Enrique del Val Blanco / El Universal
Lo que muchos comentaron al momento del lanzamiento del Programa de Primer Empleo —que no era el indicado e iba a fracasar, pues se había hecho sin tomar en cuenta tanto empleadores como a posibles receptores del mismo—, ahora es confirmado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF). El lanzamiento de este programa en 2007 fue con bombo y platillo, al igual que el de muchos otros también errados en este gobierno. En la actualidad, a dos años de su puesta en operación ya ni se acuerdan de él.
Lo que es peor, ahora la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), que es la que lo lanzó, dice que tenía reglas de operación demasiado estrictas. La pregunta natural es ¿por qué no se dieron cuenta antes de echarlo a andar? Se ve claramente que a este gobierno no le importa mucho el empleo, ya que con este programa podrían haber hecho algo más que gastar demasiado en su manejo para luego obtener unos resultados tan exiguos, situación que ha observado la ASF.
Lo sucedido con este programa por lo menos debería servir para sancionar, aunque sea administrativamente, a quienes lo idearon de una manera tan absurda y provocaron gastos sin mayor beneficio. Además, la Secretaría de Hacienda, para no variar, no entregó la totalidad de los recursos autorizados, la STPS no llegó a la cifra de empleos propuestos y el IMSS sólo recibió una parte de dichos recursos. Es decir, de error en error sin que haya responsables.
Ahora el director del IMSS declara tan tranquilo que este programa no es un tema en la agenda del instituto. Además, según los medios de comunicación, en el año 2009 no hubo recursos asignados por el Instituto Mexicano del Seguro Social para dicho programa.
De acuerdo con la información proporcionada por la Auditoría Superior de la Federación, los gastos de operación del programa en el año 2008 fueron cercanos a los 60 millones de pesos y el subsidio otorgado fue de 48 millones de pesos. En 2009 se redujo el gasto de operación y se incrementó el subsidio, aunque en el balance total el resultado sigue siendo negativo. Como se puede apreciar, ha sido más caro administrarlo que operarlo. En español llano: “salió más caro el caldo que las albóndigas”.
Ante la crisis de empleo que tenemos y la necesidad urgente de otorgarlo, no se puede entender que este gobierno lance un programa fallido y lo reconozca dos años después sin proponer algo que sea más razonable y entendible por las empresas. Y lo más lamentable es que hay recursos congelados para un programa malogrado que seguramente al final engrosarán las arcas del gobierno como “ahorros”.
¿Sería mucho pedir que este gobierno fuera más serio y, sobre todo, capaz de conducir algún programa de fomento al empleo que fuera real? La salida fácil que están tomando ahora, de criticar un programa diseñado e impuesto por ellos, no es válida. Da muestras de que no saben hacer las cosas y cuando se dan cuenta se quedan tan tranquilos. Eso se llama irresponsabilidad en un tema tan delicado como el empleo. Y también debería ser castigada.
Analista político y economista
Lo que muchos comentaron al momento del lanzamiento del Programa de Primer Empleo —que no era el indicado e iba a fracasar, pues se había hecho sin tomar en cuenta tanto empleadores como a posibles receptores del mismo—, ahora es confirmado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF). El lanzamiento de este programa en 2007 fue con bombo y platillo, al igual que el de muchos otros también errados en este gobierno. En la actualidad, a dos años de su puesta en operación ya ni se acuerdan de él.
Lo que es peor, ahora la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), que es la que lo lanzó, dice que tenía reglas de operación demasiado estrictas. La pregunta natural es ¿por qué no se dieron cuenta antes de echarlo a andar? Se ve claramente que a este gobierno no le importa mucho el empleo, ya que con este programa podrían haber hecho algo más que gastar demasiado en su manejo para luego obtener unos resultados tan exiguos, situación que ha observado la ASF.
Lo sucedido con este programa por lo menos debería servir para sancionar, aunque sea administrativamente, a quienes lo idearon de una manera tan absurda y provocaron gastos sin mayor beneficio. Además, la Secretaría de Hacienda, para no variar, no entregó la totalidad de los recursos autorizados, la STPS no llegó a la cifra de empleos propuestos y el IMSS sólo recibió una parte de dichos recursos. Es decir, de error en error sin que haya responsables.
Ahora el director del IMSS declara tan tranquilo que este programa no es un tema en la agenda del instituto. Además, según los medios de comunicación, en el año 2009 no hubo recursos asignados por el Instituto Mexicano del Seguro Social para dicho programa.
De acuerdo con la información proporcionada por la Auditoría Superior de la Federación, los gastos de operación del programa en el año 2008 fueron cercanos a los 60 millones de pesos y el subsidio otorgado fue de 48 millones de pesos. En 2009 se redujo el gasto de operación y se incrementó el subsidio, aunque en el balance total el resultado sigue siendo negativo. Como se puede apreciar, ha sido más caro administrarlo que operarlo. En español llano: “salió más caro el caldo que las albóndigas”.
Ante la crisis de empleo que tenemos y la necesidad urgente de otorgarlo, no se puede entender que este gobierno lance un programa fallido y lo reconozca dos años después sin proponer algo que sea más razonable y entendible por las empresas. Y lo más lamentable es que hay recursos congelados para un programa malogrado que seguramente al final engrosarán las arcas del gobierno como “ahorros”.
¿Sería mucho pedir que este gobierno fuera más serio y, sobre todo, capaz de conducir algún programa de fomento al empleo que fuera real? La salida fácil que están tomando ahora, de criticar un programa diseñado e impuesto por ellos, no es válida. Da muestras de que no saben hacer las cosas y cuando se dan cuenta se quedan tan tranquilos. Eso se llama irresponsabilidad en un tema tan delicado como el empleo. Y también debería ser castigada.
Analista político y economista
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