México SA
Crédito bancario: 30 años en el suelo
Tarjeta de circulación: $700 millones más
Carlos Fernández-Vega / La Jornada
Reunidos el pasado 22 de abril en la convención de Acapulco y dedicados al intercambio de piropos, inquilino de Los Pinos y banqueros privados celebraron lo bien libradas que en 2009 salieron las instituciones financieras que operan en el país. El primero aplaudió a los segundos por ser, dijo, aliados claves del desarrollo; parte de la solución y no del problema”; los segundos alabaron al primero, pues “ante las difíciles circunstancias, el Presidente, la Secretaría de Hacienda y el Banco de México dieron un paso al frente y tomaron una serie de medidas exitosas, y funcionaron”.
Calderón les aventó otra flor: “nuestro (¿?) sector bancario está en muy buenas condiciones, que los datos que han ofrecido no pueden ser más que encomiables y alentadores; ustedes son especialistas, conocen mejor que nadie las finanzas, la banca, la economía, y saben, perfectamente, que lo que decimos ustedes y yo es cierto, que México tiene una franca recuperación económica con alta tasa de generación de empleos”. Para no quedarse cortos, los barones del dinero reviraron: “expresamos a usted y a su equipo económico, y también al Banco de México, nuestro más sincero reconocimiento por el éxito conseguido en retomar la senda del crecimiento con mayor rapidez de la prevista y, sobre todo, por hacerlo sin poner en riesgo la estabilidad económica conseguida en los últimos 15 años”. Y así siguieron, duro que te dale en el intercambio de piropos, dando la imagen de que uno y otros funcionaban de maravilla y sirven al interés nacional.
Pero lamentablemente la fiesta acabó, y una vez más la realidad se impuso. El Banco de México presentó su informe trimestral (enero-marzo de 2010) sobre el financiamiento a las empresas, el cual aporta un dato apabullante que ubica en su exacta dimensión aquellas flores calderonistas (“aliados claves del desarrollo”; “parte de la solución y no del problema”): por razones de “onerosidad” (Gómez Mont dixit), ocho de cada 10 empresas privadas en el país obtienen financiamiento de sus proveedores, no de la banca, de tal suerte que los verdaderos “aliados” para la sobrevivencia empresarial en México no son precisamente los piropeados barones del dinero, con lo que se confirma que en los hechos son parte fundamental del problema, y que ni de lejos se animan a ser parte de la solución, pues la manga ancha que les permiten las autodenominadas autoridades les produce pingües ganancias sin cumplir con la función intermediaria que da razón de existir a instituciones como las citadas.
Todavía en funciones de gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez aportó los siguientes elementos, que no refuerzan los piropos calderonistas: “en nuestra economía, el crédito al sector productivo continúa siendo de los más bajos del mundo. Basta mencionar como ilustración algunas cifras. El crédito al sector privado no financiero, medido como porcentaje del producto, fue de 20.8 por ciento en 2008. Esta cifra se compara desfavorablemente con el 68.5 por ciento en Chile, 52.2 por ciento en Polonia y 35.5 en Brasil. Asimismo, de 2000 a 2008 el crecimiento de la participación del crédito al sector privado (mexicano) con respecto al PIB fue de apenas 2.2 puntos porcentuales contra 25 puntos en Chile, 18.1 en Polonia y 4.8 en Brasil (desde 2002). En suma, en México el crédito al sector privado sigue siendo muy reducido y no ha crecido lo suficiente durante los últimos años. Claramente, el financiamiento al sector privado es insuficiente y además se encuentra muy concentrado”.
¿Qué sucedió en 2009 con el sector bancario, “aliado clave del desarrollo”? El propio Banco de México, en su informe anual, aporta algunos elementos: “el crédito de la banca comercial al sector privado no financiero se redujo considerablemente en el año. En particular, se observaron una acentuada contracción del crédito al consumo a lo largo del año y, en los últimos meses de 2009, una reducción del crédito a empresas. Por el lado de la demanda, la incertidumbre que prevaleció y la debilidad de la inversión influyeron en buena medida en la disminución de la demanda de financiamiento de las empresas… Por el de la oferta, la acentuada contracción que se registró en la actividad económica y la incertidumbre que prevaleció sobre el ritmo de recuperación incrementaron la percepción de riesgo de crédito”. Así, “el crédito vigente de la banca comercial al sector privado no financiero registró una variación real anual de -4.4 por ciento, destacando la contracción real anual del crédito al consumo de 19.1 por ciento”.
La crisis, pues, fue la causante de la caída en el crédito, según la versión oficial, pero en los hechos resulta que con crisis o sin ella el crédito otorgado por la banca comercial que opera en el país resulta abismalmente menor al registrado 30 años atrás, es decir, el periodo que abarca el paso de la banca comercial de manos privadas a las estatales, de nueva cuenta a las privadas y de éstas (“rescatadas” y “saneadas”) a las de grandes trasnacionales financieras, o lo que es lo mismo el lapso en el que el apoyo de la banca comercial al crecimiento económico y el desarrollo del país es prácticamente nulo, no obstante el impresionante avance de las utilidades netas.
De acuerdo con la estadística de la Cámara de Diputados (Centro de Estudios de las Finanzas Públicas), en 1982 (año de profunda crisis política y económica) el financiamiento de la banca comercial representó 20.8 por ciento del PIB. Casi tres décadas después apenas supera el 15 por ciento. Si de crisis se trata, con Miguel de la Madrid este indicador llegó a significar (1987) 31.7 por ciento del producto interno bruto, aunque en el primer año de mandato se redujo a 19.1 por ciento. Cerró el sexenio en 21.4 por ciento, con todo y que las casas de bolsa funcionaban –con el beneplácito gubernamental– como la banca real. Al concluir el salinato llegó a 43.4 por ciento en 1994, dos años después de la reprivatización bancaria, con Zedillo se desplomó a 17.2 por ciento en 2000, y con la dupla Fox-Calderón no pasa de 15 por ciento, lo que documenta aquello de “aliados claves del desarrollo”.
Las rebanadas del pastel
Igual de insaciables que las federales, las autoridades capitalinas encontraron un filón para exprimir los bolsillos de sus “representados”: la “nueva” tarjeta de circulación inventada por Ebrard y sus muchachos les representará ingresos superiores a 700 millones de pesos, pero aseguran que esta brillante idea “no tiene fines recaudatorios”. Sigan así, que van muy bien.
Crédito bancario: 30 años en el suelo
Tarjeta de circulación: $700 millones más
Carlos Fernández-Vega / La Jornada
Reunidos el pasado 22 de abril en la convención de Acapulco y dedicados al intercambio de piropos, inquilino de Los Pinos y banqueros privados celebraron lo bien libradas que en 2009 salieron las instituciones financieras que operan en el país. El primero aplaudió a los segundos por ser, dijo, aliados claves del desarrollo; parte de la solución y no del problema”; los segundos alabaron al primero, pues “ante las difíciles circunstancias, el Presidente, la Secretaría de Hacienda y el Banco de México dieron un paso al frente y tomaron una serie de medidas exitosas, y funcionaron”.
Calderón les aventó otra flor: “nuestro (¿?) sector bancario está en muy buenas condiciones, que los datos que han ofrecido no pueden ser más que encomiables y alentadores; ustedes son especialistas, conocen mejor que nadie las finanzas, la banca, la economía, y saben, perfectamente, que lo que decimos ustedes y yo es cierto, que México tiene una franca recuperación económica con alta tasa de generación de empleos”. Para no quedarse cortos, los barones del dinero reviraron: “expresamos a usted y a su equipo económico, y también al Banco de México, nuestro más sincero reconocimiento por el éxito conseguido en retomar la senda del crecimiento con mayor rapidez de la prevista y, sobre todo, por hacerlo sin poner en riesgo la estabilidad económica conseguida en los últimos 15 años”. Y así siguieron, duro que te dale en el intercambio de piropos, dando la imagen de que uno y otros funcionaban de maravilla y sirven al interés nacional.
Pero lamentablemente la fiesta acabó, y una vez más la realidad se impuso. El Banco de México presentó su informe trimestral (enero-marzo de 2010) sobre el financiamiento a las empresas, el cual aporta un dato apabullante que ubica en su exacta dimensión aquellas flores calderonistas (“aliados claves del desarrollo”; “parte de la solución y no del problema”): por razones de “onerosidad” (Gómez Mont dixit), ocho de cada 10 empresas privadas en el país obtienen financiamiento de sus proveedores, no de la banca, de tal suerte que los verdaderos “aliados” para la sobrevivencia empresarial en México no son precisamente los piropeados barones del dinero, con lo que se confirma que en los hechos son parte fundamental del problema, y que ni de lejos se animan a ser parte de la solución, pues la manga ancha que les permiten las autodenominadas autoridades les produce pingües ganancias sin cumplir con la función intermediaria que da razón de existir a instituciones como las citadas.
Todavía en funciones de gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez aportó los siguientes elementos, que no refuerzan los piropos calderonistas: “en nuestra economía, el crédito al sector productivo continúa siendo de los más bajos del mundo. Basta mencionar como ilustración algunas cifras. El crédito al sector privado no financiero, medido como porcentaje del producto, fue de 20.8 por ciento en 2008. Esta cifra se compara desfavorablemente con el 68.5 por ciento en Chile, 52.2 por ciento en Polonia y 35.5 en Brasil. Asimismo, de 2000 a 2008 el crecimiento de la participación del crédito al sector privado (mexicano) con respecto al PIB fue de apenas 2.2 puntos porcentuales contra 25 puntos en Chile, 18.1 en Polonia y 4.8 en Brasil (desde 2002). En suma, en México el crédito al sector privado sigue siendo muy reducido y no ha crecido lo suficiente durante los últimos años. Claramente, el financiamiento al sector privado es insuficiente y además se encuentra muy concentrado”.
¿Qué sucedió en 2009 con el sector bancario, “aliado clave del desarrollo”? El propio Banco de México, en su informe anual, aporta algunos elementos: “el crédito de la banca comercial al sector privado no financiero se redujo considerablemente en el año. En particular, se observaron una acentuada contracción del crédito al consumo a lo largo del año y, en los últimos meses de 2009, una reducción del crédito a empresas. Por el lado de la demanda, la incertidumbre que prevaleció y la debilidad de la inversión influyeron en buena medida en la disminución de la demanda de financiamiento de las empresas… Por el de la oferta, la acentuada contracción que se registró en la actividad económica y la incertidumbre que prevaleció sobre el ritmo de recuperación incrementaron la percepción de riesgo de crédito”. Así, “el crédito vigente de la banca comercial al sector privado no financiero registró una variación real anual de -4.4 por ciento, destacando la contracción real anual del crédito al consumo de 19.1 por ciento”.
La crisis, pues, fue la causante de la caída en el crédito, según la versión oficial, pero en los hechos resulta que con crisis o sin ella el crédito otorgado por la banca comercial que opera en el país resulta abismalmente menor al registrado 30 años atrás, es decir, el periodo que abarca el paso de la banca comercial de manos privadas a las estatales, de nueva cuenta a las privadas y de éstas (“rescatadas” y “saneadas”) a las de grandes trasnacionales financieras, o lo que es lo mismo el lapso en el que el apoyo de la banca comercial al crecimiento económico y el desarrollo del país es prácticamente nulo, no obstante el impresionante avance de las utilidades netas.
De acuerdo con la estadística de la Cámara de Diputados (Centro de Estudios de las Finanzas Públicas), en 1982 (año de profunda crisis política y económica) el financiamiento de la banca comercial representó 20.8 por ciento del PIB. Casi tres décadas después apenas supera el 15 por ciento. Si de crisis se trata, con Miguel de la Madrid este indicador llegó a significar (1987) 31.7 por ciento del producto interno bruto, aunque en el primer año de mandato se redujo a 19.1 por ciento. Cerró el sexenio en 21.4 por ciento, con todo y que las casas de bolsa funcionaban –con el beneplácito gubernamental– como la banca real. Al concluir el salinato llegó a 43.4 por ciento en 1994, dos años después de la reprivatización bancaria, con Zedillo se desplomó a 17.2 por ciento en 2000, y con la dupla Fox-Calderón no pasa de 15 por ciento, lo que documenta aquello de “aliados claves del desarrollo”.
Las rebanadas del pastel
Igual de insaciables que las federales, las autoridades capitalinas encontraron un filón para exprimir los bolsillos de sus “representados”: la “nueva” tarjeta de circulación inventada por Ebrard y sus muchachos les representará ingresos superiores a 700 millones de pesos, pero aseguran que esta brillante idea “no tiene fines recaudatorios”. Sigan así, que van muy bien.
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