domingo, 17 de julio de 2011

¿HACIA DONDE VAN LOS INDIGNADOS?

Los políticos no pueden permitirse ignorar al Movimiento 15-M
FIONA MAHARG-BRAVO / EL PAÍS
Siguen reunidos, pero ¿llegarán a alguna parte? El movimiento de protesta español, conocido como los indignados o el Movimiento 15-M, cuenta con simpatías, pero ha resultado difícil ver qué representa, excepto el descontento general. El movimiento posiblemente es demasiado disperso como para influir en el debate de las próximas elecciones generales, que pueden adelantarse a noviembre. Sin embargo, los políticos no pueden permitirse el no hacerles caso.
El movimiento pacífico no es una revolución ideológica y no tiene líderes definidos. Su organización basada en asambleas, en las que las decisiones deben ser unánimes, hace que resulte difícil elaborar propuestas alternativas concretas. Pero en una sociedad que sigue polarizada por sus opiniones políticas, esto quiere decir que atraen a un grupo importante, ya que cerca del 80% de la población española cree que las protestas están justificadas, según un sondeo de Metroscopia de junio.
Incluso así, la oposición, el conservador Partido Popular, tiende a restar importancia al movimiento. Esto no resulta demasiado sorprendente. Los votantes del PP son más fieles: el 86% de los votantes del PP en las pasadas elecciones votarían otra vez por él. Esa proporción es solo del 51% en el partido socialista gobernante, el PSOE, según una encuesta realizada para el periódico EL PAÍS. La tendencia ya era evidente en las últimas elecciones regionales de mayo y puede que sea más pronunciada en las elecciones generales.
Esto explica por qué los socialistas han empezado a hacer concesiones mínimas orientadas hacia ellas, entre las que se incluyen unos nuevos límites a la cantidad que los bancos pueden reclamar a los que no pueden pagar sus hipotecas. El nuevo líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, afirma que respalda una reforma electoral y un impuesto sobre los bancos. Esto no será suficiente para ganárselos.
También sería aconsejable que el PP, al que las encuestas atribuyen actualmente una ventaja de 14 puntos, los escuchase. Los indignados todavía tienen que influir en el debate sobre las reformas económicas realmente fundamentales, como la revisión de los mercados laborales. Pero tienen capacidad para hacer bastante ruido, en particular en lo que concierne a los medios de comunicación. Al Gobierno le conviene -por no decir que es su deber- atraer a los manifestantes y explicarles por qué es necesaria la reforma. Esto es algo que los socialistas no han logrado hacer hasta ahora y lo están pagando. -

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