento en 2010, en cuanto vieron los primeros signos de recuperación. Pero Estados Unidos, como respuesta a su alto desempleo, continuó en el intento y durante todo 2010 replicó los estímulos fiscales y el crédito de la Reserva Federal a una tasa de interés casi de cero.
Ahora el nuevo Congreso estadounidense, dominado por los republicanos, ordenó los primeros grandes recortes en el gasto, marcando que el endeudamiento llegó a su fin y se inicia el “desendeudamiento”.
Ésta será la sexta etapa de la misma crisis. En la primera la burbuja de bienes raíces reventó. En la segunda (2009) los gobiernos y bancos centrales estimularon la demanda con gasto público y crédito barato. En la tercera (2010) la actividad y el empleo repuntaron debido a los estímulos fiscal y monetario. En la cuarta (fines de 2010) los estímulos se agotaron y las economías comenzaron a mostrar debilidad. En la quinta (2011), Estados Unidos replicó los estímulos y la Reserva Federal su segundo programa extraordinario de compras masivas de valores, manteniendo bajo el interés. Esta etapa concluyó en junio pasado y casi inmediatamente, en julio, la actividad volvió a caer.
La sexta etapa, que ahora comienza y consiste en el desendeudamiento, cobrará fuerza a partir de 2012. Mientras, el desempleo se mantiene alto: en 9.2% —en realidad 16%, si se incluye a los que ya dejaron de buscar empleo—. Además, en una cuarta parte de las hipotecas la deuda supera al valor de la vivienda ante la falta de recuperación de ese mercado.
Así, no es previsible que aumente el gasto familiar. Con la demanda estadounidense tan débil las empresas no harán mayores inversiones. Y Europa no podrá aumentar sus compras de bienes estadounidenses, pues la periferia europea tiene un problema de endeudamiento.
Alemania acaba de darle la puntilla a la periferia, negándose a la emisión de eurobonos, respaldados por todos los países miembros, para apoyar a los que no pueden refinanciar sus deudas. Por su parte, Francia tuvo que aceptarlo, pues tiene sobre sí la amenaza de una reducción en su calificación de deuda.
Si estos países, que son los fuertes de Europa, ven sus deudas degradadas, el valor del colateral de los bancos comerciales, aseguradoras y fondos de pensiones y riqueza caerá, para exacerbar la crisis bancaria.
El único organismo en el mundo occidental que puede llevar a cabo ciertas acciones para apuntalar las economías es la Reserva Federal estadounidense, pero la semana pasada la Fed no hizo el anuncio que de ella esperaban todos los mercados a lo largo y ancho del planeta, es decir, un nuevo programa de compra de valores. Sólo dio un mensaje indicando que considera nuevas acciones. En la realidad no es mucho lo que puede hacer. En conclusión, la Fed está sola y sin suficientes municiones para la lucha venidera. Tan sólo en una semana, en el mundo se retiraron 50 mil millones de dólares de acciones e inversiones hacia la seguridad de los bonos estadounidenses.
Lo que sigue será muy doloroso para todos. Para México será un periodo de crecimiento tan bajo que parecerá recesión, revirtiendo parte de las escasas ganancias en empleo logradas en 2010. Y lo más probable es que el gobierno haga lo que ha hecho desde 2008, es decir, nada, incluso negar la gravedad del problema o tratarlo como otro “catarro”.
Los llamados a un “blindaje” son inútiles si no hay siquiera un diagnóstico correcto ni prioridades más allá del lugar común del equilibrio de las finanzas públicas.
Economista
La crisis global iniciada en 2008 entró en una nueva etapa, quizás la más dolorosa para producción y empleo: el “desendeudamiento” de los gobiernos.
Éstos se endeudaron para gastar, tratando de evitar una gran depresión en 2008 y 2009. Algunos países abandonaron el intento en 2010, en cuanto vieron los primeros signos de recuperación. Pero Estados Unidos, como respuesta a su alto desempleo, continuó en el intento y durante todo 2010 replicó los estímulos fiscales y el crédito de la Reserva Federal a una tasa de interés casi de cero.
Ahora el nuevo Congreso estadounidense, dominado por los republicanos, ordenó los primeros grandes recortes en el gasto, marcando que el endeudamiento llegó a su fin y se inicia el “desendeudamiento”.
Ésta será la sexta etapa de la misma crisis. En la primera la burbuja de bienes raíces reventó. En la segunda (2009) los gobiernos y bancos centrales estimularon la demanda con gasto público y crédito barato. En la tercera (2010) la actividad y el empleo repuntaron debido a los estímulos fiscal y monetario. En la cuarta (fines de 2010) los estímulos se agotaron y las economías comenzaron a mostrar debilidad. En la quinta (2011), Estados Unidos replicó los estímulos y la Reserva Federal su segundo programa extraordinario de compras masivas de valores, manteniendo bajo el interés. Esta etapa concluyó en junio pasado y casi inmediatamente, en julio, la actividad volvió a caer.
La sexta etapa, que ahora comienza y consiste en el desendeudamiento, cobrará fuerza a partir de 2012. Mientras, el desempleo se mantiene alto: en 9.2% —en realidad 16%, si se incluye a los que ya dejaron de buscar empleo—. Además, en una cuarta parte de las hipotecas la deuda supera al valor de la vivienda ante la falta de recuperación de ese mercado.
Así, no es previsible que aumente el gasto familiar. Con la demanda estadounidense tan débil las empresas no harán mayores inversiones. Y Europa no podrá aumentar sus compras de bienes estadounidenses, pues la periferia europea tiene un problema de endeudamiento.
Alemania acaba de darle la puntilla a la periferia, negándose a la emisión de eurobonos, respaldados por todos los países miembros, para apoyar a los que no pueden refinanciar sus deudas. Por su parte, Francia tuvo que aceptarlo, pues tiene sobre sí la amenaza de una reducción en su calificación de deuda.
Si estos países, que son los fuertes de Europa, ven sus deudas degradadas, el valor del colateral de los bancos comerciales, aseguradoras y fondos de pensiones y riqueza caerá, para exacerbar la crisis bancaria.
El único organismo en el mundo occidental que puede llevar a cabo ciertas acciones para apuntalar las economías es la Reserva Federal estadounidense, pero la semana pasada la Fed no hizo el anuncio que de ella esperaban todos los mercados a lo largo y ancho del planeta, es decir, un nuevo programa de compra de valores. Sólo dio un mensaje indicando que considera nuevas acciones. En la realidad no es mucho lo que puede hacer. En conclusión, la Fed está sola y sin suficientes municiones para la lucha venidera. Tan sólo en una semana, en el mundo se retiraron 50 mil millones de dólares de acciones e inversiones hacia la seguridad de los bonos estadounidenses.
Lo que sigue será muy doloroso para todos. Para México será un periodo de crecimiento tan bajo que parecerá recesión, revirtiendo parte de las escasas ganancias en empleo logradas en 2010. Y lo más probable es que el gobierno haga lo que ha hecho desde 2008, es decir, nada, incluso negar la gravedad del problema o tratarlo como otro “catarro”.
Los llamados a un “blindaje” son inútiles si no hay siquiera un diagnóstico correcto ni prioridades más allá del lugar común del equilibrio de las finanzas públicas.
Economista
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