domingo, 24 de julio de 2011

SOBREVIVIENTE

Raymundo Riva Palacio / Eje Central

Josefina Vázquez Mota es una sobreviviente en la jungla política mexicana.
Atravesó el sexenio de Vicente Fox como secretaria de Desarrollo Social donde la esposa del Presidente, Martha Sahagún construyó una política social alterna con recursos y secretarios de Estado a su disposición, para crear condiciones que le pudieran dar vida política transexenal.
Jugó con Felipe Calderón, quien la llevó a la Cámara de Diputados desde su trinchera ciudadana y empresarial –fue educada por jesuitas y opusdeístas-, cuando era secretario de Energía, y mantuvo su respaldo tras ser destituido por acelerar su precampaña presidencial. En pago a su lealtad y compromiso, Calderón la nombró coordinadora de su campaña presidencial.
Vázquez Mota vio su suerte. “Jose –decían en el círculo interno de Calderón-, no entiende”. Y le declararon la guerra. Las críticas se mostraban a través de columnas políticas. La denostaban en sus pláticas de café. La hostigaban en el cuarto de guerra de la campaña. La hostilizaban, casi la agredían.
La chihuahuense nacida en 1961 no podía con el grupo, pero gritaba en silencio su ira. Con 10 puntos debajo de Andrés Manuel López Obrador en febrero de 2006 y una campaña en el desastre total, Calderón ajustó su equipo y la removió como jefa de la campaña. En su lugar colocó al líder de sus agresores, Juan Camilo Mouriño, quien terminó de aislarla.
Vázquez Mota aguantó el ostracismo. Seguía en el cuarto de estrategia, pero no la conducía. Era una de las voceras, pero no más que el guerrero en jefe Juan Molinar Horcasitas, gladiador estrella de Calderón. Pero cuando la campaña se quedó sin dinero a escaso mes y medio de la elección, fue ella quien la rescató. Viajó urgentemente a Monterrey para recaudar los fondos que necesitaban para llegar al Día D en la vida de Calderón, cuya victoria le garantizó el resurgimiento político y personal.
Calderón la hizo secretaria de Educación, desde cuyo cargo libró batallas cruentas contra la maestra Elba Esther Gordillo, y logró vencerla públicamente de la misma forma como había salido avante en anteriores ocasiones: sin exteriorizar la molestia. Añadió en esa ocasión un trabajó de cañerías, donde permitió que su equipo entregara a la prensa informaciones comprometedoras para Gordillo y la jerarquía magisterial que le rompieron el balance y finalmente la desesperaron. Gordillo la atacó abiertamente, con lo que se dio el punto de inflexión. Vázquez Mota la toreó y la derrotó.
Nunca reclamó públicamente esa victoria, pero de cualquier forma su actitud no gustaba en Los Pinos. El kitchen cabinet de Calderón siguió atacándola. Desde la jefatura de la Oficina presidencial y la Dirección de Comunicación Social se disparaba el fuego amigo. La fueron debilitando y el abrigo que le habían dado el entonces procurador general, Eduardo Medina Mora, y el secretario del Trabajo, Javier Lozano, dejó de ser suficiente.
Una vez más, Vázquez Mota tenía que salir del equipo. Las elecciones federales de 2009 abrieron la puerta para una salida digna. Fue a una diputación y peleó en San Lázaro contra el primer secretario de Gobernación de Calderón, quien como gobernador de Jalisco fondeó los primeros meses de su precampaña, Francisco Ramírez Acuña. Con mayor experiencia en las peleas palaciegas, Vázquez Mota lo relegó y aunque él se quedó con la presidencia temporal de la Cámara, ella se apoderó de la coordinación de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados.
Ramírez Acuña se desvaneció y Vázquez Mota consolidó. En San Lázaro se convirtió en una figura influyente y confiable para la oposición. Las negociaciones presupuestales, principalmente, le ayudaron a reconstruir su relación personal con el Presidente, que se fortaleció. “La relación que tengo con él es la mejor que he tenido jamás”, dijo hace unas semanas.
Los dos han creado puentes de comunicación de motivación recíproca y compartimiento de alegrías y preocupaciones que se extienden más allá de las comidas de los miércoles con los liderazgos del PAN, o en las sesiones con los legisladores en Los Pinos. “Nos comunicamos frecuentemente a través de la BlackBerry”, confió en una ocasión reciente la diputada.
Vázquez Mota, quien cada lunes de cada 15 días participa en las reuniones de planeación estratégica en la sede del PAN –con el presidente nacional, el secretario general, los gobernadores de Jalisco y Guanajuato, los líderes camerales, y los secretarios de Hacienda y Trabajo-, adquirió una prominencia dentro del partido que desde enero del año pasado, cuando se empezaron a trabajar los escenarios para la disputa por el estado de México era en quien siempre pensaban como la adversaria con posibilidades de derrotar al PRI.
“Josefina no quiere ir al Estado de México, pero la vamos a obligar”, dijo en la primavera de 2010 uno de los más cercanos asesores de Calderón. Vázquez Mota, quien desde el sexenio pasado había pensado en el horizonte presidencial, se negó. Resistió a las presiones de Los Pinos –nunca del Presidente directamente-, y de otros correligionarios amigos y distantes, quienes insistían que ella era la mejor posicionada para encabezar una alianza con el PRD.
Vázquez Mota nunca cedió. Jugó su capital político en la elección mexiquense del 3 de julio, donde había un escenario: si la elección mostraba que la suma de votos de los candidatos del PAN y del PRD podían haber colocado a un candidato aliancista en niveles de competencia con el PRI, la derrota con candidatos independientes iba a ser transferida directamente a ella. Pero con una victoria priísta tan holgada como sucedió, Vázquez Mota salió sin heridas y fortalecida.
Se pensaba –incluido quien esto escribe-, que su aspiración para 2012 pasaba por el Estado de México en 2011. La aplastante derrota frente al PRI, anuló ese análisis. Expuso sus aspiraciones presidenciales y comenzó a caminar hacia la candidatura del PAN sin lastres. De los primeros siete aspirantes panistas a la nominación, fue la única que brincó en las preferencias electorales, en contraste sobresaliente con el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, quien cuando la cargada panista se pronunció por el candidato oficial, apenas si creció en preferencia de voto.
Vázquez Mota admite todas las tribulaciones por las que ha atravesado en la última década, y la forma como ha salido de ellas. “Es trabajo, mucho trabajo”, dijo. “Vaya que me ha costado”. Y no ha parado.
Hace seis años por estas fechas, Calderón era un dinamo en busca del apoyo del PAN para ganar la nominación presidencial. No se detenía un instante y viajaba por todo el país en busca de respaldos. Hoy, de acuerdo con estrategas del PAN que recuerdan esos momentos, ella es la única de los aspirantes que está recorriendo el mismo camino. “Cada dos semanas recorre 20 estados”, subraya un estratega. “Santiago Creel está haciendo lo suyo, pero Vázquez Mota lo supera”.
¿Significa que para ella será la nominación? Nadie puede asegurarlo todavía, pero lo que sí se puede afirmar que de entre sus adversarios, es la que mejor trabajo profesional-electoral, ha realizado hasta ahora.

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