Alberto Aziz Nassif / El Universal
Se puede debatir lo que han hecho en la presidencia los gobiernos panistas en una década. Los simpatizantes y militantes del PAN dicen que en estos años han hecho mucho más que el PRI en siete décadas. Por supuesto, se trata de una visión completamente ideológica. Los adversarios del panismo dicen que el país nunca había estado tan mal, y que por eso urge un cambio de rumbo. Se puede salir de estas visiones políticamente interesadas y revisar lo que ha pasado en estos años con el triángulo que forman el trabajo precario, la migración y el reclutamiento de jóvenes por el crimen organizado.
La revista “Este País” ofreció en su número de mayo pasado una serie de textos sobre el último Censo de Población y Vivienda (2010). En este espacio retomaremos dos temas complementarios sobre lo que ha pasado en el mundo laboral y en la migración, como expresiones del actual modelo de desarrollo. Sin embargo, ha aparecido una nueva dimensión que complementa a las dos expresiones anteriores: el crimen organizado recluta “a 23 mil jóvenes”, según un documento de la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de diputados (EL UNIVERSAL, 19/VI/2011).
Para tener una aproximación al mundo del trabajo se puede ver el artículo de María Elena Cardero y Guadalupe Espinoza, en donde nos muestran, con la información oficial, un panorama complicado para los trabajadores. Desde la implantación del modelo exportador, que quedó sellado con el Tratado de Libre Comercio en 1994, se fijaron las bases estructurales del desarrollo mexicano. El modelo se implanta bajo un gobierno del PRI, pero el panismo sigue por la misma vía, sin establecer ningún cambio.
Hay un aumento del desempleo de acuerdo a los censos de 2000 y 2010: de 0.4 a 2.3 millones. Según las encuestas de empleo (ENE y ENOE), las cifras de desempleo en 2009 son más altas, 5 millones. El otro dato es que la economía mexicana ha tenido un crecimiento mucho más bajo que en la época del desarrollo estabilizador; así, entre 1970 y 1981 el crecimiento promedio fue de 6.8% y el desempleo fue de 2.9%; en cambio, como anotan las autoras, en esta última década se invirtieron las proporciones: se creció a 2.4% y el desempleo llegó hasta 6%.
El modelo también ha generado una serie de transformaciones muy cuestionables: la apertura comercial indiscriminada llenó de importaciones al país, destruyó cadenas productivas y estableció parámetros de competitividad mayores al país. Por estas razones, México empezó a registrar una caída en su productividad. Con estas modificaciones, señalan Cardero y Espinoza, cobraron mayor dinamismo las actividades de comercio y servicios, bajó la actividad industrial y la agropecuaria. Además, en estos años se ha incrementado un fenómeno que acompaña este proceso: la informalización del empleo que ha llevado a una precarización laboral. Hay una baja del empleo, del salario y una insuficiente creación de trabajo formal: de los 43.8 millones de la población ocupada, hay un 64% que no tiene acceso a “esquemas de salud o de bienestar social (28.1 millones)”. En las estrategias de sobrevivencia hay un fuerte predominio de la informalidad, las “actividades de pequeña escala, el incremento del trabajo familiar sin pago, el trabajo asalariado a destajo” y los empleos sin prestaciones.
La otra dimensión que dibuja el México de estos años es el del fenómeno migratorio. Cada año hay una cantidad calculada entre 400 y 500 mil emigrantes laborales a Estados Unidos. Este enorme flujo se da a pesar de las complicaciones crecientes para el cruce a partir del 11 de septiembre de 2001. Entre los dos censos, nos dice Rodolfo Corona Vázquez en su texto: hay un aumento de los migrantes que han regresado y, al mismo tiempo, hay una mayor dependencia de las remesas de los migrantes, porque ahora existen un millón 443 mil personas que reciben el dinero de sus familiares desde Estados Unidos. Esta población se encuentra en todo el país, pero los estados de Michoacán y Guanajuato son los que puntean este conjunto. En una década ha habido un aumento de 20 a 31 millones de mexicanos que radican en Estados Unidos; hay 54% más mexicanos que residen en el vecino país del norte, que cuando Fox llegó al poder. La pinza se cierra ahora con la tragedia de los migrantes centroamericanos, que ahora son una pieza del crimen organizado en el país.
El México del siglo XXI se conforma con estas estructuras de trabajo precario, migración y jóvenes reclutados por el crimen organizado. Este triángulo necesita ser revisado de forma urgente. Sin duda, éste debería ser uno de los temas centrales para evaluar a los gobiernos panistas y también para debatir el futuro del desarrollo mexicano en la próxima sucesión presidencial.
Se puede debatir lo que han hecho en la presidencia los gobiernos panistas en una década. Los simpatizantes y militantes del PAN dicen que en estos años han hecho mucho más que el PRI en siete décadas. Por supuesto, se trata de una visión completamente ideológica. Los adversarios del panismo dicen que el país nunca había estado tan mal, y que por eso urge un cambio de rumbo. Se puede salir de estas visiones políticamente interesadas y revisar lo que ha pasado en estos años con el triángulo que forman el trabajo precario, la migración y el reclutamiento de jóvenes por el crimen organizado.
La revista “Este País” ofreció en su número de mayo pasado una serie de textos sobre el último Censo de Población y Vivienda (2010). En este espacio retomaremos dos temas complementarios sobre lo que ha pasado en el mundo laboral y en la migración, como expresiones del actual modelo de desarrollo. Sin embargo, ha aparecido una nueva dimensión que complementa a las dos expresiones anteriores: el crimen organizado recluta “a 23 mil jóvenes”, según un documento de la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de diputados (EL UNIVERSAL, 19/VI/2011).
Para tener una aproximación al mundo del trabajo se puede ver el artículo de María Elena Cardero y Guadalupe Espinoza, en donde nos muestran, con la información oficial, un panorama complicado para los trabajadores. Desde la implantación del modelo exportador, que quedó sellado con el Tratado de Libre Comercio en 1994, se fijaron las bases estructurales del desarrollo mexicano. El modelo se implanta bajo un gobierno del PRI, pero el panismo sigue por la misma vía, sin establecer ningún cambio.
Hay un aumento del desempleo de acuerdo a los censos de 2000 y 2010: de 0.4 a 2.3 millones. Según las encuestas de empleo (ENE y ENOE), las cifras de desempleo en 2009 son más altas, 5 millones. El otro dato es que la economía mexicana ha tenido un crecimiento mucho más bajo que en la época del desarrollo estabilizador; así, entre 1970 y 1981 el crecimiento promedio fue de 6.8% y el desempleo fue de 2.9%; en cambio, como anotan las autoras, en esta última década se invirtieron las proporciones: se creció a 2.4% y el desempleo llegó hasta 6%.
El modelo también ha generado una serie de transformaciones muy cuestionables: la apertura comercial indiscriminada llenó de importaciones al país, destruyó cadenas productivas y estableció parámetros de competitividad mayores al país. Por estas razones, México empezó a registrar una caída en su productividad. Con estas modificaciones, señalan Cardero y Espinoza, cobraron mayor dinamismo las actividades de comercio y servicios, bajó la actividad industrial y la agropecuaria. Además, en estos años se ha incrementado un fenómeno que acompaña este proceso: la informalización del empleo que ha llevado a una precarización laboral. Hay una baja del empleo, del salario y una insuficiente creación de trabajo formal: de los 43.8 millones de la población ocupada, hay un 64% que no tiene acceso a “esquemas de salud o de bienestar social (28.1 millones)”. En las estrategias de sobrevivencia hay un fuerte predominio de la informalidad, las “actividades de pequeña escala, el incremento del trabajo familiar sin pago, el trabajo asalariado a destajo” y los empleos sin prestaciones.
La otra dimensión que dibuja el México de estos años es el del fenómeno migratorio. Cada año hay una cantidad calculada entre 400 y 500 mil emigrantes laborales a Estados Unidos. Este enorme flujo se da a pesar de las complicaciones crecientes para el cruce a partir del 11 de septiembre de 2001. Entre los dos censos, nos dice Rodolfo Corona Vázquez en su texto: hay un aumento de los migrantes que han regresado y, al mismo tiempo, hay una mayor dependencia de las remesas de los migrantes, porque ahora existen un millón 443 mil personas que reciben el dinero de sus familiares desde Estados Unidos. Esta población se encuentra en todo el país, pero los estados de Michoacán y Guanajuato son los que puntean este conjunto. En una década ha habido un aumento de 20 a 31 millones de mexicanos que radican en Estados Unidos; hay 54% más mexicanos que residen en el vecino país del norte, que cuando Fox llegó al poder. La pinza se cierra ahora con la tragedia de los migrantes centroamericanos, que ahora son una pieza del crimen organizado en el país.
El México del siglo XXI se conforma con estas estructuras de trabajo precario, migración y jóvenes reclutados por el crimen organizado. Este triángulo necesita ser revisado de forma urgente. Sin duda, éste debería ser uno de los temas centrales para evaluar a los gobiernos panistas y también para debatir el futuro del desarrollo mexicano en la próxima sucesión presidencial.
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