viernes, 5 de marzo de 2010

BUSCA AL Y EL CARIBE INTEGRARSE DE MANERA DIFERENTE A LOS TLC

Se pretende transformar estructuras económicas y mecanismos de distribución de la riqueza
La unión es una de las vías para enrumbarse por el camino del desarrollo: Esther Aguilera
Atilio Borón puso en duda que la crisis actual pueda resolverse sólo con inyección de recursos
Roberto González Amador / Periódico La Jornada
En medio de la tormenta desatada por la crisis financiera internacional, la región de América Latina y el Caribe es ahora mismo muestra de que es posible construir un mundo diferente. En esta parte del mundo se da un proceso de integración que se contrapone al modelo predominante de los tratados comerciales, y también aquí se busca transformar estructuras económicas y los mecanismos de distribución de la riqueza.
Quien así lo plantea es Esther Aguilera Morató, secretaria permanente de la Asociación de Economistas de América Latina y el Caribe y presidenta del comité académico que en los últimos 12 años ha organizado en este país uno de los mayores encuentros de economistas de la región.
“Estoy segura, estoy convencida, creo que efectivamente se está viviendo una nueva época en América Latina”, dice a La Jornada, con motivo del 12 Encuentro internacional de economistas sobre globalización y desarrollo, organizado por la Asociación Nacional de Economistas de Cuba.
Esta sensación de cambio en la región –o en algunas zonas de la región, más específicamente– contrasta con la forma en que el mundo encara la crisis global. Lo planteó Atilio Borón, ex secretario general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). La solución a un problema que involucra a la totalidad de los paíse se cocina en un reducido universo de 20 naciones, el llamado Grupo de los 20 (los más industrializados y otros en desarrollo, entre ellos Brasil, Argentina y México), dijo.
Planteó la interrogante: “¿Puede una crisis de la magnitud de la actual resolverse con una inyección de recursos, en la que hay una enorme desproporción de los medios de que se dispone y los fines que se buscan?” Porque, como sostuvo el propio Borón, en el conjunto de las siete economías más avanzadas los paquetes de apoyo gubernamental para salvar a los banqueros que provocaron la actual crisis económica alcanzan ya los 24 billones (millones de millones) de dólares, el equivalente a la mitad del producto interno bruto mundial. “¿Cuáles serán los costos sociales, económicos, políticos e incluso ecológicos; cuánto sufrimiento humano requerirá el intento de salvar con tan descomunal monto de recursos a un sistema que está condenado por sus contradicciones”?, interrogó.
En esta crisis, la respuesta que se propone desde los centros de poder político y económico es la misma vieja conocida de América Latina, añadió, al citar el paquete anunciado en Grecia la víspera, que incluye nuevos impuestos y un recorte hasta de 30 por ciento en salarios de empleados públicos.
En un mundo en que se aplican conocidas soluciones a problemas nuevos, Esther Aguilera destacó lo que ocurre en América Latina y el Caribe y la aportación a la discusión de un encuentro como el que aquí se realiza, al que concurren “desde defensores del modelo neoliberal hasta keynesianistas entusiastas y marxistas”.
Comentó: “Ahora se dice que América Latina estuvo mejor preparada para enfrentar la crisis. Pero la región no supo aprovechar en toda su potencialidad los momentos que esa disciplina macroeconómica le ofreció para atender debidamente los problemas sociales”.
En este encuentro, un tema permanente de debate es la integración, una década y media después de que México abrió el camino de los tratados de libre comercio al asociarse con Estados Unidos y Canadá.
“Hay una percepción generalizada de que la integración económica para América Latina es la única o una de las vías principales para enrumbarse por el camino de un desarrollo sostenido y sostenible”, consideró.
El tema de la integración ocupa un lugar fundamental, abundó. No es a través de los tratados de libre comercio, como el TLCAN o el de Centroamérica con República Dominicana como los latinoamericanos van a resolver los problemas de la región.
–¿Cuál es la diferencia entre tratados comerciales e integración económica?
–La diferencia está en que la integración entre nosotros mismos nos permitirá una mejor utilización de nuestras riquezas, una mejor organización de nuestra actividad productiva y una mejor negociación con las grandes potencias, y no sólo generar mecanismos para intercambiar mercancías.
Hay, aseguró, propuestas que avanzan. Una de ellas, la Alternativa Bolivariana de las Américas (Alba, en la que participan Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba y Nicaragua), que ha generado mecanismos concretos de cooperación, sobre todo en materia energética y transacciones financieras. Está en proceso de gestación una moneda común, el sucre, en la que ya se hizo una primera transacción hace unos meses.
“Ya se presentan alternativas como un proyecto que se va materializando y la necesidad de renovar esa arquitectura financiera regional, que nos permita realmente realizar los cambios y las transformaciones que América Latina requiere.
“El tema monetario y financiero es central para poder producir las transformaciones, porque, si no logramos una nueva arquitectura monetaria y financiera regional, difícilmente podemos alcanzar los objetivos que nos estamos planteando”, aseveró.
–¿Qué tan sólidos son estos proyectos de integración?
–La Alba es muy joven; el tratado de comercio de los pueblos es muy joven también, y cuando estamos hablando de procesos integracionistas desde la década del 50, pues ahora llevamos sólo un quinquenio con estos proyectos. Sí hay cosas concretas: las empresas trasnacionales que se han hecho con la participación de los países integrantes de la Alba, Petrocaribe, Petrosur, Petroamérica; las facilidades para la adquisición de petróleo, la posibilidad de más largo plazo para hacer frente a las deudas contraídas y la acumulación de fuentes para el desarrollo social son hechos que se observan.
Y también en esta esfera destacó proyectos sociales, como las campañas de alfabetización y médicas, en las que participan Venezuela, Cuba y Bolivia. “Esos son hechos concretos. Proyectos de integración que, sin abandonar las relaciones comerciales, las relaciones mercantiles, que en definitiva tienen que estar presentes, priorizan y privilegian lo social. Hay un largo camino que recorrer, es cierto; se comienza ahora, pero soy optimista.”

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