Enrique del Val Blanco / El Universal
La publicación que anualmente hace la revista norteamericana Forbes sobre la lista de billonarios en el mundo siempre causa expectación y se presta a toda serie de interpretaciones, algunas de ellas para destacar orgullosamente la cantidad de nacionales que están en ella. Según la citada revista, para ingresar a dicha lista lo único que hay que tener son “agallas, optimismo y una insaciable necesidad de ganar, aunado a una visión divina”. Así de simples son los elementos necesarios para ser billonario.
Pero la realidad dista mucho de esta visión holística y superficial. En primer lugar tenemos que tomar en consideración que 2009 fue un año pésimo económicamente hablando para la mayoría de las naciones. Pese a ello, el patrimonio de la mayoría de los billonarios creció y lo que es más sorprendente es el número de nuevos billonarios provenientes de países no desarrollados.
Así tenemos que los billonarios rusos pasaron de ser 38 en el año 2008 a la cifra de 64 en el 2009, casi el doble; en Turquía el número aumentó de 12 a 28, y no digamos en la República Popular China, paraíso del socialismo moderno, en donde incrementaron de 27 a 64. Y podríamos continuar encontrando nuevos billonarios en las antiguas repúblicas soviéticas o la India y Malasia. Por cierto, los estadounidenses están preocupados, pues sólo consiguieron aumentar de 359 a 403 durante 2009.
Para muchos es inexplicable que en economías como la mexicana o la norteamericana, con caídas sorprendentes en el producto interno bruto, se haya mantenido e inclusive crecido el patrimonio de billonarios. La explicación es que estamos frente a una de las mayores crisis y, a la vez, concentraciones del ingreso en la historia del capitalismo, que permite a los ricos hacerse más ricos y a los pobres volverse más pobres. Tan es así que los mil 11 billonarios tienen, en conjunto, una fortuna de 3.6 millones de millones, mientras que en 2008 apenas contaban 2.4 millones de millones. Un incremento de 50% en 365 días.
Según cálculos de algunos especialistas, la fortuna de las personas que aparecen en la lista de la revista antes citada es igual al patrimonio de la mitad de la población pobre adulta en el mundo, situación que se duplicó durante la primera década de este siglo. Muchas de las fortunas están íntimamente ligadas con las concesiones monopólicas que los Estados nacionales han concedido por años y que han permitido este asqueroso enriquecimiento de unos cuantos.
Casos como el de Rusia son sintomáticos. Desde su llegada al poder, el señor Putin desmanteló el Estado soviético y entregó empresas estatales a sus amigos; o el de China que, a pesar del partido único y supuestamente socialista, ha permitido que los billonarios crezcan como la espuma, siempre y cuando cooperen con el gobierno. Otro caso es el mexicano, donde los billonarios más importantes lo han logrado gracias a los sectores que les han entregado los diferentes gobiernos priístas y panistas.
Por eso es que las alianzas que se están dando en nuestro país entre partidos supuestamente antagónicos no van a afectar esta desigual distribución del ingreso, pues todos están suplicando o pactando el apoyo de los grupos monopólicos para tomar el poder. ¿Y después, qué? Seguramente las cosas seguirán igual, ya que en ningún momento se han planteado tocarlos ni con el pétalo de una rosa.
Estamos frente a uno de los mejores ejemplos de que el modelo económico no puede seguir así, a riesgo de que se harten los pobres y acaben con todo. En muchos países ya estamos cerca del vaso lleno de indignación y coraje.
Analista político y economista
La publicación que anualmente hace la revista norteamericana Forbes sobre la lista de billonarios en el mundo siempre causa expectación y se presta a toda serie de interpretaciones, algunas de ellas para destacar orgullosamente la cantidad de nacionales que están en ella. Según la citada revista, para ingresar a dicha lista lo único que hay que tener son “agallas, optimismo y una insaciable necesidad de ganar, aunado a una visión divina”. Así de simples son los elementos necesarios para ser billonario.
Pero la realidad dista mucho de esta visión holística y superficial. En primer lugar tenemos que tomar en consideración que 2009 fue un año pésimo económicamente hablando para la mayoría de las naciones. Pese a ello, el patrimonio de la mayoría de los billonarios creció y lo que es más sorprendente es el número de nuevos billonarios provenientes de países no desarrollados.
Así tenemos que los billonarios rusos pasaron de ser 38 en el año 2008 a la cifra de 64 en el 2009, casi el doble; en Turquía el número aumentó de 12 a 28, y no digamos en la República Popular China, paraíso del socialismo moderno, en donde incrementaron de 27 a 64. Y podríamos continuar encontrando nuevos billonarios en las antiguas repúblicas soviéticas o la India y Malasia. Por cierto, los estadounidenses están preocupados, pues sólo consiguieron aumentar de 359 a 403 durante 2009.
Para muchos es inexplicable que en economías como la mexicana o la norteamericana, con caídas sorprendentes en el producto interno bruto, se haya mantenido e inclusive crecido el patrimonio de billonarios. La explicación es que estamos frente a una de las mayores crisis y, a la vez, concentraciones del ingreso en la historia del capitalismo, que permite a los ricos hacerse más ricos y a los pobres volverse más pobres. Tan es así que los mil 11 billonarios tienen, en conjunto, una fortuna de 3.6 millones de millones, mientras que en 2008 apenas contaban 2.4 millones de millones. Un incremento de 50% en 365 días.
Según cálculos de algunos especialistas, la fortuna de las personas que aparecen en la lista de la revista antes citada es igual al patrimonio de la mitad de la población pobre adulta en el mundo, situación que se duplicó durante la primera década de este siglo. Muchas de las fortunas están íntimamente ligadas con las concesiones monopólicas que los Estados nacionales han concedido por años y que han permitido este asqueroso enriquecimiento de unos cuantos.
Casos como el de Rusia son sintomáticos. Desde su llegada al poder, el señor Putin desmanteló el Estado soviético y entregó empresas estatales a sus amigos; o el de China que, a pesar del partido único y supuestamente socialista, ha permitido que los billonarios crezcan como la espuma, siempre y cuando cooperen con el gobierno. Otro caso es el mexicano, donde los billonarios más importantes lo han logrado gracias a los sectores que les han entregado los diferentes gobiernos priístas y panistas.
Por eso es que las alianzas que se están dando en nuestro país entre partidos supuestamente antagónicos no van a afectar esta desigual distribución del ingreso, pues todos están suplicando o pactando el apoyo de los grupos monopólicos para tomar el poder. ¿Y después, qué? Seguramente las cosas seguirán igual, ya que en ningún momento se han planteado tocarlos ni con el pétalo de una rosa.
Estamos frente a uno de los mejores ejemplos de que el modelo económico no puede seguir así, a riesgo de que se harten los pobres y acaben con todo. En muchos países ya estamos cerca del vaso lleno de indignación y coraje.
Analista político y economista
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