Rogelio Ramírez de la O / El Universal
El paquete anunciado por la Unión Europea de 500 mil millones de euros para los miembros débiles, además de 80 mil millones ofrecidos a Grecia, no solucionará sus crisis, pues lo que se requiere no es más deuda, sino menos. Salir del euro y una quita de deuda siguen siendo condiciones para la solución final.
Para ser viables como deudores para los capitales privados, estos países deben reducir altos déficit fiscal y externos, pero no sólo reduciendo su consumo, sino principalmente aumentando su ingreso. No reconocerlo implica que el dinero de los contribuyentes europeos se dedicará a pagar acreedores privados, que ya no quieren renovar los vencimientos de deuda, permitiéndoles escapar del problema. Los créditos de gobiernos europeos son a condición de que las familias de Grecia y España tengan una brutal reducción de su nivel de vida.
Por una parte el paquete europeo descalifica cualquier quita de deuda. Por la otra, los compromete a reducir el déficit fiscal. Grecia debe reducirlo de 13.6% del PIB a 3% del PIB en 2014, algo nunca visto ni siquiera en México con Zedillo. Esto sólo pueden hacerlo reduciendo el gasto público y aumentando impuestos.
Pero Grecia tiene además un déficit corriente externo de 41 mil millones de dólares en el año hasta febrero, por lo cual debería exportar más. Para ello necesita hacer sus exportaciones más competitivas y encarecer sus importaciones. La vía natural es una devaluación, pero no la puede hacer porque se mantiene en el euro. El paquete pretende la salida más difícil de este problema, es decir, reduciendo costos. Para ello es necesario reducir los salarios. Para un país que ya está en recesión, la receta europea significa deflación.
La deflación es una caída sostenida en el nivel general de precios para ponerlos a tono con la caída de salarios. Por lo tanto, implica el desplome de la actividad, receta para grandes conflictos sociales y políticos. Pero se pretende que al mismo tiempo la deuda de las familias mantenga su valor. La realidad es que cada vez será más difícil pagarla. Así, aumentarán las carteras vencidas de los bancos. Y para nada ayudará a la recuperación esperada de la economía mundial.
El anuncio del domingo pasado dejó claro que este es el formato del ajuste para cualquier país —como España, Portugal o Irlanda— que requiera el apoyo. El problema de España es muy parecido al de Grecia, sólo que más grande —y de ahí el tamaño del paquete anunciado el domingo por 500 mil millones de euros. En España el PIB cayó 3.1% en el último trimestre de 2009. Su tasa de desempleo es de 20%. Su deuda bruta es de 1.1 billones de dólares y su déficit fiscal 11.2% del PIB. El valor de todas las hipotecas pasó de ser 50% del PIB en 2000 a 100% del PIB en 2010. Simplemente una deflación multiplicaría la cartera vencida de hipotecas.
España tiene además un déficit en su cuenta corriente de 79,900 mil millones de dólares en el año a enero, mismo que es cada vez más difícil financiar con créditos privados, salvo a tasas de interés prohibitivas y de ahí el apresurado paquete del domingo.
Sin poder aumentar sus exportaciones, el sacrificio del consumo interno con deflación en estos países pronto topará con roca. El euro, mientras no sean competitivos, es un lujo que hace mucho estuvo fuera de su alcance.
El paquete de apoyo restablecerá cierta calma en el mercado por algún tiempo, pero no lo va a engañar, pues no es una solución realista. Tampoco sería realista, en el otro extremo, darles recursos ilimitados a costa de hacer del euro una moneda chatarra.
Analista económico
El paquete anunciado por la Unión Europea de 500 mil millones de euros para los miembros débiles, además de 80 mil millones ofrecidos a Grecia, no solucionará sus crisis, pues lo que se requiere no es más deuda, sino menos. Salir del euro y una quita de deuda siguen siendo condiciones para la solución final.
Para ser viables como deudores para los capitales privados, estos países deben reducir altos déficit fiscal y externos, pero no sólo reduciendo su consumo, sino principalmente aumentando su ingreso. No reconocerlo implica que el dinero de los contribuyentes europeos se dedicará a pagar acreedores privados, que ya no quieren renovar los vencimientos de deuda, permitiéndoles escapar del problema. Los créditos de gobiernos europeos son a condición de que las familias de Grecia y España tengan una brutal reducción de su nivel de vida.
Por una parte el paquete europeo descalifica cualquier quita de deuda. Por la otra, los compromete a reducir el déficit fiscal. Grecia debe reducirlo de 13.6% del PIB a 3% del PIB en 2014, algo nunca visto ni siquiera en México con Zedillo. Esto sólo pueden hacerlo reduciendo el gasto público y aumentando impuestos.
Pero Grecia tiene además un déficit corriente externo de 41 mil millones de dólares en el año hasta febrero, por lo cual debería exportar más. Para ello necesita hacer sus exportaciones más competitivas y encarecer sus importaciones. La vía natural es una devaluación, pero no la puede hacer porque se mantiene en el euro. El paquete pretende la salida más difícil de este problema, es decir, reduciendo costos. Para ello es necesario reducir los salarios. Para un país que ya está en recesión, la receta europea significa deflación.
La deflación es una caída sostenida en el nivel general de precios para ponerlos a tono con la caída de salarios. Por lo tanto, implica el desplome de la actividad, receta para grandes conflictos sociales y políticos. Pero se pretende que al mismo tiempo la deuda de las familias mantenga su valor. La realidad es que cada vez será más difícil pagarla. Así, aumentarán las carteras vencidas de los bancos. Y para nada ayudará a la recuperación esperada de la economía mundial.
El anuncio del domingo pasado dejó claro que este es el formato del ajuste para cualquier país —como España, Portugal o Irlanda— que requiera el apoyo. El problema de España es muy parecido al de Grecia, sólo que más grande —y de ahí el tamaño del paquete anunciado el domingo por 500 mil millones de euros. En España el PIB cayó 3.1% en el último trimestre de 2009. Su tasa de desempleo es de 20%. Su deuda bruta es de 1.1 billones de dólares y su déficit fiscal 11.2% del PIB. El valor de todas las hipotecas pasó de ser 50% del PIB en 2000 a 100% del PIB en 2010. Simplemente una deflación multiplicaría la cartera vencida de hipotecas.
España tiene además un déficit en su cuenta corriente de 79,900 mil millones de dólares en el año a enero, mismo que es cada vez más difícil financiar con créditos privados, salvo a tasas de interés prohibitivas y de ahí el apresurado paquete del domingo.
Sin poder aumentar sus exportaciones, el sacrificio del consumo interno con deflación en estos países pronto topará con roca. El euro, mientras no sean competitivos, es un lujo que hace mucho estuvo fuera de su alcance.
El paquete de apoyo restablecerá cierta calma en el mercado por algún tiempo, pero no lo va a engañar, pues no es una solución realista. Tampoco sería realista, en el otro extremo, darles recursos ilimitados a costa de hacer del euro una moneda chatarra.
Analista económico
No hay comentarios:
Publicar un comentario