Por la influenza, México pierde 1.5 puntos porcentuales en 2009: CISC
Se debe incentivar el ahorro en la sociedad y en los gobiernos
Minimizar la zozobra ante choques de tales magnitudes, el objetivo
El impacto de los desastres naturales en las ciudades puede devastar las economías nacionales y los mercados industriales de manera global, alertó Consultores Internacionales S.C. (CISC).
En un análisis, la firma consideró que esto es especialmente crítico en el caso de las economías emergentes, donde las áreas urbanas más importantes albergan por lo general la mayoría de las actividades económicas y sociales.
Es por ello que se necesitan procesos, regulaciones (uso de suelo, infraestructura, códigos de construcción) y métodos que reduzcan la exposición a los peligros que limiten la vulnerabilidad física de los asentamientos densamente poblados, expuso.
Asimismo, se debe incentivar el ahorro en la sociedad y en los gobiernos para minimizar la zozobra ante choques de tales magnitudes.
La consultora refiere en el estudio que América Latina ha sufrido grandes desastres naturales en los últimos 10 años, como huracanes en la región del Caribe y del Pacífico, terremotos en las zonas sísmicas e inundaciones a lo largo del continente.
“Estas catástrofes naturales si bien son provocadas por razones exógenas a nosotros, las consecuencias sí tienen una base socioeconómica de suma importancia”, expuso.
Los huracanes han sido decisivos en el desarrollo económico de América Latina. Por ejemplo, “Wilma” dejó una caída en el Producto Interno Bruto (PIB) estatal de Quintana Roo de 8.0 por ciento, y daños acumulados en Cuba, Jamaica, Bahamas, Haití, México y Estados Unidos de 29 mil millones de dólares.
Por su parte, las inundaciones en áreas como Machu Pichu, en Perú, han provocado pérdidas materiales y humanas muy importantes, sobre todo porque esas zonas de alto riesgo normalmente son habitadas por personas de bajos recursos que carecen de casas adecuadas.
En tanto, las pandemias también han sido fundamentales en la economía. La evolución de los virus ha ocasionado caos generalizado ante el contagio de la influenza AH1N1.
De acuerdo con la firma, México perdió aproximadamente 1.5 puntos porcentuales en su economía en 2009 debido a las medidas tomadas ante el virus de la influenza que paralizó a la sociedad y a las actividades económicas para mitigar el contagio.
En cuanto a los sismos recientes, la sociedad haitiana fue golpeada por un terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter que ocasionó un importante golpe en su economía y sociedad. Luego, Chile tuvo un terremoto de 8.8 grados en la misma escala.
Dado que la escala de Richter es logarítmica, el terremoto de Chile fue 100 veces más potente que el de Haití, pero las consecuencias no fueron proporcionales. En el país caribeño murieron 250 mil personas, mientras que en el sudamericano unas 500.
La economía de Haití se devastó por este hecho y se estima que su PIB caerá 15 por ciento en 2010, mientras que en Chile no se han cambiado las expectativas de crecimiento de 5.5 por ciento.
Por ello, sostuvo, los desastres naturales tienen un componente regresivo, porque afecta sobre todo a los más pobres. Esto se debe a que las personas con bajo poder adquisitivo tienen menos disponibilidad de compra de seguros, de ingeniería preventiva en sus hogares y menor ahorro.
CISC subraya por ello que la cultura y fortaleza económica son determinantes ante un choque de magnitud catastrófica.
Todo esto lleva a la necesidad de crear nuevos paradigmas en las naciones. Se debe incentivar el ahorro en la sociedad y en el gobierno para minimizar la zozobra ante choques exógenos de tales magnitudes.
Señala que una tendencia clara en el mundo es que el porcentaje del PIB dedicado a la prevención y reparación de daños por desastres naturales será cada día mayor.
Una enseñanza de esto es que el desarrollo humano, la fortaleza del Estado y su capacidad de planear el futuro tienen una relación directa con el impacto social y económico de los desastres, añade.
Se debe incentivar el ahorro en la sociedad y en los gobiernos
Minimizar la zozobra ante choques de tales magnitudes, el objetivo
El impacto de los desastres naturales en las ciudades puede devastar las economías nacionales y los mercados industriales de manera global, alertó Consultores Internacionales S.C. (CISC).
En un análisis, la firma consideró que esto es especialmente crítico en el caso de las economías emergentes, donde las áreas urbanas más importantes albergan por lo general la mayoría de las actividades económicas y sociales.
Es por ello que se necesitan procesos, regulaciones (uso de suelo, infraestructura, códigos de construcción) y métodos que reduzcan la exposición a los peligros que limiten la vulnerabilidad física de los asentamientos densamente poblados, expuso.
Asimismo, se debe incentivar el ahorro en la sociedad y en los gobiernos para minimizar la zozobra ante choques de tales magnitudes.
La consultora refiere en el estudio que América Latina ha sufrido grandes desastres naturales en los últimos 10 años, como huracanes en la región del Caribe y del Pacífico, terremotos en las zonas sísmicas e inundaciones a lo largo del continente.
“Estas catástrofes naturales si bien son provocadas por razones exógenas a nosotros, las consecuencias sí tienen una base socioeconómica de suma importancia”, expuso.
Los huracanes han sido decisivos en el desarrollo económico de América Latina. Por ejemplo, “Wilma” dejó una caída en el Producto Interno Bruto (PIB) estatal de Quintana Roo de 8.0 por ciento, y daños acumulados en Cuba, Jamaica, Bahamas, Haití, México y Estados Unidos de 29 mil millones de dólares.
Por su parte, las inundaciones en áreas como Machu Pichu, en Perú, han provocado pérdidas materiales y humanas muy importantes, sobre todo porque esas zonas de alto riesgo normalmente son habitadas por personas de bajos recursos que carecen de casas adecuadas.
En tanto, las pandemias también han sido fundamentales en la economía. La evolución de los virus ha ocasionado caos generalizado ante el contagio de la influenza AH1N1.
De acuerdo con la firma, México perdió aproximadamente 1.5 puntos porcentuales en su economía en 2009 debido a las medidas tomadas ante el virus de la influenza que paralizó a la sociedad y a las actividades económicas para mitigar el contagio.
En cuanto a los sismos recientes, la sociedad haitiana fue golpeada por un terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter que ocasionó un importante golpe en su economía y sociedad. Luego, Chile tuvo un terremoto de 8.8 grados en la misma escala.
Dado que la escala de Richter es logarítmica, el terremoto de Chile fue 100 veces más potente que el de Haití, pero las consecuencias no fueron proporcionales. En el país caribeño murieron 250 mil personas, mientras que en el sudamericano unas 500.
La economía de Haití se devastó por este hecho y se estima que su PIB caerá 15 por ciento en 2010, mientras que en Chile no se han cambiado las expectativas de crecimiento de 5.5 por ciento.
Por ello, sostuvo, los desastres naturales tienen un componente regresivo, porque afecta sobre todo a los más pobres. Esto se debe a que las personas con bajo poder adquisitivo tienen menos disponibilidad de compra de seguros, de ingeniería preventiva en sus hogares y menor ahorro.
CISC subraya por ello que la cultura y fortaleza económica son determinantes ante un choque de magnitud catastrófica.
Todo esto lleva a la necesidad de crear nuevos paradigmas en las naciones. Se debe incentivar el ahorro en la sociedad y en el gobierno para minimizar la zozobra ante choques exógenos de tales magnitudes.
Señala que una tendencia clara en el mundo es que el porcentaje del PIB dedicado a la prevención y reparación de daños por desastres naturales será cada día mayor.
Una enseñanza de esto es que el desarrollo humano, la fortaleza del Estado y su capacidad de planear el futuro tienen una relación directa con el impacto social y económico de los desastres, añade.
(Con información de El Financiero)
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