José Luis de Haro / elEconomista.es
Entre dimes y diretes, juegos políticos, pulsos ideológicos y un sinfín de artimañas, el debate para elevar el techo de deuda de Estados Unidos y poner en orden las cuentas de la Casa Blanca ya pasa factura a la economía del país. Hoy, nueva cita sobre la deuda de EEUU: Obama se ve las caras con los líderes demócratas.
Al parecer, tanto los legisladores demócratas y republicanos como el presidente del país, Barack Obama, han pasado por alto que sus rifirrafes en el Capitolio hacen mella en los ciudadanos de a pie, que con una tasa de paro que alcanza el 9,2%, ya se encuentran asediados por una recuperación que no termina de llegar.
Ahora, las negociaciones para ampliar el límite de endeudamiento del país, que ya supera los 14,29 billones de dólares, arrastra consigo la confianza del consumidor, cuyo derrumbe no hace más que alimentar la tóxica espiral que ahoga a la primera economía del Planeta. Según Andrew Tilton, economista de Goldman Sachs, "la confianza del consumidor se ha deteriorado a un ritmo mucho mayor durante las últimas semanas de lo que las variables económicas sugieren". Según su parecer, la caída desde los 71,5 puntos en junio hasta la lectura preliminar de julio, que alcanzó los 63,8, es mucho peor que las expectativas barajadas tanto por los expertos como por el propio banco, y coincide con la cobertura mediática sobre las negociaciones de deuda que se llevan a cabo en Washington D.C.
Mientras tanto, al Gobierno de EEUU se le acaba el efectivo mientras la fecha del 2 de agosto está a la vuelta de la esquina. Según un informe elaborado por CapIQ a mediados del mes de julio, al Departamento del Tesoro sólo le quedaban 39.400 millones de dólares en efectivo para seguir costeando las operaciones y responsabilidades de deuda del país. Una cifra considerable, pero que, sin embargo, es relativamente pequeña si la comparamos con la fortuna total de los multimillonarios Warren Buffett, Bill Gates o el consejero delegado de Oracle, Larry Ellison. Ahora, el grupo de los seis parece haber encarrilado las negociaciones, pero aun así, el daño en Main Street comienza a ser evidente, como señaló el informe de Goldman Sachs.
En medio de este asunto, no hay que olvidar que la circense carrera presidencial en Estados Unidos ya está en marcha y, de momento, el actual inquilino de la Casa Blanca debería ir pensando en hacer las maletas, por si acaso. La popularidad de Barack Obama sigue de capa caída, y sólo el 45% de los votantes apoya la gestión del presidente, cuyos logros legislativos, como la reforma de la seguridad social norteamericana o la del sistema financiero, no han logrado calar entre los ciudadanos de a pie. A ello habría que sumar, sin duda alguna, el cadáver de Osama Bin Laden, un trofeo que muchos pensaron sería un aliciente electoral para el jefe del Ejecutivo estadounidense.
Sin embargo, la falta de una solución clara a la Gran Recesión, donde la economía de Estados Unidos llegó a contraerse hasta un 7% en un sólo trimestre y la tasa de paro se disparó hasta el 10%, la mayor en 26 años, sigue pasando factura al demócrata.
Entre dimes y diretes, juegos políticos, pulsos ideológicos y un sinfín de artimañas, el debate para elevar el techo de deuda de Estados Unidos y poner en orden las cuentas de la Casa Blanca ya pasa factura a la economía del país. Hoy, nueva cita sobre la deuda de EEUU: Obama se ve las caras con los líderes demócratas.
Al parecer, tanto los legisladores demócratas y republicanos como el presidente del país, Barack Obama, han pasado por alto que sus rifirrafes en el Capitolio hacen mella en los ciudadanos de a pie, que con una tasa de paro que alcanza el 9,2%, ya se encuentran asediados por una recuperación que no termina de llegar.
Ahora, las negociaciones para ampliar el límite de endeudamiento del país, que ya supera los 14,29 billones de dólares, arrastra consigo la confianza del consumidor, cuyo derrumbe no hace más que alimentar la tóxica espiral que ahoga a la primera economía del Planeta. Según Andrew Tilton, economista de Goldman Sachs, "la confianza del consumidor se ha deteriorado a un ritmo mucho mayor durante las últimas semanas de lo que las variables económicas sugieren". Según su parecer, la caída desde los 71,5 puntos en junio hasta la lectura preliminar de julio, que alcanzó los 63,8, es mucho peor que las expectativas barajadas tanto por los expertos como por el propio banco, y coincide con la cobertura mediática sobre las negociaciones de deuda que se llevan a cabo en Washington D.C.
Mientras tanto, al Gobierno de EEUU se le acaba el efectivo mientras la fecha del 2 de agosto está a la vuelta de la esquina. Según un informe elaborado por CapIQ a mediados del mes de julio, al Departamento del Tesoro sólo le quedaban 39.400 millones de dólares en efectivo para seguir costeando las operaciones y responsabilidades de deuda del país. Una cifra considerable, pero que, sin embargo, es relativamente pequeña si la comparamos con la fortuna total de los multimillonarios Warren Buffett, Bill Gates o el consejero delegado de Oracle, Larry Ellison. Ahora, el grupo de los seis parece haber encarrilado las negociaciones, pero aun así, el daño en Main Street comienza a ser evidente, como señaló el informe de Goldman Sachs.
En medio de este asunto, no hay que olvidar que la circense carrera presidencial en Estados Unidos ya está en marcha y, de momento, el actual inquilino de la Casa Blanca debería ir pensando en hacer las maletas, por si acaso. La popularidad de Barack Obama sigue de capa caída, y sólo el 45% de los votantes apoya la gestión del presidente, cuyos logros legislativos, como la reforma de la seguridad social norteamericana o la del sistema financiero, no han logrado calar entre los ciudadanos de a pie. A ello habría que sumar, sin duda alguna, el cadáver de Osama Bin Laden, un trofeo que muchos pensaron sería un aliciente electoral para el jefe del Ejecutivo estadounidense.
Sin embargo, la falta de una solución clara a la Gran Recesión, donde la economía de Estados Unidos llegó a contraerse hasta un 7% en un sólo trimestre y la tasa de paro se disparó hasta el 10%, la mayor en 26 años, sigue pasando factura al demócrata.
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