Rogelio Ramírez de la O / El Universal
El modelo económico imperante por 33 años, como una vela, sigue derritiéndose poco a poco. La razón es que para que resultara exitoso debió ser global. Por lo tanto, requiere de cooperación global bajo un liderazgo.
Las crisis separan a los grupos cooperativos. Y la iniciada en 2008, que aún no termina, es tan profunda que expone a economías vulnerables a no poder pagar enormes deudas. Desde el momento en que Europa y algunos países decidieron dejar de apoyar la recuperación económica por temor a altos déficits, dejaron de ser cooperativos con Estados Unidos.
Estados Unidos, por su parte, invirtió dos masivos estímulos fiscales en 2009 y 2011 para apoyar la demanda. Y la Reserva Federal mantiene tasa cero de interés e intervenciones sin precedente en el mercado de bonos sin precedente. Por eso su deuda pública bruta pasó de 78% del producto interno bruto al 111% entre 2008 y 2011. El Congreso, alarmado, está renuente a aprobar más gastos y deuda y, por el contrario, intenta forzar al gobierno a hacer fuertes recortes de gastos.
China sí tiene suficientes recursos para gastar en apoyar la recuperación mundial, pero no tiene el incentivo para hacerlo. Porque para que Estados Unidos y otros países se recuperen necesitan producir y exportar más de lo que hoy exportan. Y China ha fincado su estrategia en exportarles y no en importar de esos países.
Así las cosas, el juego global ha dejado de ser cooperativo. Como el hilo se revienta por lo más delgado, la presión mayor está hoy en los países de la periferia europea.
Alemania, el país de mayor solvencia en el continente, no tiene la capacidad para rescatar a España, Irlanda, Portugal, Grecia o Italia. Estos países no sólo tienen altas deudas gubernamentales sino cuantiosas deudas de las familias a los bancos. Los gobiernos quieren evitar las quiebras de bancos, y eso, prácticamente, convierte las carteras de éstos en riesgo de todo el país. En España, por ejemplo, la deuda del gobierno es sólo del 60% del PIB, pero incluida la deuda de provincias y de familias, llega a 370% del PIB, mayor a la de Francia, Italia o incluso Estados Unidos.
Como no hay un líder global con tamaño e incentivo suficiente para facilitar la recuperación de las economías, el juego cooperativo global estará interrumpido por años.
Por eso las suspensiones de pagos y quiebras de bancos son probables. Y son los países individuales los que son o no refugio para el dinero de inversionistas si ocurre una estampida. Todos tienen problemas, pero hay algunos cuyos recursos les permitirán sortearlos en un tiempo razonable, entre ellos, destacadamente, Estados Unidos.
Por esa razón el dólar y los bonos del tesoro estadounidense se han apreciado en momentos de nerviosismo mundial.
México no está exactamente a salvo de turbulencias. En primer lugar, el peso ha estado fuerte por el exceso de liquidez y la baja tasa de interés que pagan los bonos en dólares. Pero en el caso de una corrida hacia la seguridad, el dinero fluirá hacia el dólar. Tan sólo los bonos gubernamentales en pesos en manos de no residentes saltaron de 271 mil millones de pesos antes de la crisis a 805 mil millones en mayo pasado.
El Banco de México ya compró 100 toneladas de oro, con lo que podría desviar la demanda de dólares hacia ese metal y con ello intentar frenar una devaluación frente al dólar. Pero tal cantidad es insuficiente. Y por otra parte los inversionistas tienen miedo de que, al comprar oro en cantidades significativas, se vuelvan blanco de secuestros. El peso fuerte durará mientras no estalle la crisis en Europa
El modelo económico imperante por 33 años, como una vela, sigue derritiéndose poco a poco. La razón es que para que resultara exitoso debió ser global. Por lo tanto, requiere de cooperación global bajo un liderazgo.
Las crisis separan a los grupos cooperativos. Y la iniciada en 2008, que aún no termina, es tan profunda que expone a economías vulnerables a no poder pagar enormes deudas. Desde el momento en que Europa y algunos países decidieron dejar de apoyar la recuperación económica por temor a altos déficits, dejaron de ser cooperativos con Estados Unidos.
Estados Unidos, por su parte, invirtió dos masivos estímulos fiscales en 2009 y 2011 para apoyar la demanda. Y la Reserva Federal mantiene tasa cero de interés e intervenciones sin precedente en el mercado de bonos sin precedente. Por eso su deuda pública bruta pasó de 78% del producto interno bruto al 111% entre 2008 y 2011. El Congreso, alarmado, está renuente a aprobar más gastos y deuda y, por el contrario, intenta forzar al gobierno a hacer fuertes recortes de gastos.
China sí tiene suficientes recursos para gastar en apoyar la recuperación mundial, pero no tiene el incentivo para hacerlo. Porque para que Estados Unidos y otros países se recuperen necesitan producir y exportar más de lo que hoy exportan. Y China ha fincado su estrategia en exportarles y no en importar de esos países.
Así las cosas, el juego global ha dejado de ser cooperativo. Como el hilo se revienta por lo más delgado, la presión mayor está hoy en los países de la periferia europea.
Alemania, el país de mayor solvencia en el continente, no tiene la capacidad para rescatar a España, Irlanda, Portugal, Grecia o Italia. Estos países no sólo tienen altas deudas gubernamentales sino cuantiosas deudas de las familias a los bancos. Los gobiernos quieren evitar las quiebras de bancos, y eso, prácticamente, convierte las carteras de éstos en riesgo de todo el país. En España, por ejemplo, la deuda del gobierno es sólo del 60% del PIB, pero incluida la deuda de provincias y de familias, llega a 370% del PIB, mayor a la de Francia, Italia o incluso Estados Unidos.
Como no hay un líder global con tamaño e incentivo suficiente para facilitar la recuperación de las economías, el juego cooperativo global estará interrumpido por años.
Por eso las suspensiones de pagos y quiebras de bancos son probables. Y son los países individuales los que son o no refugio para el dinero de inversionistas si ocurre una estampida. Todos tienen problemas, pero hay algunos cuyos recursos les permitirán sortearlos en un tiempo razonable, entre ellos, destacadamente, Estados Unidos.
Por esa razón el dólar y los bonos del tesoro estadounidense se han apreciado en momentos de nerviosismo mundial.
México no está exactamente a salvo de turbulencias. En primer lugar, el peso ha estado fuerte por el exceso de liquidez y la baja tasa de interés que pagan los bonos en dólares. Pero en el caso de una corrida hacia la seguridad, el dinero fluirá hacia el dólar. Tan sólo los bonos gubernamentales en pesos en manos de no residentes saltaron de 271 mil millones de pesos antes de la crisis a 805 mil millones en mayo pasado.
El Banco de México ya compró 100 toneladas de oro, con lo que podría desviar la demanda de dólares hacia ese metal y con ello intentar frenar una devaluación frente al dólar. Pero tal cantidad es insuficiente. Y por otra parte los inversionistas tienen miedo de que, al comprar oro en cantidades significativas, se vuelvan blanco de secuestros. El peso fuerte durará mientras no estalle la crisis en Europa
El problema es mucho más serio, la economía global precisa de forma urgente de nuevos modelos macroeconomicos. Los modelos modernos carecen de capacidad de actuación frente a situaciones de estres que pongan a prueba el sistema mediante improbables o no previstos... un nuevo crash se avecina... pronto
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