lunes, 8 de agosto de 2011

EL REGRESO DE LA RECESIÓN

Édgar Amador / El Semanario
¿No que no tronabas, pistolita de agua? Este 4 de agosto el Dow Jones se cayó más de 4%, su peor caída desde diciembre de 2008, y una masacre superior a los 500 puntos. En las páginas de El Semanario hemos clamado en el ciberdesierto tratando de explicar por qué la recuperación económica de los Estados Unidos (y del mundo), no puede ser duradera, y que esta fragilidad es la que se encuentra detrás de la extrema vulnerabilidad de los mercados, que producen jornadas tenebrosas como las de este jueves. Éstas son las fragilidades.
1.-Créanme, estamos en una trampa de liquidez
Esta singularidad sugerida por el mismo Keynes, y una y otra vez calificada como un caso teórico por los economistas neoclásicos, es simple y sencillamente lo que subyace a la imposibilidad de la economía gringa de erigirse de nuevo con celeridad.
La trampa de liquidez se presenta cuando las tasas de interés están nominalmente en cero (¿les suena familiar?). La consecuencia de este límite nominal es que los bancos e inversionistas no comprarán bonos, es decir, darán crédito (¿les suena familiar?), pues de hacerlo al subir ineluctablemente las tasas los bancos e inversionistas tendrán pérdidas de capital, pues el precio de los bonos y las tasas de interés se mueven en sentido inverso.
En trampa de liquidez entonces, la política monetaria es completamente ineficiente: por más dinero que se inyecte (¿les suena familiar, QE1, QE2 y QE3?), el modelo keynesiano dice que los bancos no van a reactivar el crédito (¿les suena familiar?), y se van a quedar con la liquidez en sus balances (¿les suena familiar?)
En una trampa de liquidez, si se inyecta el efectivo a través del mercado de dinero, éste no llegará a los productores y consumidores vía crédito, sino que se quedará en los balances de los bancos. Yo no veo cómo es posible negar que las predicciones claras del modelo keynesiano se cumplan con precisión pasmosa. Por esa razón: ni QE1, ni QE2, ni QEn tendrán un efecto duradero en la economía. Tal y como los datos recientes y el pasmo de los mercados están demostrando de manera contundente.
2.-En este caso la política fiscal es la herramienta adecuada, pero el tarugo de Bush lo echó a perder
Si en trampa de liquidez la inyección de efectivo vía el mercado de dinero no llegará al crédito a consumidores y productores, entonces, el efectivo se debe de inyectar vía el mercado de bienes, es decir, no a través de los bancos, sino a través de prestarle al Gobierno para que este a su vez lo inyecte a los consumidores y productores.
En otras palabras, en trampa de liquidez el recurso que funciona no es la política monetaria, sino la fiscal: se tiene que reactivar la economía vía un incremento en el gasto y el déficit públicos. Esto es lo que recomienda y predice el modelo keynesiano. Pero hay un grandísima problema con esto.
El problema que el más estúpido e irresponsable de los presidentes estadounidenses de la época moderna provocó que cuando los Estados Unidos entraron en esta crisis, lo hicieron con el déficit y la deuda más elevados de la historia, elevando enormemente el costo de usar de manera masiva el déficit fiscal como herramienta de política.
En este solitario y casandriano espacio hemos insistido muchas veces: a esta crisis se entró con los dos brazos de la política pública: la política monetaria y la fiscal, inutilizados e inanes. Con ambos brazos tullidos.
Como hemos construido un fetiche alrededor de las agencias calificadoras, el anatema de conculcar la calificación crediticia tiene paralizados a Europa, los Estados Unidos y la gran mayoría de los países que se encuentran al borde de una recaída económica y por lo tanto, no se atreven a dar el paso que tarde que temprano tomarán: aumentar aún más los déficits fiscales para sacar a las economías de la perversa trampa de liquidez. Será una decisión extremadamente controversial y difícil, pero a menos que haya un shock positivo del lado de la oferta (una nueva revolución tecnológica, una nueva fuente de energía, un aumento milagroso de la productividad multifactorial), tendrá que llevarse a cabo.
3.-Si fuéramos racionales y no hubiera costos, ya habríamos botado al Euro por la borda
El Euro es una idea absurda. Es un arreglo monetario más dirigido a satisfacer el ego de los grandes políticos y crear la imagen de una Europa unida frente a los EEUU y las ascendentes potencias asiáticas. Es el estertor romántico de Europa como cuna de la civilización. Pero no es una buena idea económica.
Las 32 entidades que conforman a México tiene una sola moneda, pero también comparten una política fiscal federal y no existen restricciones ni legales ni lingüísticas para que los trabajadores se muevan entre una entidad y otra. Es decir, el IVA y el ISR es recaudado por la federación, y los trabajadores pueden moverse sin problema entre Tampico, Tamaulipas, y Culiacán Sinaloa.
El Euro es una moneda para 11 países con una política fiscal cada uno y en donde los españoles no pueden irse a trabajar a Alemania tan fácilmente, pues para empezar, el idioma es distinto.
El Euro es entonces una falda que para algunos países de Europa les queda como mini, y a otros como vestido hasta el tobillo. Para unos países el Euro está hecho a la medida, pero para otros es una loza que les impide crecer.
Pero al vivir los primeros años con el Euro, Irlanda, Grecia, España y Portugal se endeudaron hasta la coronilla tomando sin permiso el riesgo crediticio alemán. Los inversionistas razonaban: prestar en euros era como prestarle a Alemania, sin importar que a quienes prestaran era a los manirrotos griegos.
La deuda es tan grande en España, Grecia, Portugal, Italia e Irlanda, que salirse del Euro implicaría un disparo en el monto de la deuda que casi de manera automática conduciría a la moratoria. Si no fuera por eso, deberíamos de deshacernos del Euro mañana mismo. Pero no va a ocurrir, pues el costo es elevadísimo, pero el costo de no hacerlo es condenar a vastas zonas de Europa a un estancamiento secular, a períodos de rescate y de confrontación como los que hemos visto, y en general, a la cancelación de la posibilidad de que Europa se convierta en uno de los motores que el mundo necesita.
4.-Esperando el próximo shock tecnológico
Mientras no nos deshagamos de las premisas del Consenso de Washington: equilibrio fiscal (¿cual?)) y equilibrio monetario (¿cuál?), estaremos con los dos brazos de la política económica inutilizados.
Las cosas son aún peores cuando la suprema estupidez de los Republicanos los hace empujar, con una fe religiosa, a recortes fiscales justo cuando lo que se necesita una expansión del gasto para salir de esta cruel trampa deflacionista en la que nos encontramos.
Si los líderes de este mundo van a ser tan cortos de miras como para seguir cancelando las políticas monetarias y fiscales como hasta ahora se han hecho, nuestra única esperanza es sentarnos a esperar que, en medio de la recesión o el estancamiento, llegue por allí la siguiente oleada tecnológica, el siguiente shock, que cause en la productividad multifactorial lo que causó la computadora o el internet: saltos cuánticos que revivieron el crecimiento sin necesidad de mayor gasto deficitario ni manipulación monetaria.
El problema que por definición esos shocks son aleatorios, y pueden tardar en llegar. Llegarán cuando lleguen. Y mientras tanto, millones de personas en este mundo se debaten en el desempleo, y la desesperanza.

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