viernes, 26 de marzo de 2010

HILLARY EN MÉXICO

José Fernández Santillán / El Universal
A la memoria de Jorge Antonio Mercado Alonsoy Javier Francisco Arredondo Verdugo
La visita a nuestro país de la plana mayor de la seguridad estadounidense, es decir, la secretaria de Estado, Hillary Clinton; la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano; el secretario de Defensa, Robert Gates; el director nacional de Inteligencia, Dennis Blair, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Michael Mullen, para reunirse con sus homólogos mexicanos podría interpretarse, a primera vista, como muestra del interés que tienen el pueblo y el gobierno de Estados Unidos en lo que sucede en México respecto de la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, observando el asunto con mayor rigor, podemos decir que hay un marcado contraste entre la atención que puso la prensa mexicana en esta reunión, y el interés que despertó este evento en la Unión Americana. Aquí ocupó los principales titulares de muchos medios de comunicación; allá, en cambio, la opinión pública se concentró en la aprobación de la reforma legislativa en materia de salud pública en la que el presidente Barack Obama y los demócratas empeñaron todas sus energías para enfrentar la resistencia de los republicanos. Finalmente, después de más de un año de proselitismo, los progresistas estadounidenses salieron airosos de una batalla política que muchos juzgan como histórica.
Es verdad que la muerte de tres personas relacionadas con el consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, vino a echar por tierra la idea expresada hace cuatro meses por Mariko Silver, subsecretaria de Seguridad Interna, de que “la violencia en México era sólo entre criminales y que la mayor parte del país no experimentaba la violencia reflejada en los medios de comunicación”. Esta funcionaria también dijo que no hay constancia de que la violencia en México se desbordara hacia Estados Unidos y las comunidades fronterizas. Ya se vio que no es así. Acaso esta tragedia, a la que se suman muchas otras ocurridas en nuestro país por causa de la lucha entre cárteles de la droga y entre esas organizaciones criminales y las fuerzas del orden, puede hacer que los americanos volteen la mirada hacia acá.
Ellos deben comprender que enfrentan un serio problema de seguridad nacional en su frontera sur y que existe una contradicción entre los recursos y el cuidado que ponen en el problema del narcotráfico y la inseguridad en su borde meridional, y lo que destinan y los compromete en la guerra de Irak: los 310 millones de dólares que se quieren destinar para este año como ayuda adicional, dentro del plan Mérida, para México representan menos de la mitad de los 720 millones de dólares que gastan diariamente en la guerra de Irak, país que está a 18 mil kilómetros de nuestra frontera.
Por lo que ha trascendido de las pláticas sostenidas entre los funcionarios estadounidenses y los mexicanos en este encuentro de alto nivel, hemos podido saber que hay acuerdo en que la lucha contra el narcotráfico no puede apoyarse solamente en un pie, el militar. Tienen que venir en su auxilio otras instancias. Es, pues, momento de cambiar la estrategia de combate.
La pregunta fundamental consiste en saber por qué el gobierno mexicano se empecinó en sostenerse, durante tanto tiempo, tan sólo en un pie. A la hora que nuestros gobernantes se rindan ante la evidencia quizá puedan gestionar que también vengan a visitarnos altas autoridades de Estados Unidos de los ramos educativo, financiero, laboral y agrícola.

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