domingo, 26 de junio de 2011

EL DRAMA DEL EMPLEO EN ESTADOS UNIDOS

José Antonio Rojas Nieto / La Jornada
Cada mes –como en todas las economías del mundo– en la economía vecina del norte se contrata y se despide personal. Un seguimiento del saldo neto de este proceso es relevante. Permite entender ciclos y fases de la economía en general. Y de la ocupación en particular. Para empezar a sentir qué pasa allá, recordemos tres de los datos mensuales más tristes de su historia laboral.
En septiembre de 1945 ese saldo contratados-despedidos fue de un millón 966 mil a favor de los desempleados, de los que perdieron su ocupación. En noviembre de 2008 se quedaron sin empleo 908 mil personas. En mayo pasado –sí hace un mes, y en los momentos que algunos se atreven a llamar "de plena recuperación, a pesar de cierta regresión temporal" (FMI dixit)– perdieron su trabajo 946 mil personas.
Es el segundo mes en la historia reciente de nuestros vecinos con el saldo negativo entre altas y bajas. Independientemente de la calidad actual de los empleos y de su nivel medio de remuneración, veamos que en mayo de 2011 se ocuparon 139 millones 779 mil personas. Comparémoslas con las ocupadas en noviembre de 2007, hace apenas tres años y medio: 146 millones 584 mil personas.
A diciembre de 2009, por efecto de la crisis, se habían perdido 8 millones 624 mil empleos. En año y medio sólo se ha recuperado un millón 819 mil. Para igualar ese alto nivel, aún hay que crear 6 millones 805 mil empleos. Al ritmo mostrado, faltarían poco más de cinco años para lograrlo. Y es que el proceso no es lineal. El mes pasado –nada más el mes pasado– el saldo altas y bajas fue negativo. Muy negativo. Y, sin embargo, es cierto lo que argumentan mis estudiantes de la Facultad de Economía de la UNAM, cuando profundizan en lo que el agudo David Ricardo llama escasez de trabajo ("sacarcity of labour"); o cuando analizan el concepto de "ejército industrial de reserva" de Marx, en relación con los ciclos económicos que este brillante autor describe en el tercer tomo de El Capital.
Sí, es cierto, una visión más detallada y cuidadosa de este proceso muestra el gran fracaso de la todavía mayor economía del mundo (24 por ciento seguido por China con 9.5 por ciento). Pero hay que tener cuidado de juicios superficiales. Y nunca perder la memoria. Y en este terreno del empleo –así sea sólo de su volumen– menos. Y digo del volumen porque –como he sugerido antes– la calidad de los empleos y su nivel medio de remuneración exigen una reflexión aparte, similarmente detallada y cuidadosa. Avancemos un poco más.
Hoy –al inicio del verano de 2011– el nivel de desempleo (9.1 por ciento) en Estados Unidos es un poco menor que el mayor del periodo reciente (10.10 por ciento) de octubre de 2009. Y éste, a su vez, ligeramente inferior al máximo histórico (10.8 por ciento) del triste invierno de 1982. Recordemos, estos números porcentuales muestran la relación de dos totales. El de las personas mayores de 16 años dispuestas a trabajar y que al menos durante cuatro semanas han estado buscando empleo sin encontrarlo. Y el de la población mayor de los 16 años en condiciones de trabajar.
En mayo de este año, por ejemplo, se reconocieron 13 millones 914 mil personas en condición de desempleo, de un población civil en condiciones de trabajar de 153 millones 693 mil personas. La diferencia nos da el nivel de empleo mencionado: 139 millones 779 mil personas. Como marco, recordemos que la población en Estados Unidos es de 312 millones de personas. Así, esos desempleados de mayo 2011 representan 9.1 por ciento de la población civil en condiciones de trabajar. Y crecieron en relación con los registros de enero, febrero, marzo y abril también de 2011. De suyo esto muestra la enorme fragilidad de la recuperación de la economía vecina y –nos guste o no– de la nuestra. Estamos estrechamente vinculados a una economía que –sin duda– no ha retornado al máximo nivel histórico de desempleo del invierno de 1982 (10.8 por ciento). Pero que –tampoco– ha logrado uno los bajos niveles de desempleo como los que se vivieron en la primavera de 1982 (5 por ciento) o en el invierno de 1973 (4.6 por ciento), para no hablar del menor de toda la historia reciente de la economía vecina (2.5 por ciento) del verano de 1953. Para la población esto es un dato dramático. Severamente dramático.
Algo más –también dramático– distingue a este capitalismo de hoy. Nunca antes se requirieron 39.7 semanas para encontrar nuevamente ocupación. En buen romance esto significa que un desocupado en el vecino país tarda –en promedio– 278 días naturales para volver a encontrar trabajo.
Jamás se había llegado a periodo tan prolongado de persistencia del desempleo. Jamás. El mayor antecedente en este sentido era de no más de 21 semanas, en la primavera de 1983. En consecuencia, en esta crisis casi se ha duplicado el tiempo en que –en promedio– las personas permanecen en condición de desempleo. Esto es terrible. ¿Se imagina usted permanecer casi 10 meses sin trabajo? Eso sucede hoy en Estados Unidos. Eso y no otra cosa. Por ello, la recuperación de los índices Standard and Poors, Dow Jones y Nasdaq, sólo dan muestra de cierta recuperación de lo que llaman "ambiente de negocios". Pero no de las condiciones de empleo, por más que, esa recuperación está vinculada a la recuperación de los puestos de trabajo. Lamentable. Profundamente lamentable.
NB ¡Que no alce la voz el Presidente! ¡Que escuche…, que escuche… que…! En el Alcázar y fuera de él. Sólo eso. Al menos.


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