Rogelio Ramírez de la O / El Universal
En años recientes, muchos empresarios mexicanos han resultado frustrados por el mal desempeño de México, sobre todo el bajo crecimiento de la economía.
Quienes lo entienden saben que un ambiente de crecimiento es esencial para hacer cualquier cambio de fondo, por ejemplo en impuestos o regulación. Sin crecimiento es prácticamente imposible.
Hace ya mucho que la base de productores medianos y pequeños demanda del gobierno medidas puntuales que, cuando menos, no estorben más el crecimiento. En contraste, las cúpulas empresariales ignoran los temas puntuales e insisten en las reformas llamadas estructurales. Desde hace mucho frenadas, estas reformas, mientras tanto, dejaron de ser compatibles con el cambio mundial. Entre otros, porque las reformas anteriores, que fueron muchas y sustantivas, no arrojaron mayor crecimiento.
Así, la desconexión entre medidas concretas solicitadas por la base de productores y las reformas que solicitan las cúpulas.
Por ejemplo, los industriales del calzado exigen medidas contra las importaciones ilegales o subsidiadas de China. Las cúpulas están por más acuerdos de libre comercio. La base de empresarios pide que bajen las tasas de interés. La cúpula no se ocupa de este tema ni de la sobrevaluación del peso. Los productores no consideran benéfico un tratado de libre comercio con Brasil. La cúpula dice que sería benéfico, ignorando que Brasil subsidia y apoya a sus productores, ya sea con crédito barato o con restricciones selectivas a las importaciones.
En general, la cúpula busca apoyar al gobierno porque esta cercanía le permite mantener concesiones y contratos favorables a sus empresas. Los productores lo que quieren son condiciones parejas para todos y menos oligopolios.
Los cambios en el mundo y el surgimiento de un nuevo consenso coinciden con la base de productores y no con la cúpula. Esta última parece ignorar, por ejemplo, la tendencia global a mayor regulación de los mercados o los gobiernos intolerantes con abusos o errores de empresas poderosas. Ejemplos; las penalidades impuestas a BP por el derrame de petróleo, a Goldman Sachs por no transparentar un posible conflicto de intereses, o las multas a Microsoft en Europa.
El consenso mundial emergente está ahí, desde hace varios años, para quienes tengan la libertad intelectual de verlo. Incluye la visión, especialmente en Estados Unidos, de que los grupos oligopólicos en México estorban la competencia y por esa vía el crecimiento. Por eso son mencionados cada vez que algún comentarista, periodista o economista estadounidense participa aquí en conferencias y eventos. Ahora las menciones incluyen la falta de crecimiento, el desempleo, la desigualdad y el crimen.
México no podrá sustraerse, como nunca pudo hacerlo de los grandes cambios mundiales, a este consenso mundial emergente. La dirección es hacia un Estado mayormente interventor en el mercado, mayor regulación, mayor uso de deuda pública para impulsar economías que están frenadas, pragmatismo sobre el libre comercio, intervención monetaria para evitar la sobrevaluación de la moneda y mayores impuestos, entre otros.
No implica necesariamente el abandono a los principios de libre mercado, las finanzas públicas sanas o la fe en la iniciativa individual. Pero mientras más pronto lo entiendan así las cúpulas, más cerca se ubicarán de sus bases de productores y mucho podrían influir para una adaptación pronta del país al cambio mundial. Una adaptación lenta, como ha sucedido en otras ocasiones por falta de visión, traería costos muy altos y pérdida de oportunidades de desarrollo.
Analista económico
En años recientes, muchos empresarios mexicanos han resultado frustrados por el mal desempeño de México, sobre todo el bajo crecimiento de la economía.
Quienes lo entienden saben que un ambiente de crecimiento es esencial para hacer cualquier cambio de fondo, por ejemplo en impuestos o regulación. Sin crecimiento es prácticamente imposible.
Hace ya mucho que la base de productores medianos y pequeños demanda del gobierno medidas puntuales que, cuando menos, no estorben más el crecimiento. En contraste, las cúpulas empresariales ignoran los temas puntuales e insisten en las reformas llamadas estructurales. Desde hace mucho frenadas, estas reformas, mientras tanto, dejaron de ser compatibles con el cambio mundial. Entre otros, porque las reformas anteriores, que fueron muchas y sustantivas, no arrojaron mayor crecimiento.
Así, la desconexión entre medidas concretas solicitadas por la base de productores y las reformas que solicitan las cúpulas.
Por ejemplo, los industriales del calzado exigen medidas contra las importaciones ilegales o subsidiadas de China. Las cúpulas están por más acuerdos de libre comercio. La base de empresarios pide que bajen las tasas de interés. La cúpula no se ocupa de este tema ni de la sobrevaluación del peso. Los productores no consideran benéfico un tratado de libre comercio con Brasil. La cúpula dice que sería benéfico, ignorando que Brasil subsidia y apoya a sus productores, ya sea con crédito barato o con restricciones selectivas a las importaciones.
En general, la cúpula busca apoyar al gobierno porque esta cercanía le permite mantener concesiones y contratos favorables a sus empresas. Los productores lo que quieren son condiciones parejas para todos y menos oligopolios.
Los cambios en el mundo y el surgimiento de un nuevo consenso coinciden con la base de productores y no con la cúpula. Esta última parece ignorar, por ejemplo, la tendencia global a mayor regulación de los mercados o los gobiernos intolerantes con abusos o errores de empresas poderosas. Ejemplos; las penalidades impuestas a BP por el derrame de petróleo, a Goldman Sachs por no transparentar un posible conflicto de intereses, o las multas a Microsoft en Europa.
El consenso mundial emergente está ahí, desde hace varios años, para quienes tengan la libertad intelectual de verlo. Incluye la visión, especialmente en Estados Unidos, de que los grupos oligopólicos en México estorban la competencia y por esa vía el crecimiento. Por eso son mencionados cada vez que algún comentarista, periodista o economista estadounidense participa aquí en conferencias y eventos. Ahora las menciones incluyen la falta de crecimiento, el desempleo, la desigualdad y el crimen.
México no podrá sustraerse, como nunca pudo hacerlo de los grandes cambios mundiales, a este consenso mundial emergente. La dirección es hacia un Estado mayormente interventor en el mercado, mayor regulación, mayor uso de deuda pública para impulsar economías que están frenadas, pragmatismo sobre el libre comercio, intervención monetaria para evitar la sobrevaluación de la moneda y mayores impuestos, entre otros.
No implica necesariamente el abandono a los principios de libre mercado, las finanzas públicas sanas o la fe en la iniciativa individual. Pero mientras más pronto lo entiendan así las cúpulas, más cerca se ubicarán de sus bases de productores y mucho podrían influir para una adaptación pronta del país al cambio mundial. Una adaptación lenta, como ha sucedido en otras ocasiones por falta de visión, traería costos muy altos y pérdida de oportunidades de desarrollo.
Analista económico
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