sábado, 4 de junio de 2011

FMI, CARSTENS, LAGARDE: EL REGRESO DE LA ORTODOXIA

Orlando Delgado Selley / Proceso
Tras la renuncia obligada de Dominique Strauss-Kahn como director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha abierto la posibilidad de romper con la práctica de que sea un europeo el que siempre ocupe ese puesto.
Hasta ahora los europeos se han “adueñado” de ese organismo, igual que lo han hecho los estadunidenses con la presidencia del Banco Mundial, un “arreglo” que se pactó debido a la situación económica prevaleciente después de la Segunda Guerra Mundial, pero hay que decir que las circunstancias han cambiado.
Así, pues, el predominio en la economía mundial ya no le corresponde a Estados Unidos y Europa, pues Brasil, China, Corea, India y Rusia tienen ahora mayor peso que muchos países europeos.
No obstante, las naciones de la Unión Europea han señalado que ellas deben nombrar al sucesor del FMI y que, además, debe ser europeo, ya que son quienes aportan la cuota mayor ( 30% de los votos).
En noviembre de 2007, cuando el francés Strauss-Kahn fue nombrado para suceder al español Rodrigo de Rato, Jean Claude Juncker, jefe del Eurogrupo, prometió: “El próximo director-gerente del FMI no será europeo”.
El compromiso no se cumplió. Los europeos sostienen que ante la crisis que enfrentan, es necesario que uno de ellos sea el que gestione las exigencias a los gobiernos, así como los apoyos financieros.
La crisis, que inició en 2008 y sigue latente, agudizó la modificación en la correlación de fuerzas mundial de manera que mientras Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia entraban en recesión, China, India y Corea apenas redujeron su crecimiento. En Brasil, en tanto, la recesión de 2009 fue de apenas 0.1%.
En consecuencia, según el PIB registrado para 2010, el peso relativo en el PIB mundial de las principales economías europeas (Alemania, 5.7%; Francia, 4.6%; Reino Unido, 4.4%; Italia, 3.6%, y España, 2.2%) es apenas superior al de las principales naciones emergentes (China, 9.3%; Brasil, 3.3%; Rusia, 2.4%; India, 2.4%; México, 1.6%).
Este peso económico no se corresponde con la capacidad de voto en el Fondo Monetario Internacional.
De acuerdo con los resultados de la última enmienda (2008) a las reglas de esa institución financiera, los países con mayor capacidad de voto son Estados Unidos (17.75%), Japón (6.58%), Alemania (6.14%), Francia y Reino Unido (4.52%), China (4.01%), Italia (3.32%), Arabia Saudita (2.94%), Canadá (2.68%), Rusia (2.50%), India (2.45%) y Holanda (2.17%).
Esos 12 países suman 59.6% de los votos del FMI. Las cuatro naciones europeas del grupo poseen 20.67% de los votos, y los otros ocho 38.93%.
De acuerdo con la canciller alemana, Angela Merkel, un director-gerente del FMI no europeo sólo podrá ser nombrado hasta la siguiente ocasión porque ahora Europa enfrenta problemas severos y requiere que Christine Lagarde, actual ministra francesa de Economía, encabece el organismo.
Con esa postura, Merkel actúa como si estuviésemos en la época colonial: ellos deciden y nosotros aceptamos. Pero la realidad es muy diferente: Europa ha perdido estatura económica, y la crisis le ha disminuido la estatura política.
Es obvio que si los países de la Unión Europea tienen 30% de los votos, el resto –incluidos Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia, Arabia Saudita y los emergentes– tiene 70% y, por tanto, una mayoría holgada para nombrar en esta ocasión a un no europeo.
Pero para que eso se concrete se requiere de una candidatura alterna capaz de aglutinar esos votos, y esa candidatura, sorprendentemente, es la del mexicano Agustín Carstens, actual gobernador del Banco de México y primer secretario de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón.
Carstens se hizo “célebre” en nuestro país, luego de que en tiempos en que la crisis empezaba a profundizarse dijo que si a Estados Unidos le daba una “pulmonía”, a México apenas le daría “un catarrito”.
El gobernador del Banco de México inició su campaña inmediatamente después de que se mencionó su nombre para dirigir el FMI. Estuvo en España, país que, contra su voluntad, votará por Carstens, pues ha declarado que prefiere a Lagarde.
De España, el ex secretario de Hacienda voló a Brasil y consiguió el apoyo de este país, un logro de gran importancia. Carstens también viajará a China, India, Arabia Saudita, Sudáfrica, Argentina y Canadá. Estos países, junto con Brasil, España y, por supuesto, México, suman 15.26% de los votos, importantes, pero aún insuficientes.
El voto decisivo, como siempre, será el de Estados Unidos, que tiene 17.75%, porcentaje que, sumado a los anteriores, daría 33.01%, tres puntos porcentuales más que los países de la Unión Europea.
Entre sus logros, Carstens ha destacado su participación, como funcionario del gobierno, en la solución de las crisis mexicanas de 1987-88 y 1994-95, así como su colaboración en muchas otras gestiones para aliviar las crisis de países periféricos cuando fue director ejecutivo del FMI.
Los mexicanos sabemos cómo se solucionaron las crisis mencionadas, pero conviene recordar que la de 1994-95 fue una crisis bancaria, alentada por privatizaciones inescrupulosas y una enorme laxitud en la supervisión.
La solución a dicha crisis costó a los contribuyentes mexicanos alrededor de 30% del PIB de 1995.
Y si bien la historia del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) ha sido contada muchas veces, lo relevante es que aún seguimos abonando a los famosos pagarés de ese fondo, ahora convertidos en pagarés IPAB. Así pues, esa “solución” de la que ha presumido Carstens es muy discutible.
Por supuesto, hubo beneficiarios en la crisis misma y en su secuela, entre ellos los actuales dueños de los bancos: empresarios españoles (BBVA y Santander), estadunidenses (Citigroup), canadienses (Nova Scotia) e ingleses (HSBC), quienes compraron bancos mexicanos a precios irrisorios y operan en un entorno fiscal extremadamente favorable, lo que les ha permitido ser las estrellas de sus grupos financieros.
Y hay más: Carstens también presume de ser un ortodoxo. En una entrevista a un diario español, el pasado martes, señaló que “después de tres años de crisis y con un director-gerente europeo, la crisis europea no está resuelta”.
El funcionario mexicano añadió: “No hay forma de resolver una crisis si no se toman medidas de fondo. A lo que se puede aspirar con los programas de la Unión Europea y del Fondo es a facilitar a los países que tomen las decisiones difíciles. Quedan tragos amargos que pasar y allí la comunidad financiera internacional debe dar su apoyo, pero mi experiencia me dice que no hay sustituto a tomar esas medidas difíciles”, apuntó.
Así que el candidato no europeo tiene un programa de acción que conocemos: austeridad fiscal a rajatabla y garantías totales a los inversionistas de que se les pagará… con altos costos sociales.
Esa es la medicina típica del FMI. Se aplicó en las crisis latinoamericanas de los ochenta, lo que significó que perdiéramos 10 años de crecimiento. Esa política regresará si Carstens logra la dirección del organismo, y se aplicará a Grecia, Irlanda y Portugal.
Pero será lo mismo con la otra candidata, la francesa Christine Lagarde, también una economista ortodoxa.
Con cualquiera de los dos al frente del FMI, los cambios impulsados bajo la dirección de Strauss-Kahn y Olivier Lombard –economista en jefe– se revertirán.
En días pasados, Joseph Eugene Stiglitz saludó los nuevos aires que se respiraban en el FMI. El Nobel de Economía 2001 reconoció que era muy significativo el planteamiento del organismo, en el sentido de que los países emergentes que estaban recibiendo flujos extraordinarios de capitales, derivados de la política monetaria expansiva de la Reserva Federal estadunidense, debían aplicar impuestos especiales.
Sin embargo, esos nuevos aires terminaron con la renuncia de Dominique Strauss-Kahn,cuya vida cambió para siempre el pasado 14 de mayo, cuando fue detenido en Nueva York, a bordo de un avión con destino a París, acusado de crímenes sexuales contra la empleada de un hotel.
La primera decisión en torno de las candidaturas para dirigir el FMI se conocerá el próximo viernes 10, cuando se cierre el registro. Entonces veremos si la campaña de Carstens ha sido exitosa. Pero lo que sí sabemos desde ahora es que los ortodoxos han regresado.

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