sábado, 2 de octubre de 2010

LA INUTILIDAD DE LAS COMPARECENCIAS

Alejandra Cullen Benítez / El Universal
Las comparecencias del gabinete en el Congreso están diseñadas para ser inútiles. Si el secretario es controversial, parece circo romano. Diputados y senadores en sus respectivos recintos, asisten gozosos a "echar montón": insultan y cuestionan pero poco aportan al debate. Actúan como si sus injurias generaran empatía con el televidente y justificaran su dieta.
Si el funcionario es poco "taquillero", aunque se trate de temas fundamentales, lo ignoran. Se llenan la boca de discursos sobre la educación, la innovación tecnológica y la competitividad pero ¡plantan al director de CONACYT!
Alegan su preocupación por los pobres pero no cuestionan la falta de herramientas para atender zonas de guerra. Hablan de justicia social pero priorizan los recursos para sus clientelas.
El Ejecutivo cae en el juego. En aras de contraatacar, en cada visita al Congreso surgen anécdotas lamentables y declaraciones desafortunadas. Destaca "hacer montajes es útil para que el Estado parezca más fuerte" de García Luna.
Los secretarios muestran cada vez más hastío hacia el Legislativo. Pocos invierten tiempo en construir una relación con legisladores. Los desprecian. En su arrogancia ni escuchan ni comunican. Con su actitud vulneran más la relación. Como Mony de Swaan cuando tuitea lo inútil que considera su presencia en el Senado. Tratan las comparecencias como un acto incómodo pero pasajero.
Lástima. Cuando la relación entre la dependencia y las Cámaras es constante e incluyente, las comparecencias son distintas. El aprovechamiento real es una incógnita pero permean ideas, se discuten hechos concretos, se convencen con argumentos

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