lunes, 3 de enero de 2011

LA OBRA SOCIAL DE LOS BANCOS

Juan Fernando Robles / elEconomista.es
Los problemas de las instituciones financieras los pagan todos los ciudadanos y directamente sus clientes vía aumento de precios y restricción crediticia, aunque hay que distinguir situaciones según tipos de entidades, pues no todas han actuado de la misma forma.
Mientras los bancos han aumentado su cuota de mercado en la financiación de actividades productivas, pasando del 48 por ciento en 2008 al 50 por ciento en la actualidad, las cajas la han reducido en un 1 por ciento hasta quedar en el 42 por ciento.
Casi toda la reducción global del saldo de la financiación otorgada a las empresas viene de la restricción crediticia impuesta por las cajas de ahorros, que han reducido el saldo financiado desde 2008 en 15.000 millones de euros, mientras que los bancos en el mismo período lo han aumentado en unos 3.000 millones.
Esto no implica que los bancos hayan incrementado significativamente las facilidades financieras a las empresas, pero es evidente que al menos no las han reducido drásticamente, a pesar de que en los saldos financiados se incluyen refinanciaciones y créditos dudosos, que merman la posibilidad de financiar a nuevos clientes, efecto que está presente de igual forma en las cajas.
La morosidad en el segmento de financiación empresarial es mayor en casi un punto en las cajas que en los bancos (aproximadamente un 8 por ciento frente a un 7), lo que se deriva de una peor selección de inversiones. Las cajas han hecho peor banca de empresas, con una excesiva concentración en el sector de promoción inmobiliaria, como es sabido.
En cuanto al crédito a los hogares, se ha mantenido globalmente estancado, siendo especialmente significativa la reducción en la financiación de bienes de consumo duradero, cuyo saldo ha disminuido en más un 25 por ciento desde 2008. Esta bajada ha influido decisivamente en los sectores productivos dependientes, que a la menor demanda suman las dificultades de financiar las compras por parte de sus clientes.
En este caso, las cajas han demostrado manejar mucho mejor que los bancos al cliente particular, pues tienen una morosidad en este segmento de un 3,65 por ciento, frente al 8,20 de los bancos y el 9,88 de las financieras.
Este mercado, no obstante, es de mucho menor tamaño (menos de un 5 por ciento de lo que representa la financiación a empresas) y las cajas no han obtenido grandes réditos de esta mejor gestión y sus clientes tampoco, ya que han reducido la financiación otorgada en un 29 por ciento, 4 puntos más de lo que se ha reducido el mercado. Esto evidencia sus dificultades para mantener su actividad de financiación, pues la reducen incluso donde les va bien.
De todos estos datos podemos deducir que la situación de las cajas de ahorros está lastrando la economía española y que de sus dificultades se derivan buena parte de las restricciones financieras que afectan a las empresas, al reducir significativamente su presencia en los mercados financieros que más influyen en la actividad productiva, provocando una menor competencia y un fuerte endurecimiento de las condiciones financieras por parte de la banca, que ya no encuentran en las cajas una competencia tan directa como antaño.
Al final, el que cada político tenga su caja para jugar a banquero lo estamos pagando en paro y mayor recesión, y se viene a demostrar que las entidades mejor gestionadas y que dan más utilidad social son las que han sido más independientes políticamente.
Y aunque los bancos no son hermanitas de la caridad, al participar más en la financiación empresarial están contribuyendo a que muchos trabajadores mantengan su puesto, una obra social importantísima que las cajas cada vez hacen menos. Contando los bienes de uso duradero, unos 20.000 millones de euros menos en los últimos dos años.
Juan Fernando Robles. Director Gral. del Instituto Superior de Técnicas y Prácticas Bancarias.

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