Hay continuidad entre la actual crisis y el estallido de la burbuja de las empresas 'puntocom' hace 10 años
JOAQUÍN ESTEFANÍA – EL PAÍS
Hace pocos días hicieron 10 años de que el índice tecnológico Nasdaq Composite, creado en EE UU en 1971, alcanzase su máximo histórico y superase los 5.000 puntos; hoy cotiza a menos de la mitad. En él operan los 100 primeros valores de las empresas de alta tecnología, que a partir de abril de 2000 iniciaron un derrumbe tan poderoso como antes había sido su espectacular subida. Ese mes empezaba a pincharse la burbuja de las llamadas empresas puntocom, que entonces eran el futuro a través del desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Napster, Nortel, Lucent, Cisco, Dell, Microsoft, Yahoo, Google, Apple, Intel, Oracle, Amazon, eBay, AOL, Lycos... y tantas otras razones sociales se hicieron comunes hace una década. Algunas persisten como vencedoras, otras aletargan en el mercado y otras han desaparecido con la misma rapidez con que llegaron. En España, el estallido de aquella burbuja está asociado a Terra, una filial de la Telefónica de Juan Villalonga, que nació en 1999 y salió a Bolsa con una cotización de poco más de 11 euros la acción, que pocos meses después se puso a 157,6 euros la acción, que compró el portal Lycos por más de 13.000 millones de euros (y lo tuvo que vender cuatro años después por sólo 80 millones) y que finalizó su vida a poco más de tres euros. Terra llegó a ser una de las cuatro primeras empresas españolas en valoración bursátil, sin haber obtenido nunca beneficios. En aquel periodo, el per (las veces que el beneficio neto de una acción están incluidas en su precio) de algunas empresas alcanzó valores difíciles de justificar: el de Cisco, por ejemplo, llegó a 156 veces, y el de Yahoo, a 508, cuando se considera que a partir de 12 o 13 veces la acción ya empieza a estar cara.
El origen de la actual crisis mundial está en aquella orgía irracional de dinero, en la corta recesión que acompañó su caída, en los escándalos de la América corporativa como Enron, que se encadenaron a la desaparición de centenares de miles de puntocom, y en los atentados terroristas del 11-S de 2001 que multiplicaron la incertidumbre de la coyuntura y que hicieron que el presidente de la Reserva Federal (Fed), Alan Greenspan, bajara la guardia inyectando liquidez en el sistema y bajando los tipos de interés. Una política monetaria laxa en un ambiente de desregulación desaforada generó el caldo de cultivo para el abuso permanente.
¿Se pueden repetir los estallidos de burbujas de distinta naturaleza o su secuencia histórica ha permitido entender sus efectos nocivos? Kindleberger o Galbraith, entre otros, opinan que la memoria en asuntos financieros es extremadamente frágil y que dura, como máximo, 20 años, lo que hay entre la ilusión y la desilusión. Esta vez el ciclo fue más corto y apenas una década después de aquellos acontecimientos surgió el estallido de las hipotecas subprime, epicentro de todo lo demás que está sucediendo
JOAQUÍN ESTEFANÍA – EL PAÍS
Hace pocos días hicieron 10 años de que el índice tecnológico Nasdaq Composite, creado en EE UU en 1971, alcanzase su máximo histórico y superase los 5.000 puntos; hoy cotiza a menos de la mitad. En él operan los 100 primeros valores de las empresas de alta tecnología, que a partir de abril de 2000 iniciaron un derrumbe tan poderoso como antes había sido su espectacular subida. Ese mes empezaba a pincharse la burbuja de las llamadas empresas puntocom, que entonces eran el futuro a través del desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Napster, Nortel, Lucent, Cisco, Dell, Microsoft, Yahoo, Google, Apple, Intel, Oracle, Amazon, eBay, AOL, Lycos... y tantas otras razones sociales se hicieron comunes hace una década. Algunas persisten como vencedoras, otras aletargan en el mercado y otras han desaparecido con la misma rapidez con que llegaron. En España, el estallido de aquella burbuja está asociado a Terra, una filial de la Telefónica de Juan Villalonga, que nació en 1999 y salió a Bolsa con una cotización de poco más de 11 euros la acción, que pocos meses después se puso a 157,6 euros la acción, que compró el portal Lycos por más de 13.000 millones de euros (y lo tuvo que vender cuatro años después por sólo 80 millones) y que finalizó su vida a poco más de tres euros. Terra llegó a ser una de las cuatro primeras empresas españolas en valoración bursátil, sin haber obtenido nunca beneficios. En aquel periodo, el per (las veces que el beneficio neto de una acción están incluidas en su precio) de algunas empresas alcanzó valores difíciles de justificar: el de Cisco, por ejemplo, llegó a 156 veces, y el de Yahoo, a 508, cuando se considera que a partir de 12 o 13 veces la acción ya empieza a estar cara.
El origen de la actual crisis mundial está en aquella orgía irracional de dinero, en la corta recesión que acompañó su caída, en los escándalos de la América corporativa como Enron, que se encadenaron a la desaparición de centenares de miles de puntocom, y en los atentados terroristas del 11-S de 2001 que multiplicaron la incertidumbre de la coyuntura y que hicieron que el presidente de la Reserva Federal (Fed), Alan Greenspan, bajara la guardia inyectando liquidez en el sistema y bajando los tipos de interés. Una política monetaria laxa en un ambiente de desregulación desaforada generó el caldo de cultivo para el abuso permanente.
¿Se pueden repetir los estallidos de burbujas de distinta naturaleza o su secuencia histórica ha permitido entender sus efectos nocivos? Kindleberger o Galbraith, entre otros, opinan que la memoria en asuntos financieros es extremadamente frágil y que dura, como máximo, 20 años, lo que hay entre la ilusión y la desilusión. Esta vez el ciclo fue más corto y apenas una década después de aquellos acontecimientos surgió el estallido de las hipotecas subprime, epicentro de todo lo demás que está sucediendo
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