martes, 20 de abril de 2010

TAREAS PARA OBAMA

Economist Intelligence Unit
Estados Unidos
Cómo puede el gobierno impulsar la recuperación económica
Antes de la crisis financiera, los crecientes desequilibrios en EU atraían poca atención de los presidentes. Los consejeros de George Bush solían presentar el enorme déficit de cuenta corriente como una buena noticia: como venía acompañado por capital extranjero, era una prueba de que EU era un gran país para invertir. En contraste, los desequilibrios han sido un tema recurrente de Barack Obama. Sus discursos han sido a menudo sermones sobre los daños de las burbujas, el crédito fácil y los préstamos de China. Ha insistido en que el país tiene que vivir con sus propios medios. “Al reconstruir también debemos recuperar el equilibrio”, dijo en la introducción al informe económico presidencial de febrero.
Aunque su diagnóstico es correcto, aún le falta encontrar una solución. De hecho, las circunstancias lo han obligado a aplicar políticas que en realidad retrasan el equilibrio. Un déficit federal más amplio sustenta la reconsolidación del sector privado (ver cuadro 1), pero prolonga la dependencia en el ahorro extranjero. Los créditos fiscales y las garantías hipotecarias mantienen en marcha el mercado de la vivienda, pero crean las mismas distorsiones que contribuyeron en forma significativa a la acumulación de deuda.
Quienes respaldan a Obama desde la izquierda quieren que ataque los desequilibrios apoyando las manufacturas nacionales y castigando a otras naciones, en particular China, a las que acusan de competencia desleal. En un principio Obama coincidía con esa percepción, pero en la Casa Blanca está rodeado de economistas ortodoxos, escépticos del proteccionismo. Estas diferencias han producido una mezcla esquizofrénica de políticas. El presidente aplicó aranceles a los neumáticos baratos de China, propuso dificultar que las trasnacionales de su país difieran el pago de impuestos sobre sus ganancias en el extranjero, etiquetó fondos para estimular la inversión en tecnologías “verdes” e impuso requisitos para dar preferencia a los productos nacionales en adquisiciones hechas con fondos provenientes de paquetes de estímulo. Por otro lado, insistió en que esas disposiciones no deberían contravenir las reglas de la Organización Mundial de Comercio y se abstuvo de decir a los bancos y empresas automotrices rescatados cómo manejar sus negocios.
Estas tensiones se acercan a un punto culminante. Aún es posible que Obama declare manipulador monetario a China y algunos legisladores quieren facilitar la imposición de aranceles a las importaciones procedentes de ese país. El proteccionismo es tentador y podría agilizar la recuperación del equilibrio, pero inflamaría las relaciones con socios comerciales, provocaría represalias y a la larga haría más lenta la restructuración de la economía. La protección frente a importaciones por lo regular cobija a las industrias menos productivas y con menos posibilidades de exportar.
Nuevos hallazgos sobre la naturaleza de la exportación revelan un papel potencialmente productivo para el gobierno. Comienza con darse cuenta de que la exportación es un poco como el cine: los fracasos son muchos más que los éxitos, pero éstos son a menudo espectaculares. Muchas empresas que exportan una vez no lo vuelven a hacer, pero las que siguen haciéndolo llegan a crecer con notable rapidez. A la larga, las exportaciones son dominadas por empresas y productos que sobreviven a este proceso de selección.
Dónde derramar recursos
El papel apropiado del gobierno no es rociar dinero sobre un puñado de ganadores potenciales, sino adoptar un enfoque de cartera: encontrar empresas en condiciones de exportar y ayudar al mayor número posible a sufragar los costos fijos de entrada. A la larga algunas llegarán a ser exportadoras grandes y productivas. Una mayor liberalización comercial estimula a las empresas a exportar, ofreciéndoles certidumbre de acceso continuo al mercado.
Un enfoque similar se debe aplicar a la innovación. Un estudio descubrió que el gasto federal en investigación energética se vuelve más productivo cuando cambia de los proyectos en gran escala a muchas tecnologías en menor escala. Muchas fallaron, pero las que prosperaron, como los compresores de refrigeración avanzados, generaron ganancias desmesuradas.
Los incentivos del lado de la oferta tienen alcance limitado. Cuando Rebecca Henderson, de Harvard, y Richard Newell, de la Universidad Duke (hoy director de la Administración de Información sobre Energía), revisaron la historia de la política federal en materia de innovación, concluyeron que una de las funciones más efectivas del gobierno era “estimular la demanda o proporcionarla”. En términos simples, si los trazadores de políticas logran dar señales adecuadas en materia de precios, las empresas y consumidores reorientarán por voluntad propia sus esfuerzos del consumo hacia las exportaciones y hacia una energía más limpia.
Confiar en el dólar
En las exportaciones, la señal de precio más importante es el dólar. “La política industrial más fácil de alcanzar para un desarrollo sostenido es un tipo de cambio subvaluado”, escribieron Stephen Cohen y Brad DeLong en El fin de la influencia. Es “mejor, más automática, menos manipulable y menos fácil de distorsionar por la corrupción y la búsqueda de ingresos” que subsidiar las industrias nacionales. Se referían a China y otras economías emergentes, pero lo mismo se puede aplicar a países ricos.
EU buscó explícitamente subvaluar el dólar para equilibrar su balanza comercial en 1985, y de nuevo en 1989-90. Pero no se prevé que busque repetirlo: se arriesgaría a causar pánico en los inversionistas extranjeros que aún financian gran parte de la deuda pública del país, y molestaría a socios comerciales cuyas divisas se apreciarían en perjuicio de sus exportaciones. Tampoco está el dólar tan sobrevaluado como en 1985 (ver cuadro 2).
Una ruta más benigna hacia el mismo destino sería una combinación de política fiscal rígida y política monetaria flexible. Los modelos económicos convencionales predicen que cuando las tasas de interés son bajas y el gobierno se endeuda menos, los flujos de capital externo se secan, lo cual impulsa el tipo de cambio a la baja y traslada el crecimiento de la demanda doméstica a las exportaciones. Fue de ese modo como naciones más pequeñas, como Canadá en la década de 1990 e Irlanda en la de 1980, recuperaron el equilibrio de sus economías.
Para EU será más difícil. El sector privado sigue tan débil, que un ataque prematuro y sostenido al déficit fiscal podría precipitar la economía de nuevo hacia la recesión. De momento la Reserva Federal tiene poco margen para compensar, porque las tasas de interés ya están en cero. Sin embargo, puede coadyuvar, ya sea mediante políticas no convencionales, como las compras de bonos, o sencillamente manteniendo durante más tiempo su tasa cero.
El proceso de recuperar el equilibrio en EU ha comenzado. Los consumidores gastan menos, se endeudan menos y usan menos el automóvil. El déficit comercial se ha reducido y las exportaciones repuntan. Aunque todo esto es alentador, aún hay muchas formas en que el proceso se puede detener.
Fuente: La Jornada

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