Rodolfo Navarrete / El Financiero
El principal escenario de riesgo que hoy se cierne sobre México es la posible quiebra griega y la crisis bancaria que ésta podría provocar. De presentarse el caso, nuestro país se vería afectado por dos vías: una financiera y otra real. Algunas empresas, los bancos y el gobierno podrían enfrentar problemas ante tal escenario.
La semana pasada tuvimos una pequeña muestra de lo que podría suceder en el mundo si se sigue deteriorando la situación financiera de Grecia. El país que muchos consideran insignificante en términos del PIB de la zona euro, provocó una sacudida en los mercados financieros mundiales que implicó caídas en las bolsas de valores, incrementos en las tasas de interés de los bonos soberanos y sendas depreciaciones de los tipos de cambio, sobre todo de los países emergentes, que bajo tales circunstancias son generalmente considerados como altamente riesgosos, pese a que la realidad de los últimos años muestra lo contrario.
Como se sabe, Grecia está al borde de la quiebra, debido a lo abultado de su deuda y la casi nula posibilidad de registrar crecimiento económico en los próximos años, mismo que le permitiría solventar al menos el pago de los servicios de ésta.
El programa de rescate financiero aprobado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) a finales del año pasado, por algo más de 150 mil millones de dólares, ha fracasado. Es necesario un nuevo paquete de rescate, mismo que se niegan a solventar los contribuyentes europeos, en particular alemanes; mientras que la población griega puso la semana pasada en jaque a su gobierno, al no estar dispuesta a seguir soportando los efectos del ajuste fiscal.
Las calificadoras de riesgos, por su parte, ven inminente la quiebra griega, al punto de que Standard & Poor's bajó la calificación soberana a uno de los niveles más bajos en el mundo. Alan Greenspan no se quedó atrás y compartió esta opinión. Una posible quiebra griega desencadenaría inmediatamente una crisis bancaria que, en primera instancia, se circunscribiría a Europa, pero posteriormente abarcaría a todo el mundo.
Los capitales mundiales tratarían de buscar refugio en activos seguros, por lo que podría registrarse la venta masiva de activos considerados como riesgosos, entre ellos todos los de países emergentes. Existen varias vías por las cuales la posible crisis griega y bancaria internacional afectaría a la economía mexicana.
Una primera vía sería la financiera, relacionada con la capacidad de los agentes locales de obtener financiamiento externo a un costo razonable. Una segunda sería el impacto internacional de la crisis sobre el crecimiento global y el efecto que esto tendría sobre la capacidad de pago de algunos agentes económicos. Como puede apreciarse, éste sería el principal escenario de riesgo que hoy se cierne sobre México.
En tal caso, primero cabría esperar una salida de capitales que bajaría el precio de todos los activos financieros y la paralizaría de algunos proyectos de inversión física. Se esperaría entonces una fuerte contracción del mercado de valores, el incremento de las tasas de interés en todos sus plazos y la depreciación del tipo de cambio, que pondría nuevamente a prueba el manejo financiero de los diferentes agentes económicos internos.
Por otro lado, la inestabilidad financiera global provocaría un alentamiento de la actividad económica global y una caída de la oferta de capitales extranjeros, mismo que se traduciría en una restricción al financiamiento externo de las empresas, a la vez que significaría una caída de la demanda de las exportaciones, con lo que podría registrarse una desaceleración significativa de las economía en desarrollo.
En el caso de materializarse este escenario de riesgos, al parecer las empresas mexicanas se encuentran relativamente protegidas, toda vez que mantienen bajos niveles de apalancamiento interno y externo, aunque no escaparían a los efectos de una posible desaceleración económica por el lado de Estados Unidos. En tal escenario, aumentará la posibilidad de que pueda incrementarse el riesgo crédito de algunas de ellas.
Las familias, por su parte, en vista de que justamente empezaban a recuperarse de la crisis de 2009, han mantenido un nivel relativamente bajo de endeudamiento y de carga financiera, por lo que podrían solventar una astringencia crediticia. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar el problema que representa el crédito hipotecario, que se ha visto afectado por la crisis particular del sector a consecuencia de la quiebra de varias Sofol.
La banca en México muestra buenos niveles de capitalización y de solvencia. Sin embargo, el reto nuevamente será la problemática que observarán las matrices en sus países de origen. Destaca en este sentido el riesgo de la banca española, que podría resentir directa y fuertemente los efectos de segundo orden que implicaría la posibilidad de que Portugal pueda acogerse también a una quiebra, siguiendo el ejemplo de Grecia. De darse el caso, esto pondrá a prueba las correcciones que se han venido realizando en México después de los problemas registrados en 2008.
Al parecer, el agente que podría resentir en mayor medida el embate externo sería nuevamente el gobierno, no tanto por la fuente de sus ingresos, que si bien podrían verse afectados ante una desaceleración, serían suficientemente compensados por el aumento del valor de las exportaciones petroleras ante la posible depreciación del tipo de cambio. El problema en sí es o serán las finanzas de algunos gobiernos estatales. Los niveles de endeudamiento de algunos de ellos son exagerados, por lo que una posible astringencia crediticia podría afectarlos seriamente.
Economista del sector privado
El principal escenario de riesgo que hoy se cierne sobre México es la posible quiebra griega y la crisis bancaria que ésta podría provocar. De presentarse el caso, nuestro país se vería afectado por dos vías: una financiera y otra real. Algunas empresas, los bancos y el gobierno podrían enfrentar problemas ante tal escenario.
La semana pasada tuvimos una pequeña muestra de lo que podría suceder en el mundo si se sigue deteriorando la situación financiera de Grecia. El país que muchos consideran insignificante en términos del PIB de la zona euro, provocó una sacudida en los mercados financieros mundiales que implicó caídas en las bolsas de valores, incrementos en las tasas de interés de los bonos soberanos y sendas depreciaciones de los tipos de cambio, sobre todo de los países emergentes, que bajo tales circunstancias son generalmente considerados como altamente riesgosos, pese a que la realidad de los últimos años muestra lo contrario.
Como se sabe, Grecia está al borde de la quiebra, debido a lo abultado de su deuda y la casi nula posibilidad de registrar crecimiento económico en los próximos años, mismo que le permitiría solventar al menos el pago de los servicios de ésta.
El programa de rescate financiero aprobado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) a finales del año pasado, por algo más de 150 mil millones de dólares, ha fracasado. Es necesario un nuevo paquete de rescate, mismo que se niegan a solventar los contribuyentes europeos, en particular alemanes; mientras que la población griega puso la semana pasada en jaque a su gobierno, al no estar dispuesta a seguir soportando los efectos del ajuste fiscal.
Las calificadoras de riesgos, por su parte, ven inminente la quiebra griega, al punto de que Standard & Poor's bajó la calificación soberana a uno de los niveles más bajos en el mundo. Alan Greenspan no se quedó atrás y compartió esta opinión. Una posible quiebra griega desencadenaría inmediatamente una crisis bancaria que, en primera instancia, se circunscribiría a Europa, pero posteriormente abarcaría a todo el mundo.
Los capitales mundiales tratarían de buscar refugio en activos seguros, por lo que podría registrarse la venta masiva de activos considerados como riesgosos, entre ellos todos los de países emergentes. Existen varias vías por las cuales la posible crisis griega y bancaria internacional afectaría a la economía mexicana.
Una primera vía sería la financiera, relacionada con la capacidad de los agentes locales de obtener financiamiento externo a un costo razonable. Una segunda sería el impacto internacional de la crisis sobre el crecimiento global y el efecto que esto tendría sobre la capacidad de pago de algunos agentes económicos. Como puede apreciarse, éste sería el principal escenario de riesgo que hoy se cierne sobre México.
En tal caso, primero cabría esperar una salida de capitales que bajaría el precio de todos los activos financieros y la paralizaría de algunos proyectos de inversión física. Se esperaría entonces una fuerte contracción del mercado de valores, el incremento de las tasas de interés en todos sus plazos y la depreciación del tipo de cambio, que pondría nuevamente a prueba el manejo financiero de los diferentes agentes económicos internos.
Por otro lado, la inestabilidad financiera global provocaría un alentamiento de la actividad económica global y una caída de la oferta de capitales extranjeros, mismo que se traduciría en una restricción al financiamiento externo de las empresas, a la vez que significaría una caída de la demanda de las exportaciones, con lo que podría registrarse una desaceleración significativa de las economía en desarrollo.
En el caso de materializarse este escenario de riesgos, al parecer las empresas mexicanas se encuentran relativamente protegidas, toda vez que mantienen bajos niveles de apalancamiento interno y externo, aunque no escaparían a los efectos de una posible desaceleración económica por el lado de Estados Unidos. En tal escenario, aumentará la posibilidad de que pueda incrementarse el riesgo crédito de algunas de ellas.
Las familias, por su parte, en vista de que justamente empezaban a recuperarse de la crisis de 2009, han mantenido un nivel relativamente bajo de endeudamiento y de carga financiera, por lo que podrían solventar una astringencia crediticia. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar el problema que representa el crédito hipotecario, que se ha visto afectado por la crisis particular del sector a consecuencia de la quiebra de varias Sofol.
La banca en México muestra buenos niveles de capitalización y de solvencia. Sin embargo, el reto nuevamente será la problemática que observarán las matrices en sus países de origen. Destaca en este sentido el riesgo de la banca española, que podría resentir directa y fuertemente los efectos de segundo orden que implicaría la posibilidad de que Portugal pueda acogerse también a una quiebra, siguiendo el ejemplo de Grecia. De darse el caso, esto pondrá a prueba las correcciones que se han venido realizando en México después de los problemas registrados en 2008.
Al parecer, el agente que podría resentir en mayor medida el embate externo sería nuevamente el gobierno, no tanto por la fuente de sus ingresos, que si bien podrían verse afectados ante una desaceleración, serían suficientemente compensados por el aumento del valor de las exportaciones petroleras ante la posible depreciación del tipo de cambio. El problema en sí es o serán las finanzas de algunos gobiernos estatales. Los niveles de endeudamiento de algunos de ellos son exagerados, por lo que una posible astringencia crediticia podría afectarlos seriamente.
Economista del sector privado
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