Rodolfo Navarrete / El Financiero
Contrariamente a lo señalado hace algunas semanas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuando revisó al alza la perspectiva de crecimiento económico mexicano para este año, la evidencia muestra que la economía se está desacelerando, aunque no se descarta que pueda mejorar en la segunda parte de 2011.
De acuerdo con las cifras del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), la economía mexicana ha observado un paulatino proceso de desaceleración desde principios de este año. Así, después de registrar un crecimiento de 5.9 por ciento en enero, el ritmo de la actividad económica bajó a 4.6 en febrero, 3.6 en marzo y 2.4 por ciento en abril.
Si bien parte de la desaceleración de los dos últimos meses se explica por los efectos del desabastecimiento de insumos a las armadoras de automóviles, las cifras publicadas en las últimas semanas, sobre todo del empleo, la producción de autos y las ventas al menudeo, muestran que en realidad el problema de la desaceleración es un tanto más estructural.
La producción total de autos, por ejemplo, pasó de sostener una tasa promedio de crecimiento de 18 por ciento en el primer trimestre del año a 10.3 en el segundo trimestre. Si bien parte de esta desaceleración se explica por el problema japonés antes aludido, lo que llama poderosamente la atención es que en junio, cuando se supone que ese problema quedó superado, la producción sólo haya crecido 7.3 por ciento.
La tasa de desempleo, por su parte, ha seguido aumentando. Pasó de 5.2 en mayo a 5.4 por ciento en junio, rompiendo así la estacionalidad de baja que normalmente se registra al fin del ciclo escolar. Ni qué decir de la tasa de desempleo esperada para julio, que normalmente es alta debido a la afluencia de estudiantes al mercado de trabajo, provocada por la finalización del ciclo escolar.
Sobre las ventas de establecimientos comerciales, crecieron 1 por ciento en mayo, en tanto que las ventas de los establecimientos afiliados a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) lo hicieron en 4.2 por ciento en junio.
Por el lado de la demanda, la relativa desaceleración de la economía se explica tanto por la pérdida de dinamismo de las exportaciones como por una sensible contracción de la demanda interna. Respecto a la primera, el menor ritmo de crecimiento de las ventas al exterior obedece tanto a factores coyunturales relacionados con la caída de la producción de autos, debido a la problemática japonesa, como a la caída de la demanda de productos mexicanos, que ha implicado el debilitamiento de la economía estadounidense.
De acuerdo con la última información, la economía de EU habría crecido sólo 1.8 por ciento en el segundo trimestre de 2011, cuando a principios del año se esperaba una tasa mínima de 3 por ciento. Respecto al mercado interno, los anteriores indicadores muestran que la demanda interna también se ha debilitado, no sólo debido a un menor ritmo de crecimiento del consumo privado, sino también al escaso dinamismo de la inversión.
Las expectativas sobre el crecimiento este año también han venido acomodándose a la nueva realidad. De acuerdo con los resultados de la encuesta de expectativas de Banamex, publicados la semana pasada, el promedio de los economistas entrevistados espera que la economía crezca 4.3 por ciento durante 2011, por debajo de 4.5 que se preveía hace unas pocas semanas.
No obstante, es probable que estas cifras se sigan revisando a la baja, una vez que se conozcan algunos otros datos clave, como el IGAE de mayo y la producción industrial de junio. Con mayor razón esto sucederá cuando se conozca la cifra del crecimiento del segundo trimestre de este año, que se espera se ubique en 3.8 por ciento, después de hace un par de meses se estimaba que ascendiera a 4.20 por ciento.
Pese a lo anterior, la expectativa de una aceleración en el ritmo de crecimiento económico de EU podría favorecer el desempeño de la economía mexicana, sobre todo hacia finales del año. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro de las finanzas públicas estadounidenses y sobre el problema de la deuda de los países periféricos europeos podría atentar contra esta posibilidad.
Finalmente, cabe comentar que en México se está presentando el mismo problema que en EU, donde el crecimiento económico no está siendo acompañado del empleo. Así, es extraño que con una perspectiva de crecimiento de 4.3 por ciento para 2011 la tasa de desempleo esté bordeando 5.4, cuando en épocas de normalidad económica esa tasa promediaba 3.5 por ciento.
Si bien es probable que el crecimiento de la productividad de la mano de obra explique en alguna medida este fenómeno, lo más importante debe ser la escasa migración que se observa hacia EU, debido a las escasas oportunidades de trabajo que se registran en aquel país por la elevada tasa de desempleo que ha provocado la crisis económica.
Contrariamente a lo señalado hace algunas semanas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuando revisó al alza la perspectiva de crecimiento económico mexicano para este año, la evidencia muestra que la economía se está desacelerando, aunque no se descarta que pueda mejorar en la segunda parte de 2011.
De acuerdo con las cifras del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), la economía mexicana ha observado un paulatino proceso de desaceleración desde principios de este año. Así, después de registrar un crecimiento de 5.9 por ciento en enero, el ritmo de la actividad económica bajó a 4.6 en febrero, 3.6 en marzo y 2.4 por ciento en abril.
Si bien parte de la desaceleración de los dos últimos meses se explica por los efectos del desabastecimiento de insumos a las armadoras de automóviles, las cifras publicadas en las últimas semanas, sobre todo del empleo, la producción de autos y las ventas al menudeo, muestran que en realidad el problema de la desaceleración es un tanto más estructural.
La producción total de autos, por ejemplo, pasó de sostener una tasa promedio de crecimiento de 18 por ciento en el primer trimestre del año a 10.3 en el segundo trimestre. Si bien parte de esta desaceleración se explica por el problema japonés antes aludido, lo que llama poderosamente la atención es que en junio, cuando se supone que ese problema quedó superado, la producción sólo haya crecido 7.3 por ciento.
La tasa de desempleo, por su parte, ha seguido aumentando. Pasó de 5.2 en mayo a 5.4 por ciento en junio, rompiendo así la estacionalidad de baja que normalmente se registra al fin del ciclo escolar. Ni qué decir de la tasa de desempleo esperada para julio, que normalmente es alta debido a la afluencia de estudiantes al mercado de trabajo, provocada por la finalización del ciclo escolar.
Sobre las ventas de establecimientos comerciales, crecieron 1 por ciento en mayo, en tanto que las ventas de los establecimientos afiliados a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) lo hicieron en 4.2 por ciento en junio.
Por el lado de la demanda, la relativa desaceleración de la economía se explica tanto por la pérdida de dinamismo de las exportaciones como por una sensible contracción de la demanda interna. Respecto a la primera, el menor ritmo de crecimiento de las ventas al exterior obedece tanto a factores coyunturales relacionados con la caída de la producción de autos, debido a la problemática japonesa, como a la caída de la demanda de productos mexicanos, que ha implicado el debilitamiento de la economía estadounidense.
De acuerdo con la última información, la economía de EU habría crecido sólo 1.8 por ciento en el segundo trimestre de 2011, cuando a principios del año se esperaba una tasa mínima de 3 por ciento. Respecto al mercado interno, los anteriores indicadores muestran que la demanda interna también se ha debilitado, no sólo debido a un menor ritmo de crecimiento del consumo privado, sino también al escaso dinamismo de la inversión.
Las expectativas sobre el crecimiento este año también han venido acomodándose a la nueva realidad. De acuerdo con los resultados de la encuesta de expectativas de Banamex, publicados la semana pasada, el promedio de los economistas entrevistados espera que la economía crezca 4.3 por ciento durante 2011, por debajo de 4.5 que se preveía hace unas pocas semanas.
No obstante, es probable que estas cifras se sigan revisando a la baja, una vez que se conozcan algunos otros datos clave, como el IGAE de mayo y la producción industrial de junio. Con mayor razón esto sucederá cuando se conozca la cifra del crecimiento del segundo trimestre de este año, que se espera se ubique en 3.8 por ciento, después de hace un par de meses se estimaba que ascendiera a 4.20 por ciento.
Pese a lo anterior, la expectativa de una aceleración en el ritmo de crecimiento económico de EU podría favorecer el desempeño de la economía mexicana, sobre todo hacia finales del año. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro de las finanzas públicas estadounidenses y sobre el problema de la deuda de los países periféricos europeos podría atentar contra esta posibilidad.
Finalmente, cabe comentar que en México se está presentando el mismo problema que en EU, donde el crecimiento económico no está siendo acompañado del empleo. Así, es extraño que con una perspectiva de crecimiento de 4.3 por ciento para 2011 la tasa de desempleo esté bordeando 5.4, cuando en épocas de normalidad económica esa tasa promediaba 3.5 por ciento.
Si bien es probable que el crecimiento de la productividad de la mano de obra explique en alguna medida este fenómeno, lo más importante debe ser la escasa migración que se observa hacia EU, debido a las escasas oportunidades de trabajo que se registran en aquel país por la elevada tasa de desempleo que ha provocado la crisis económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario