Jacques Attali, la crisis no terminó: recién comienza. Foto: Cortesía
Carlos Siula / El Sol de México
"Si los 16 países no son capaces de adoptar una coordinación presupuestaria, dentro de diez años el euro no existirá", advirtió el futurólogo francés Jacques Attali en un libro explosivo que expone los enormes riesgos que presenta la crisis de la deuda pública.
"Con excepción de ciertos periodos de guerra total, jamás la deuda de los países más poderosos del mundo fue tan elevada", sostuvo en "¿Todos en quiebra dentro de diez años? Deuda pública: la última posibilidad", que acaba de salir a la venta en Francia hace apenas 48 horas.
Asesor del expresidente socialista François Mitterrand y expresidente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), hace más de 40 años que este ingeniero de formación y economista por vocación conoce todos los secretos de las finanzas mundiales.
"En la actualidad -sostiene- Occidente vive de su deuda porque no es capaz de crecer mediante su trabajo y su innovación.
"Las vacilaciones y la pérdida de tiempo permitieron que el estallido de una burbuja se transformara en tres años en una crisis incontrolable: la crisis de las subprimes (que debió costar normalmente diez mil millones de dólares) se convirtió en una crisis mundial de bancos (que hubiera podido costar sólo 500 mil millones de dólares) que, a su vez, degeneró en una crisis de la deuda pública que asciende actualmente a siete u ocho billones (trillón) de dólares", precisó.
Para restablecer el equilibrio en 2060, Europa tendría que reducir el gasto público en ocho por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) (20 a 25 por ciento del presupuesto), realizar unos 375 mil millones de dólares de economías o, en su defecto, obtener ese dinero a través de un aumento de la punción fiscal.
La única alternativa a ese dilema es el crecimiento: "La única solución sensata es el crecimiento, que actualmente no tenemos y que la adopción de políticas de rigor va a hacerlo más difícil. Ningún país tiene los medios para hacerlo en forma aislada. Sólo una política europea de crecimiento puede compensar el rigor".
Attali cita el célebre estudio sobre la deuda de Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, que demuestra el impacto demoledor que tiene la deuda sobre el crecimiento económico (ver gráfico).
Después de describir la situación actual y los riesgos que presenta el futuro, sostuvo que -si Europa no adopta medidas drásticas en forma urgente- corre el riesgo de hipotecar definitivamente su porvenir: sólo en 2010 los países de la UE necesitarán recurrir al mercado de capitales por valor de 1.6 billones (trillón) de dólares para financiar sus déficits presupuestarios. Estados Unidos, por su parte, necesitará una suma equivalente.
En ese contexto, la situación global corre el riesgo de sufrir tensiones en aumento debido a la presión de la deuda.
Si el G20 y la Unión Europea no son capaces de adoptar una severa regulación financiera, planes globales de economía y de estabilización, con un fuerte crecimiento, entonces "conoceremos una moratoria general de las deudas de los países exricos, seguida de una fuerte inflación".
Attali pronosticó un ritmo de inflación mundial de seis por ciento, que permitirá maquillar una devaluación del dólar a fin de reducir el peso de la deuda en las finanzas de Estados Unidos. También prevé un repliegue chino y, como consecuencia directa, un nuevo periodo de depresión en Asia.
"El precio económico, social y político será enorme. Prefiero ni pensar en eso", admitió.
Para salir del pozo financiero en que se encuentra Europa, Attali recomendó reforzar el euro mediante la creación de un sistema presupuestario federalista y la creación de un fondo alimentado con la emisión de bonos, que permitiría reembolsar las deudas y financiar un crecimiento fuerte y durable: "Con un gasto público de 40 por ciento del PIB y la deuda de 100 por ciento del PIB, cada punto de crecimiento reduce el ratio deuda-PIB en 14 por ciento en diez años", aseguró. Pero, al mismo tiempo, será necesario "asegurar un crecimiento durable y ordenado de la riqueza mundial" y adoptar una "nueva arquitectura para administrar las deudas soberanas".
"Todo eso obligará a repensar radicalmente la organización financiera internacional e imponer el respeto de normas muy rigurosas a los mercados financieros", concluyó.
Carlos Siula / El Sol de México
"Si los 16 países no son capaces de adoptar una coordinación presupuestaria, dentro de diez años el euro no existirá", advirtió el futurólogo francés Jacques Attali en un libro explosivo que expone los enormes riesgos que presenta la crisis de la deuda pública.
"Con excepción de ciertos periodos de guerra total, jamás la deuda de los países más poderosos del mundo fue tan elevada", sostuvo en "¿Todos en quiebra dentro de diez años? Deuda pública: la última posibilidad", que acaba de salir a la venta en Francia hace apenas 48 horas.
Asesor del expresidente socialista François Mitterrand y expresidente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), hace más de 40 años que este ingeniero de formación y economista por vocación conoce todos los secretos de las finanzas mundiales.
"En la actualidad -sostiene- Occidente vive de su deuda porque no es capaz de crecer mediante su trabajo y su innovación.
"Las vacilaciones y la pérdida de tiempo permitieron que el estallido de una burbuja se transformara en tres años en una crisis incontrolable: la crisis de las subprimes (que debió costar normalmente diez mil millones de dólares) se convirtió en una crisis mundial de bancos (que hubiera podido costar sólo 500 mil millones de dólares) que, a su vez, degeneró en una crisis de la deuda pública que asciende actualmente a siete u ocho billones (trillón) de dólares", precisó.
Para restablecer el equilibrio en 2060, Europa tendría que reducir el gasto público en ocho por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) (20 a 25 por ciento del presupuesto), realizar unos 375 mil millones de dólares de economías o, en su defecto, obtener ese dinero a través de un aumento de la punción fiscal.
La única alternativa a ese dilema es el crecimiento: "La única solución sensata es el crecimiento, que actualmente no tenemos y que la adopción de políticas de rigor va a hacerlo más difícil. Ningún país tiene los medios para hacerlo en forma aislada. Sólo una política europea de crecimiento puede compensar el rigor".
Attali cita el célebre estudio sobre la deuda de Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, que demuestra el impacto demoledor que tiene la deuda sobre el crecimiento económico (ver gráfico).
Después de describir la situación actual y los riesgos que presenta el futuro, sostuvo que -si Europa no adopta medidas drásticas en forma urgente- corre el riesgo de hipotecar definitivamente su porvenir: sólo en 2010 los países de la UE necesitarán recurrir al mercado de capitales por valor de 1.6 billones (trillón) de dólares para financiar sus déficits presupuestarios. Estados Unidos, por su parte, necesitará una suma equivalente.
En ese contexto, la situación global corre el riesgo de sufrir tensiones en aumento debido a la presión de la deuda.
Si el G20 y la Unión Europea no son capaces de adoptar una severa regulación financiera, planes globales de economía y de estabilización, con un fuerte crecimiento, entonces "conoceremos una moratoria general de las deudas de los países exricos, seguida de una fuerte inflación".
Attali pronosticó un ritmo de inflación mundial de seis por ciento, que permitirá maquillar una devaluación del dólar a fin de reducir el peso de la deuda en las finanzas de Estados Unidos. También prevé un repliegue chino y, como consecuencia directa, un nuevo periodo de depresión en Asia.
"El precio económico, social y político será enorme. Prefiero ni pensar en eso", admitió.
Para salir del pozo financiero en que se encuentra Europa, Attali recomendó reforzar el euro mediante la creación de un sistema presupuestario federalista y la creación de un fondo alimentado con la emisión de bonos, que permitiría reembolsar las deudas y financiar un crecimiento fuerte y durable: "Con un gasto público de 40 por ciento del PIB y la deuda de 100 por ciento del PIB, cada punto de crecimiento reduce el ratio deuda-PIB en 14 por ciento en diez años", aseguró. Pero, al mismo tiempo, será necesario "asegurar un crecimiento durable y ordenado de la riqueza mundial" y adoptar una "nueva arquitectura para administrar las deudas soberanas".
"Todo eso obligará a repensar radicalmente la organización financiera internacional e imponer el respeto de normas muy rigurosas a los mercados financieros", concluyó.
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