La recaudación promedio que generan los contribuyentes cautivos se redujo en 24 de 30 países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), incluido México.
Según estadísticas de la entidad, incluso las cotizaciones a la seguridad social “cayeron levemente”, “a consecuencia de la peor recesión en décadas”.
Al difundir el reporte anual “Taxing wages” (“Gravar los salarios”), los expertos de la entidad consideran que la tendencia podría revertirse este mismo año, sobre todo ante las fuertes presiones que tienen los gobiernos para reducir sus desequilibrios fiscales.
Según la OCDE, la deuda pública de los 30 países miembros llegará este mismo año a 100% del PIB, que es casi el doble del endeudamiento de hace 20 años.
“Los gobiernos tienen que reconciliar el apoyo a una recuperación económica frágil, con la necesidad de entrar en un camino fiscal sustentable”, observan en el documento.
En el análisis, los especialistas de la Organización sugieren la reducción de las tasas impositivas que gravan al empleo, para acelerar la recuperación.
Pero sólo si forman parte de un paquete más amplio y equilibrado de cambios en la estructura tributaria, que garanticen una mayor recaudación.
El análisis identifica como gravámenes laborales al Impuesto Sobre la Renta (ISR), retenciones salariales, contribuciones a la seguridad social, prestaciones familiares, que reciben en algunos países en forma de transferencias de efectivo, y los impuestos de nómina pagada por sus empleadores.
México a la cola
De acuerdo con la información, los países que registraron los mayores ingresos tributarios vía retenciones salariales y obligaciones patronales fueron Bélgica, Hungría y Alemania, que en promedio representaron 55.2%, de los costos laborales totales, 53.4 y 50.9%, respectivamente, “aunque los tres países mostraron una pequeña disminución a partir del 2008”.
En el otro extremo de la escala, las retenciones salariales y obligaciones patronales de México significaron apenas 15.3% de los costos laborales, lo que está muy por debajo de la media de la OCDE, de 36.4 puntos.
Según el análisis, el aumento de la presión fiscal de un trabajador promedio de la zona OCDE, varió entre 1.54 puntos porcentuales en Irlanda y -2.66 puntos en Nueva Zelanda.
Mientras que en México, se percibió un cambio -según la entidad- de 0.21 puntos respecto del ingreso arrojado por los gravámenes laborales.
En el documento, la OCDE enfatiza que en el caso mexicano, una carga adicional sobre el empleador significa también un costo laboral.
Se trata de los abonos patronales a las administradoras de fonodos para el retiro (afores) un pago que es de carácter obligatorio, aunque no es considerado como carga fiscal.
Pero no es el único país que genera una obligación tributaria como la citada de pensiones oblgiatorias.
También en Australia, Islandia, Italia, Noruega, Polonia y Eslovaquia, el patrón tiene la responsabilidad de contribuir al fondo de pensiones de sus trabajadores; pago que realiza a compañías de seguro o entidades financieras especializadas en la gestión de estos recursos hasta la cesantía y término de edad laboral de las personas.
CREDITO:
Según estadísticas de la entidad, incluso las cotizaciones a la seguridad social “cayeron levemente”, “a consecuencia de la peor recesión en décadas”.
Al difundir el reporte anual “Taxing wages” (“Gravar los salarios”), los expertos de la entidad consideran que la tendencia podría revertirse este mismo año, sobre todo ante las fuertes presiones que tienen los gobiernos para reducir sus desequilibrios fiscales.
Según la OCDE, la deuda pública de los 30 países miembros llegará este mismo año a 100% del PIB, que es casi el doble del endeudamiento de hace 20 años.
“Los gobiernos tienen que reconciliar el apoyo a una recuperación económica frágil, con la necesidad de entrar en un camino fiscal sustentable”, observan en el documento.
En el análisis, los especialistas de la Organización sugieren la reducción de las tasas impositivas que gravan al empleo, para acelerar la recuperación.
Pero sólo si forman parte de un paquete más amplio y equilibrado de cambios en la estructura tributaria, que garanticen una mayor recaudación.
El análisis identifica como gravámenes laborales al Impuesto Sobre la Renta (ISR), retenciones salariales, contribuciones a la seguridad social, prestaciones familiares, que reciben en algunos países en forma de transferencias de efectivo, y los impuestos de nómina pagada por sus empleadores.
México a la cola
De acuerdo con la información, los países que registraron los mayores ingresos tributarios vía retenciones salariales y obligaciones patronales fueron Bélgica, Hungría y Alemania, que en promedio representaron 55.2%, de los costos laborales totales, 53.4 y 50.9%, respectivamente, “aunque los tres países mostraron una pequeña disminución a partir del 2008”.
En el otro extremo de la escala, las retenciones salariales y obligaciones patronales de México significaron apenas 15.3% de los costos laborales, lo que está muy por debajo de la media de la OCDE, de 36.4 puntos.
Según el análisis, el aumento de la presión fiscal de un trabajador promedio de la zona OCDE, varió entre 1.54 puntos porcentuales en Irlanda y -2.66 puntos en Nueva Zelanda.
Mientras que en México, se percibió un cambio -según la entidad- de 0.21 puntos respecto del ingreso arrojado por los gravámenes laborales.
En el documento, la OCDE enfatiza que en el caso mexicano, una carga adicional sobre el empleador significa también un costo laboral.
Se trata de los abonos patronales a las administradoras de fonodos para el retiro (afores) un pago que es de carácter obligatorio, aunque no es considerado como carga fiscal.
Pero no es el único país que genera una obligación tributaria como la citada de pensiones oblgiatorias.
También en Australia, Islandia, Italia, Noruega, Polonia y Eslovaquia, el patrón tiene la responsabilidad de contribuir al fondo de pensiones de sus trabajadores; pago que realiza a compañías de seguro o entidades financieras especializadas en la gestión de estos recursos hasta la cesantía y término de edad laboral de las personas.
CREDITO:
Yolanda Morales / El Economista
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