LUSTRO. José A. Gurría cumple cinco años como secretario de la OCDE (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) fue fundada en 1961 y agrupa a países comprometidos con la democracia y una economía de mercado. El organismo internacional tiene como finalidad apoyar el desarrollo económico sostenible, mantener la estabilidad financiera, así como elevar el nivel de vida de la población mundial entre otros importantes objetivos. Recientemente celebró su 50º aniversario con una importante conferencia a la cual acudieron presidentes, jefes de gobiernos y ministros de economía de sus 34 países miembros. La OCDE es hoy un importante centro global que trabaja en el análisis y acción de políticas económicas y sociales.
Con más de 250 publicaciones por año, la OCDE es una de las grandes fuentes de información económica y social para tomadores de decisiones. Los estudios que la organización difunde cada año, constituyen una valiosa radiografía del panorama mundial en diversas vertientes y un referente obligado para la instrumentación y evaluación de políticas públicas.
El pasado primero de junio, José Ángel Gurría cumplió cinco años como secretario general de la OCDE. Quién fuera Director General de Nacional Financiera (Nafin), y del Banco Mexicano de Comercio Exterior (Bancomext), así como el Secretario de Relaciones Exteriores y de Hacienda y Crédito Público a fines de los años noventa, compitió con seis candidatos de países desarrollados para ocupar esta posición estratégica internacional.
Con una destacada trayectoria de 33 años como servidor público, Gurría fue uno de los artífices de la reestructuración de la deuda externa mexicana en 1989-1990, lo que le permitió al país recuperarse de un lastre que no le permitía crecer y consolidarse económicamente. La deuda externa del gobierno federal y organismos paraestatales constituía en aquellos años un problema muy serio para la hacienda pública. Paradójicamente, Europa atraviesa una situación financiera delicada similar a la que México tenía en los ochenta, cuando la deuda pública representaba un verdadero dolor de cabeza para el país. La invaluable experiencia de Gurría en la crisis de deuda que hoy vive la zona euro resulta por demás imprescindible. Este economista y diplomático mexicano, que habla más de seis idiomas sin acento y como nativo -según versiones de quienes lo han escuchado en foros y negociaciones internacionales–, ha ejercido un “liderazgo energético” al frente de la institución, como lo describiera el Embajador de Portugal ante la OCDE. El desempeño relevante, abierto e inclusivo del organismo bajo la conducción de Gurría, le ha valido la reelección al frente del mismo. La incorporación de nuevos miembros como Chile, Estonia, Israel y Eslovenia, así como la adhesión de Brasil, China, India, Indonesia y Sudáfrica representan logros evidentes. En un ejercicio de reflexión, Gurría ha señalado que los organismos internacionales deberían ser un observatorio para la coherencia de las políticas públicas; que instituciones como la OCDE, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio (OMC), y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), compartan responsabilidades y se pongan de acuerdo en una red de intercambio, de polinización mutua, y de fertilización de ideas para afrontar los enormes retos y desafíos mundiales.
Desde su despacho en el Castillo de la Muette en París, Jose Ángel Gurría cumple un lustro dirigiendo los rumbos de la OCDE y va por otro. Este destacado mexicano, que de niño se ponía de pie cada vez que el himno nacional se tocaba en la radio o en la televisión, tiene como misión seguir promoviendo una economía mundial más fuerte, más limpia y desde luego, más justa y menos desigual.
Con más de 250 publicaciones por año, la OCDE es una de las grandes fuentes de información económica y social para tomadores de decisiones. Los estudios que la organización difunde cada año, constituyen una valiosa radiografía del panorama mundial en diversas vertientes y un referente obligado para la instrumentación y evaluación de políticas públicas.
El pasado primero de junio, José Ángel Gurría cumplió cinco años como secretario general de la OCDE. Quién fuera Director General de Nacional Financiera (Nafin), y del Banco Mexicano de Comercio Exterior (Bancomext), así como el Secretario de Relaciones Exteriores y de Hacienda y Crédito Público a fines de los años noventa, compitió con seis candidatos de países desarrollados para ocupar esta posición estratégica internacional.
Con una destacada trayectoria de 33 años como servidor público, Gurría fue uno de los artífices de la reestructuración de la deuda externa mexicana en 1989-1990, lo que le permitió al país recuperarse de un lastre que no le permitía crecer y consolidarse económicamente. La deuda externa del gobierno federal y organismos paraestatales constituía en aquellos años un problema muy serio para la hacienda pública. Paradójicamente, Europa atraviesa una situación financiera delicada similar a la que México tenía en los ochenta, cuando la deuda pública representaba un verdadero dolor de cabeza para el país. La invaluable experiencia de Gurría en la crisis de deuda que hoy vive la zona euro resulta por demás imprescindible. Este economista y diplomático mexicano, que habla más de seis idiomas sin acento y como nativo -según versiones de quienes lo han escuchado en foros y negociaciones internacionales–, ha ejercido un “liderazgo energético” al frente de la institución, como lo describiera el Embajador de Portugal ante la OCDE. El desempeño relevante, abierto e inclusivo del organismo bajo la conducción de Gurría, le ha valido la reelección al frente del mismo. La incorporación de nuevos miembros como Chile, Estonia, Israel y Eslovenia, así como la adhesión de Brasil, China, India, Indonesia y Sudáfrica representan logros evidentes. En un ejercicio de reflexión, Gurría ha señalado que los organismos internacionales deberían ser un observatorio para la coherencia de las políticas públicas; que instituciones como la OCDE, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio (OMC), y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), compartan responsabilidades y se pongan de acuerdo en una red de intercambio, de polinización mutua, y de fertilización de ideas para afrontar los enormes retos y desafíos mundiales.
Desde su despacho en el Castillo de la Muette en París, Jose Ángel Gurría cumple un lustro dirigiendo los rumbos de la OCDE y va por otro. Este destacado mexicano, que de niño se ponía de pie cada vez que el himno nacional se tocaba en la radio o en la televisión, tiene como misión seguir promoviendo una economía mundial más fuerte, más limpia y desde luego, más justa y menos desigual.
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