sábado, 23 de octubre de 2010

LOS GRANDES ACUERDOS DE LA HISTORIA

Pedro Calvo / elEconomista.es
El Secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, ha anunciado que en la próxima reunión del G-20 planteará una serie de coordenadas para tratar de poner en orden el desaguisado cambiario actual. ¿Camina el mundo hacia un nuevo acuerdo de divisas?
No sería el primero, desde luego. En la historia abundan los pactos, sobre todo en el último siglo, para estabilizar los precios de las monedas. Los principales han sido los siguientes.
1. Patrón oro
Pese a no ser propiamente un acuerdo, sino más bien una convención asumida, fue el orden que más tiempo duró y el que más ha quedado grabado en la memoria de la economía. Aunque el oro fue utilizado como moneda propiamente dicha a lo largo de los tiempos, el patrón oro, entendido como un sistema en el que había una equivalencia entre los billetes y las monedas en circulación y las reservas del metal precioso de un país, se asentó definitivamente en el siglo XIX. Con algunas variantes, como el bimetalismo -las monedas estaban respaldadas por oro y plata-, estuvo vigente hasta la I Guerra Mundial.
Fue entonces cuando comenzó su decadencia definitiva. Aunque Gran Bretaña lo recuperó, de la mano de Winston Churchill, en 1925, se desvinculó del patrón oro seis años después. Posteriormente, los Acuerdos de Bretton Woods lo reinstauraron parcialmente. Pese a que el dólar estadounidense pasó a ser el pivote del sistema instaurado en 1944, el billete verde quedó vinculado a un cambio de 35 dólares por onza del metal precioso. Y así fue hasta que, el 13 de agosto de 1971, el presidente estadounidense Richard Nixon pronunció un histórico discurso en el que desligaba al dólar del metal precioso. El último vestigio del patrón oro había muerto.
2. Acuerdos de Bretton Woods
Occidente pareció aprender la lección. Lo hizo, eso sí, tras dos Guerras Mundiales. Cuando la IIGM estaba terminando, las delegaciones de 44 países se reunieron en Bretton Woods (New Hampshire, EEUU) para diseñar el nuevo mapa económico posterior al conflicto. Basado en el multilateralismo con el objetivo de estrechar los lazos entre los países y fomentar el comercio internacional, y así evitar una tercera contienda, también definió un nuevo orden cambiario.
La clave era el dólar estadounidense, cuya hegemonía quedó confirmada entonces. El billete verde debía mantenerse a un cambio de 35 unidades por onza de oro y el resto de las monedas, a su vez, gravitaba en torno a la estadounidense. Todo bajo un sistema de tipos de cambio fijos, pero ajustables, y que contaba con un vigilante constituido, entre otras metas, para defender esa estabilidad: el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Con fricciones periódicas, logró domar la inestabilidad previa a las dos Guerras Mundiales. Pero la propia definición del Sistema de Bretton Woods contenía la semilla de su destrucción. EEUU, cansado del creciente déficit comercial derivado de la fijación del cambio del dólar, anunció su ruptura en 1971. Firmó así la defunción de Bretton Woods.
3. Acuerdo Smithsonian y Serpiente Monetaria
El fin de Bretton Woods generó una sensación de orfandad que precipitó la búsqueda de una serie de acuerdos para intentar mantener el orden cambiario. Los más relevantes fueron el Smithsonian, por el que el dólar dejaba de cambiarse en oro y se le concedía una mayor banda de flotación (+/-2,25%), y la Serpiente Monetaria, surgida en el seno de la Comunidad Económica Europea (CEE) con la meta de definir un sistema en el que las divisas de la región se movieran dentro de unas bandas de fluctuación contra el dólar. Ninguno de los dos tuvo éxito. Paulatinamente, el mundo se estaba preparando para que sus divisas se movieran con libertad.
4. Sistema Monetario Europeo
Europa no cejó en su empeño. Y el 13 de marzo de 1979 entró en vigor el Sistema Monetario Europeo (SME). Arrancaba así un proyecto cuya aspiración final consistía en crear una moneda única para los países de la CEE y cuyas líneas cardinales quedaron establecidas en un plan denominado Mecanismo de Tipos de Cambio (MTC), que persiguió limitar los movimientos de las divisas y crear una moneda virtual común, el ecu.
A diferencia del Smihsonian y la Serpiente, el SME funcionó. Progresivamente se fueron sumando nuevas monedas, como la libra esterlina o la peseta en 1989. Todo marchaba bien... hasta 1992. La negativa danesa al Tratado de Maastricht provocó una profunda crisis de confianza en el proyecto que se intensificó cuando la libra lo abandonó en septiembre de ese año. Las autoridades europeas tuvieron que modificar las condiciones del MTC, lo que posibilitó que siguiera en pie.
Salvado este sobresaliente escollo, el proyecto de unificación monetaria y cambiaria se reforzó. Y dio lugar al que, sin duda, es la mayor aventura cambiaria de la historia moderna: el nacimiento oficial del euro en 1999.
5. Hotel Plaza y Louvre
En paralelo al SME, el dólar comprobó que su condición de moneda hegemónica cuyo valor determinaba el mercado de divisas generaba no pocos contratiempos. Y en los años 80 se sucedieron las reuniones entre las principales potencias del mundo para tratar de reequilibrar el cambio del billete verde. La primera de ellas tuvo lugar hace 25 años. Consistió en los Acuerdos del Plaza (1985), que buscaron con una devaluación controlada del dólar frente a otras monedas, como el yen o el marco. Dos años después, el problema era el contrario. El dólar había bajado, sí, pero demasiado rápido. Y EEUU, Alemania, Canadá, Francia, Japón y Reino Unido, reunidos en París, alcanzaron los Acuerdos del Louvre (1987), en el que pactaron estabilizar la situación. Sobre todo, las autoridades norteamericanas aceptaron tomar decisiones para sostener el valor del dólar.
Ha sido el último gran pacto cambiario de la historia. Consagró la influencia del G-5, y sucesivamente del G-7 y otros grupos de poder, en la materia cambiaria. Más de dos décadas después, Geithner pretende actualizar esta etapa. Lo intentará los próximos días 11 y 12 de noviembre en Corea del Sur, que es donde tendrá lugar la siguiente cumbre del G-20.

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