La economía de EU empezará esta semana en suspenso, conteniendo la respiración, tratando de mantener el equilibrio ante el vértigo que produce en los mercados globales la posibilidad, aunque muy remota, de que la economía de EU pueda entrar en suspensión de pagos por primera vez en su historia. Lo más probable es que no se llegue a ese extremo, pero los republicanos, que parecen estar poniendo a prueba al presidente Barack Obama, parecen dispuestos a dar un buen susto.
Y eso, tal y como está la aversión al riesgo, tal y como está el resquemor en los corrillos financieros, puede suponer un severo varapalo para unos mercados necesitados a toda costa de confianza y certidumbre.Si el 2 de agosto el Congreso no ha aprobado un plan para elevar el techo de la deuda consensuado por republicanos y demócratas, y cada vez ese escenario luce más factible, el gobierno de EU y la Reserva Federal tendrán que anunciar algunos planes de contingencia como suspender las funciones del Estado menos esenciales con el fin evitar una suspensión de pagos.
Pero incluso así es probable que se produzcan tensiones en los mercados financieros que pueden tener repercusiones negativas sobre una recuperación económica que ha vuelto a languidecer, como demostraron las cifras del PIB publicadas el viernes pasado. Las bolsas podrían caer, las tasas de interés se podrían ver presionadas al alza y el dólar podría depreciarse. Más si las agencias de calificación responden a la inoperancia del Congreso de EU quitándole la máxima calificación crediticia, la “AAA”.
Por eso, este juego, que ha conjurado el bando republicano con el ala radical del Tea Party a la cabeza, es tan peligroso. Crecidos luego de su aplastante victoria en las elecciones legislativas de medio término, donde arrebataron a los demócratas el control de la Cámara de Representantes, han convertido a la deuda en su principal caballo electoral de cara a las elecciones de 2012, conocedores de que el ciudadano estadounidense está frustrado por una economía que apenas crece y está altamente endeudada.
Aprovechando esa coyuntura, no dejaron pasar esta oportunidad para intentar dar el primer puyazo a Obama en la carrera presidencial del 2012, sólo que lo están llevando más lejos de lo pensado. Responsabilizando a Obama del desastre fiscal, mostrándose ellos de cara al electorado como los adalides de la responsabilidad presupuestaria, tratan de sacudirse y hacer olvidar a la ciudadanía el desbarajuste fiscal que el presidente George W. Bush hizo durante su mandato.
Pese a su impecable discurso, el argumento que los republicanos están usando para bloquear el aumento del techo de la deuda es bastante burdo e irresponsable. En esencia consiste en rechazar cualquier propuesta que suponga una subida de impuestos, y mucho menos si afecta a los recortes fiscales que desde la era Bush están vigente para los más ricos. Con ello pretenden que todo el esfuerzo de reducción del déficit recaiga en el recorte del gasto público, sobre todo en los programas de ayuda social favoritos de los demócratas, el Medicare y el Medicaid.
Esta estrategia electoral no es la primera vez que la hacen. Ya realizaron una maniobra semejante con Bill Clinton a finales de 1995, forzando el cierre de gobierno más largo de la historia de EU. Pero cuidado, que en aquella ocasión, al final les salió el tiro por la culata y Clinton fue reelegido.
Fuente:El Semanario
Y eso, tal y como está la aversión al riesgo, tal y como está el resquemor en los corrillos financieros, puede suponer un severo varapalo para unos mercados necesitados a toda costa de confianza y certidumbre.Si el 2 de agosto el Congreso no ha aprobado un plan para elevar el techo de la deuda consensuado por republicanos y demócratas, y cada vez ese escenario luce más factible, el gobierno de EU y la Reserva Federal tendrán que anunciar algunos planes de contingencia como suspender las funciones del Estado menos esenciales con el fin evitar una suspensión de pagos.
Pero incluso así es probable que se produzcan tensiones en los mercados financieros que pueden tener repercusiones negativas sobre una recuperación económica que ha vuelto a languidecer, como demostraron las cifras del PIB publicadas el viernes pasado. Las bolsas podrían caer, las tasas de interés se podrían ver presionadas al alza y el dólar podría depreciarse. Más si las agencias de calificación responden a la inoperancia del Congreso de EU quitándole la máxima calificación crediticia, la “AAA”.
Por eso, este juego, que ha conjurado el bando republicano con el ala radical del Tea Party a la cabeza, es tan peligroso. Crecidos luego de su aplastante victoria en las elecciones legislativas de medio término, donde arrebataron a los demócratas el control de la Cámara de Representantes, han convertido a la deuda en su principal caballo electoral de cara a las elecciones de 2012, conocedores de que el ciudadano estadounidense está frustrado por una economía que apenas crece y está altamente endeudada.
Aprovechando esa coyuntura, no dejaron pasar esta oportunidad para intentar dar el primer puyazo a Obama en la carrera presidencial del 2012, sólo que lo están llevando más lejos de lo pensado. Responsabilizando a Obama del desastre fiscal, mostrándose ellos de cara al electorado como los adalides de la responsabilidad presupuestaria, tratan de sacudirse y hacer olvidar a la ciudadanía el desbarajuste fiscal que el presidente George W. Bush hizo durante su mandato.
Pese a su impecable discurso, el argumento que los republicanos están usando para bloquear el aumento del techo de la deuda es bastante burdo e irresponsable. En esencia consiste en rechazar cualquier propuesta que suponga una subida de impuestos, y mucho menos si afecta a los recortes fiscales que desde la era Bush están vigente para los más ricos. Con ello pretenden que todo el esfuerzo de reducción del déficit recaiga en el recorte del gasto público, sobre todo en los programas de ayuda social favoritos de los demócratas, el Medicare y el Medicaid.
Esta estrategia electoral no es la primera vez que la hacen. Ya realizaron una maniobra semejante con Bill Clinton a finales de 1995, forzando el cierre de gobierno más largo de la historia de EU. Pero cuidado, que en aquella ocasión, al final les salió el tiro por la culata y Clinton fue reelegido.
Fuente:El Semanario
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